¿Salir a fumar cuenta como tiempo trabajado? Por qué las empresas quieren que sus empleados dejen el tabaco
Cada vez más compañías apuestan por controlar las pausas para fumar y por planes que ayudan a dejar este hábito con la vista puesta en la mejora de la productividad laboral
La pausa para el café o para fumar en cualquier gremio es una de las prácticas más arraigadas, ya no solo en España, también en el mundo entero. Un tiempo libre que, para muchos, es parte indispensable de su jornada laboral y que, desde marzo de este año, se puede ver afectado por una sentencia del Tribunal Supremo. La sala de lo social del máximo estamento del poder judicial amparó que la petrolera portuguesa Galp...
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La pausa para el café o para fumar en cualquier gremio es una de las prácticas más arraigadas, ya no solo en España, también en el mundo entero. Un tiempo libre que, para muchos, es parte indispensable de su jornada laboral y que, desde marzo de este año, se puede ver afectado por una sentencia del Tribunal Supremo. La sala de lo social del máximo estamento del poder judicial amparó que la petrolera portuguesa Galp obligara a fichar a sus trabajadores cuando saliesen del edificio para realizar estas actividades. En frente, el recurso de Comisiones Obreras. El sindicato cree que, al implantar la obligatoriedad de registrarlas, la empresa las califica como “tiempo de descanso” y podría, por consiguiente, reclamar una recuperación de las horas acumuladas. Algo que se traduciría en una prolongación de la jornada laboral.
El debate está en si estas pausas forman parte del tiempo efectivo de trabajo. Marcelo Dos Reis, director general del Grupo Spec -empresa desarrolladora de soluciones de gestión horaria y acceso-, cree que, aunque son necesarias, no se deberían considerar como parte práctica de la jornada. Entiende que existan reticencias ante estos sistemas, pero añade que “establecen un marco regulador y de negociación entre empresas y trabajadores.
Según el portal de empleo Jobatus, los trabajadores que hacen pausas para fumar pierden hasta 30 minutos diarios. Dos Reis defiende los beneficios de controlar estos descansos por su incidencia positiva en la productividad: “Se trata de una sentencia que no supone un cambio de obligatoriedad en las jornadas del personal. Al final seguirán siendo las horas de siempre, solo que las empresas decidirán si estos tiempos deberán ser recuperados o no al final de la jornada”.
Este punto es algo que espanta a CC OO y a su secretario de salud laboral, Mariano Sanz: “Las empresas deben reforzar al trabajador, no castigarlo. La compañía lo que debe hacer es, si existe un problema, facilitar que los fumadores dejen de hacerlo”. Además, la posición del sindicato es que estas pausas deberían estar fijadas en la negociación colectiva, y no en el control exhaustivo del horario, algo que, a la larga, puede resultar contraproducente. Sanz recuerda que desde los años 90, Comisiones desarrolla distintos programas de prevención de adicciones -no solo al tabaco- en el ámbito laboral: “Las compañías deben promover los hábitos saludables, porque solo así se puede alcanzar un entorno laboral adecuado, Tenemos que solucionar los problemas que existan, no generar más”, sentencia.
Generar un ambiente de trabajo agradable es primordial. La Universidad de Warwick (Inglaterra) publicó una investigación en 2022 que aseguraba que la felicidad hacía que las personas fuesen más productivas en el trabajo. En concreto, un 12% más, y, en casos de éxito, como el de Google, hasta un 37%. El estudio añade: “en condiciones científicamente controladas, hacer que los trabajadores sean más felices realmente vale la pena”.
La importancia del entorno en el éxito para dejar de fumar es innegable y el ámbito laboral supone, a la vista de los datos, un obstáculo determinante. El Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA), refleja que el hábito de fumar es más común entre la población trabajadora que en la media general. De hecho, el 35,6% de los trabajadores fuma a diario, y un 11% se convierte en fumadores pasivos. El fumador tipo, según la última encuesta laboral del OEDA, es un hombre de menos de 24 años, con bajo nivel educativo y que trabaja en hostelería o construcción.
En ocasiones, se cree que el tabaco y los vapeadores pueden aliviar el estrés y la ansiedad laboral. Sin embargo, para los expertos es crucial cuestionar esta creencia y considerar las posibles consecuencias del tabaquismo en el entorno corporativo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) promueven programas para abordar este problema y alientan a las empresas a adoptar medidas que fomenten el abandono del tabaco. Algunas empresas, como el Grupo PSA Peugeot Citroën, han implementado programas exitosos que lograron un 60% de éxito entre sus empleados.
De acuerdo con la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, dejar de fumar puede aumentar la productividad laboral hasta en un 4,5%. Datos que parecen confirmar que el tabaquismo corporativo tiene un impacto significativo en las empresas y que las medidas para fomentar que los trabajadores dejen de fumar pueden tener beneficios tangibles, tanto para los empleados como para las organizaciones.
Por eso, cada vez existen más planes que se proponen atajar este problema de raíz. El psicólogo y experto en adicciones, José Capote, ha desarrollado un programa llamado El Último Pitillo que, según promete el autor, logra “resultados en 40 minutos mediante un método científico y sin necesidad de medicación”. La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC) destaca que solo hace falta “fijar un plan” para dejar el hábito. Solo un 5% de personas que lo intentan por sí misma alcanza el éxito, frente al 40% que lo consigue de forma definitiva utilizando apoyo psicológico.
Según Capote, la implementación de este tipo de planes proporciona varios beneficios a las empresas y los trabajadores. La mejora de la salud del exfumador, sobre todo en lo que respecta a patologías cardiovasculares y respiratorias, y la vuelta de la ansiada y ya mencionada productividad son los principales, pero no los únicos.
Durante la duración de las sesiones, la creación de grupos dentro del entorno laboral que permitan combatir la dependencia al tabaco fomentan el compañerismo y refuerzan a los fumadores en la tarea de abandonar esta práctica. Esta concienciación social frente al tabaquismo y el interés en dejar de fumar genera una alta aceptación, mejora de los entornos de trabajo e instala dentro de las empresas hábitos saludables.
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