¿Cómo salvar al salmón salvaje?
En Islandia, la acuicultura en aguas abiertas amenaza a la especie. La fuga al mar de miles de ejemplares propaga parásitos y enfermedades. La tasa de mortalidad es del 5%
Estamos hablando del futuro del salmón salvaje”. Son palabras de Jón Kaldal, portavoz del Fondo Islandés para la Vida Silvestre. Entramos en los Fiordos del Oeste, un territorio de 9.409 km2, esculpido por glaciares y acantilados, cubierto por páramos de tundra y dibujado por una sucesión de cabos y bahías retorcidas donde desembocan pequeños ríos. En la zona más próxima al círculo polar ártico del país apenas viven 7.000 personas y un tercio de esta población se dedica a la ...
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Estamos hablando del futuro del salmón salvaje”. Son palabras de Jón Kaldal, portavoz del Fondo Islandés para la Vida Silvestre. Entramos en los Fiordos del Oeste, un territorio de 9.409 km2, esculpido por glaciares y acantilados, cubierto por páramos de tundra y dibujado por una sucesión de cabos y bahías retorcidas donde desembocan pequeños ríos. En la zona más próxima al círculo polar ártico del país apenas viven 7.000 personas y un tercio de esta población se dedica a la acuicultura del salmón en mar abierto. La industria salmonera es el principal motor económico de esta comarca, además de la principal amenaza para la supervivencia de la especie.
En las frías aguas de los fiordos se reparten decenas de redes de 35 metros de diámetro y 18 metros de profundidad. En estos corrales se pueden acumular hasta 120.000 salmones durante los 24 meses de su cría. Luego son sacrificados. “Es una forma monstruosa de producir alimentos”, considera Kaldal. Los parásitos y las enfermedades se propagan libremente entre el salmón de piscifactoría, causando la muerte de buena parte de su población, según los conservacionistas. La tasa de mortalidad es del 5%, cifra la empresa Arctic Fish, una de las principales del sector.
La población ha pasado de entre 8 y 10 millones a solo 3 y 4 en 53 años
La industria del salmón de cultivo en mar abierto está en auge en países como Noruega, Escocia, Irlanda y también en Islandia, su último caladero. Son la principal causa de la disminución del salmón salvaje en el Atlántico, advierten los expertos. En 1970 su población se situaba entre 8 y 10 millones de ejemplares, de acuerdo con Salmon and Trout Conservation Scotland. Ahora quedan entre 3 y 4 millones. En Islandia, tan solo 60.000. El reto ahora pasa por la propia supervivencia de la especie.
Amenaza genética
A finales de agosto pasado miles de peces de salmonicultura se escaparon en los Fiordos del Oeste, “causando daños irreversibles a la población de salmón salvaje”, cuenta Elvar Friðriksson, director de la ONG North Atlantic Salmon Fund. Desde entonces han aparecido en varios ríos de la región, confirma el Instituto de Investigación Marina y de Agua Dulce (MRI) de Islandia. Aletas rotas, cola redondeada, piel devorada por los parásitos, branquias desgastadas y hocicos desfigurados. “Para mí esto no es un salmón”, afirma el pescador Sigurdur Thorvsalds, mientras sostiene uno de los peces fugados en el río Langadalsá. Para él es sencillo distinguir uno de piscifactoría, procedente de una cepa noruega, de su primo salvaje.
El problema llega con los mestizos. Los estudios han demostrado que el cruce entre ambas especies produce crías que maduran demasiado rápido, lo que les impide reproducirse en la naturaleza. Así lo defiende en su informe Leo Guðmundsson, biólogo del Instituto de Marina de Islandia. “Si queremos salvar el salmón, tenemos que cambiar la industria”, opina Yvonne Chouinard, fundador de Patagonia. La conocida marca de ropa es uno de los actores implicados en la protección de la especie. “Necesitamos prohibir nuevas granjas y eliminar las existentes”, apunta Kaldal.
Desde agosto, las manifestaciones se repiten en el país y el Gobierno islandés tomará medidas. De hecho, en 2024 entrará en vigor la nueva ley de acuicultura de Islandia, que establecerá una mayor regulación ambiental y estándares más altos para la salmonicultura en el mar. Para muchos, no es suficiente, aunque es el comienzo. “Sin una acción drástica, el salmón salvaje se enfrenta a la extinción”, alerta Chouinard.
Polonia, Francia y EE UU fueron los mayores mercados en 2022, según la FAO. Solo el país estadounidense importó ese año unas 499.300 toneladas por un importe de 6.256 millones de dólares (5.760 millones de euros), un 3% más en volumen y un 19% en valor.
The New Fish. Este libro de Simen Sætre es fruto del trabajo de cinco años de investigación sobre la acuicultura del salmón en Noruega. En este país también han presenciado los efectos negativos del salmón de piscifactoría que se ha escapado. “La mezcla de genes extraños reforzará este impacto negativo”, avisa Ola Elvestuen, exministro de Clima y Medio Ambiente de Noruega.
Compromiso. Patagonia es una de las multinacionales implicadas en la lucha contra el cambio climático. Su campaña Protect our oceans batalla contra la pesca de arrastre y la preservación de los fondos marinos.
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