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El dinero de Madrid busca la discreción y exclusividad de los clubes y las casas privadas

Las gestoras de fondos y los asesores patrimoniales pagan las cuotas para poder utilizar estos espacios

Miguel Moreno Mendieta
Club Monteverdi
Uno de los salones del Club Monteverdi

Un lunes cualquiera de abril, a las 12 y media del mediodía varios Mercedes con chófer estacionan frente al número 36 de la calle Almagro, en el barrio madrileño de Chamberí. En el portal de este edificio aristocrático hay un hormigueo de directivos trajeados que entran y salen. Pero no es un hotel, ni un restaurante, ni unas oficinas. Nada indica en la puerta qué hace que se congreguen allí algunos de los gestores de fondos más poderosos del país. Ya en el zaguán, una discreta pista: una placa indica que en la primera planta está el Club Monteverdi, uno de los clubes privados más exclusivos de Madrid, muy demandado por profesionales de la gestión de activos. Su acceso está reservado a socios e invitados.

Ese lunes, el anfitrión del encuentro era BlackRock, la gestora de fondos más grande del mundo –con un patrimonio administrado de más de nueve billones de dólares (8,3 billones de euros), de los que 41.000 millones de euros se corresponden con fondos distribuidos en España–. La firma celebra el Iberia Investment Day, al que ha acudido buena parte de la cúpula de la entidad, incluido su presidente y fundador Larry Fink. Como aperitivo a los eventos principales, la gestora ha invitado a responsables de los mayores bancos del país al Club Monteverdi a escuchar a los estrategas y gestores de la firma.

Salón para conciertos del Club Monteverdi.
Salón para conciertos del Club Monteverdi.

El club, inaugurado hace dos años, tiene su sede en un antiguo piso de la planta noble del edificio. Su decoración, moderna y exquisita, ha corrido a cargo de Lorna de Santos. Suntuosos salones, piezas de arte y coleccionismo, salas surtidas con las bebidas más selectas, decoraciones florales en cada esquina... son el marco de las reuniones de negocios. En su web se explican los diferentes tipos de socios. El apartado en el que se enumeran los destalles de la membresía corporativa está ilustrado con una botella de cognac y un fajo de billetes de dólar.

Las cuotas para acceder a la membresía

  • Pago anual.  Las firmas que quieren organizar eventos en clubes privados tienen que pagar una cuota anual de membresía. Aunque en las páginas web de estas entidades no se especifica, los pagos pueden ir de los 2.000 a los 5.000 euros, en función de los servicios que están incluidos.
  • Eventos.  Ser socio da el derecho a acceder a las instalaciones, pero para organizar un evento hay que reservar y pagar el espacio. Es el propio club quien cuenta con los servicios de catering y cocina para poder ofrecer cócteles o comidas a los invitados de sus socios. Muchos de estos clubes organizan también veladas culturales.

“Para nosotros está siendo muy práctico ser socios de un club como este”, explica el máximo responsable en España de otra gestora estadounidense que también utiliza las instalaciones del Monteverdi. “Es más fácil a la hora de reservar espacios y te da una exclusividad que no la tienes en un hotel, donde se pueden estar celebrando varios eventos simultáneamente, de diferentes firmas”.

Otro de los lugares de referencia para el mundo del dinero madrileño se esconde en un suntuoso chalet en el barrio de El Viso de Madrid, una zona donde residen Ana Botín (presidenta de Banco Santander) y Francisco González (ex presidente de BBVA). Casa Club está situado en la calle Pinar 17, junto a la residencia del embajador francés y la embajada de Pakistán y es uno de los clubes más discretos. Un alto muro impide ver el interior de la parcela. Allí se celebran reuniones de políticos y empresarios, y varias firmas de gestión de activos lo utilizan para presentaciones para clientes. La finca dispone de una superficie de 900 metros cuadrados.

Un evento en Casa Club.
Un evento en Casa Club.

A pocos metros de allí se encuentra la Fundación Pons, en otro chalet, de estilo afrancesado, en la que se organizan también todo tipo de eventos corporativos.

Además de los clubes privados, hay gestoras que están optando por utilizar lo que eran viviendas particulares para reconvertirlas en oficinas. La firma belga DPAM se ha mudado hace unos meses a un exclusivo piso también en El Viso. Un tríplex que cuenta con una piscina privada en el ático. La gestora utiliza el espacio tanto para alojar a directivos que vienen de Bruselas a hacer presentaciones, como para organizar eventos con firmas de banca privada y selectores de fondos que estén interesados en los productos de la firma. “Al final, todos están encantados, porque es un espacio muy cómodo, cercano y exclusivo”, explican desde la firma. También la gestora vinculada a Deutsche Bank, DWS, se acaba de mudar a un piso dúplex, en el Paseo de Recoletos. “Aquí podemos organizar eventos con mayor tranquilidad que en los hoteles”, apuntan en la entidad, que espera organizar los primeros eventos para clientes aprovechando las agradables noches de la primavera madrileña.

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Sobre la firma

Miguel Moreno Mendieta
(Madrid, 1979) es licenciado en Derecho y Economía por la Universidad Carlos III. También cursó el Máster de Periodismo de El País. Se incorporó al periódico Cinco Días en 2006, tras pasar por la web de El País y Mi cartera de Inversión. Escribe sobre el sector financiero, con un foco especial en fondos de inversión y los seguros.

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