Se jubila con 40 años (y millonario) el inversor bajista que desafió a alguno de los más ricos de EE UU y Asia
Nathan Anderson echa el cierre de su firma Hindenburg Research que se especializaba en denunciar y sacar provecho de fraudes
Uno de los inversores bajistas más exitosos del mundo, Nathan Anderson, anunció ayer que se retira. Después de haber desafiado y doblegado al hombre más rico de Asia, Gautam Adani o a uno de los tiburones más poderosos de Wall Street, Carl Icahn, Anderson ha dicho basta. Es millonario, está más que satisfecho con su trayectoria profesional y su situación familiar, y en el futuro solo se plantea dar charlas sobre su método de inversión, que se basa en detectar fraudes contables, estafas piramidales o malas prácticas en la gobernanza de empresas, para después denunciarlos (ante las autoridades y...
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Uno de los inversores bajistas más exitosos del mundo, Nathan Anderson, anunció ayer que se retira. Después de haber desafiado y doblegado al hombre más rico de Asia, Gautam Adani o a uno de los tiburones más poderosos de Wall Street, Carl Icahn, Anderson ha dicho basta. Es millonario, está más que satisfecho con su trayectoria profesional y su situación familiar, y en el futuro solo se plantea dar charlas sobre su método de inversión, que se basa en detectar fraudes contables, estafas piramidales o malas prácticas en la gobernanza de empresas, para después denunciarlos (ante las autoridades y públicamente) y, ya de paso, sacar provecho de las apuestas en corto contra las compañías de sus víctimas.
Anderson publicó una carta abierta donde explicaba su decisión de disolver la firma de análisis Hindenburg Research, que fundó en 2017. La forma en que actúa esta empresa, que ni siquiera está regulada, es similar a la de Gotham City Research, que en su día destapó el caso Gowex y el año pasado cargó contra Grifols.
En el caso de Hindenburg, en su corta trayectoria ha ganado notoriedad mundial por atreverse con caza mayor: denuncias contra grupos financieros con mucho tamaño y poder. Tal vez el caso más sonado es cuando puso los focos sobre el empresario indio Gautman Adani, cuando éste era el tercer hombre más rico del mundo y el primero de Asia, en 2023. El inversor bajista publicó un explosivo documento de 100 páginas en el que acusaba al conglomerado Adani Group de cometer fraude contable durante décadas y enriquecerse manipulando las cotizaciones de sus filiales en los mercados, especialmente las de siete compañías que se revalorizaron un 819% en solo tres años. El impacto de la denuncia de Hidenburg Research fue brutal y la fortuna de Adani pasó de 200.0000 millones de dólares a 100.000 millones, en poco más de una semana. A 1.000 millones de desplome por cada página del informe.
En la carta abierta publicada ayer, el inversor bajista señala que la decisión de echar el cierre al “sueño de su vida” no responde a ninguna causa concreta, aunque apunta que “la intensidad y el enfoque” necesarios han supuesto a cambio el precio de “perderse mucho del resto del mundo y de la gente que me importa”. Por otra parte, Anderson avanza su interés en compartir con el público el conocimiento acumulado en la firma estos años, así que durante los próximos seis meses tiene previsto trabajar en una serie de materiales para poner a disposición de los interesados el modelo de Hindenburg y cómo ha llevado a cabo sus investigaciones.
Como Hidenburg Research no es una gestora de fondos ni una firma regulada, hay muy poca información sobre cuánto dinero han ganado Anderson y sus colaboradores con las diferentes operaciones. En diversas entrevistas, siempre ha asegurado que su principal motivación no era ganar mucho dinero, sino destapar fraudes. Pero, por el camino, ha conseguido un patrimonio como para no preocuparse el resto de su vida. De acuerdo con la firma Bloomberg, el inversor vive con su familia en un apartamento de lujo en Manhattan (Nueva York). Eso sí, de solo dos dormitorios.
El inversor nació en 1984 o 1985 (ni eso está claro), creció en Connecticut y estudió en un colegio público, en una escuela judía ortodoxa y en una universidad pública. A diferencia de otros inversores en corto, como Bill Ackman, Anderson siempre ha tenido un perfil público muy discreto. Nunca va a conferencias financieras, ni a actos benéficos o políticos. Ni a la televisión. Tan solo ha concedido algunas entrevistas para medios especializados como el Wall Street Journal, y hay pocas fotografías suyas. La propia actividad de la inversión bajista y activista hace que los inversores siempre caminen sobre la cuerda floja, porque algunos son acusados por sus presas de divulgar información falsa para provocar la caída de la acción, incurriendo un delito de manipulación de mercado.
Anderson también se enfrentó a algunos de los inversores más famosos de Wall Street, entre ellos otro activista, Carl Icahn. Un informe publicado por Hindenburg en 2023 sobre Icahn Enterprises hizo caer las acciones de la empresa un 20% y obligó al multimillonario a reestructurar sus préstamos personales. “Todos hemos trabajado muy duro, centrándonos en la precisión y dejando que las pruebas dicten nuestras palabras”, escribió Anderson en el anuncio del miércoles. “A veces esto significaba dar grandes volantazos y asumir luchas que son mucho más grandes que cualquiera de nosotros como individuos”.
Otra de las muescas en el revolver de Anderson es la empresa de camionetas eléctricas Nikola Corporation. El que fuera el primer informe influyente de Hindenburg, en septiembre de 2020, se alegaba que la empresa mentía sobre su tecnología y el rendimiento de sus productos. La Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos (SEC, en inglés) y el departamento de Justicia investigaron estas afirmaciones y Trevor Milton, fundador de Nikola, fue finalmente condenado por cargos de fraude.
En la misiva de Anderson explica que algunos de los once colaboradores de su firma de análisis tienen previsto comenzar su propia empresa de investigación, añadiendo que les brindará su apoyo, aunque no tendrá ninguna participación personal. “Casi 100 personas han sido acusadas civil o penalmente por los reguladores, al menos en parte gracias a nuestro trabajo, incluidos multimillonarios y oligarcas”, destaca Anderson. “Sacudimos algunos imperios que sentíamos que necesitaban ser sacudidos”.