Urbes digitales, verdes y humanas
Más allá de edificios conectados con fotovoltaica y eólica, se busca la participación de Gobiernos, empresas y ciudadanos en la descarbonización de los centros urbanos. La solar triunfa en las infraestructuras frente a la eólica. En España, hasta ahora, solo se han creado viviendas ‘smart’
El tema de apertura del suplemento entorno versa sobre las ciudades renovables e inteligentes que buscan también el bienestar ciudadano. Cada vez los municipios más grandes y las pequeñas metrópolis actúan ya para combatir el cambio climático debido a que el 70% de las emisiones se producen en los núcleos urbanos y a que comienzan a padecer los efectos del calentamiento global: calor extremo, sequías, inundaciones o lluvias intensas. Carbon Disclosure Project, un organismo sin fines de lucro, registra ya más de 1.000.
Unas urbes que divulgan sus planes de reducción de emisiones o sus metas de expansión de renovables, entre otras medidas, y entre las que figuran las españolas Vitoria-Gasteiz, Barcelona, Madrid, Zaragoza y Murcia. La fuente de energía que más se instala es la solar, en detrimento de la eólica, y su gestión se hace con sensores o analítica de datos. Pero el objetivo ahora no es solo crear ciudades verdes e inteligentes, sino también fomentar la participación ciudadana en la acción climática para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Es el caso de Chicago, Atenas o Viladecans.
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Se hace un balance sobre el negocio renovable: días de escaso sol y rachas de viento. Las grandes empresas eólicas y solares (Iberdrola, Endesa, Grenergy, Acciona Energía o Solaria, entre otras) compiten por unas energías que les cuesta ser rentables. La subida de tipos y el gran número de operadores, entre los motivos. La aparición de productores independientes ha fragmentado el sector en la última década y los expertos apuntan hacia la consolidación. Las compañías con balances más sólidos estarán mejor situadas.
En la energía solar, los pequeños instaladores copan el 40% del mercado del autoconsumo fotovoltaica. En España, 446 empresas se dedican colocar paneles solares, pero solo 15 realizan el 57% de la actividad. La rentabilidad, la facilidad de la instalación, la eliminación de las barreras administrativas y los incentivos locales son algunas de las razones de la eclosión del negocio. Las compañías consideran que la atención al cliente posinstalación es fundamental. Unef certifica con un sello a las empresas para evitar fraudes al consumidor.
Respecto al almacenamiento el fururo va por las plantas híbridas: producir y acumular energía. El mercado mundial de baterías crecerá un 25% en los próximos años. España espera alcanzar los 22 GW de capacidad en 2030. Hoy se desaprovecha hasta un 19% de la energía renovable con pérdidas de 160 millones de euros por la falta de acumuladores.
En la energía hidráulica, las nuevas tecnologías comienzan a transformar las centrales pasito a pasito. La inteligencia artificial y las centrales de bombeo están cambiando la forma de producción. El objetivo: elevar la seguridad y la eficiencia de las presas. Por ejemplo, con un vehículo autónomo que recorre las plantas, Iberdrola mide el nivel y la velocidad del agua, y Endesa ha creado un gemelo digital de sus instalaciones a partir de sus sensores para detectar fallos.
Cuando triunfa la economía circular, crece el interés por la biomasa: la energía oculta entre bosques y lodos cobra protagonismo. Los residuos forestales y los restos orgánicos procedentes de alimentos y depuradoras son la base de la producción de esta fuente de energía. Numerosos proyectos demuestran su potencial, como el cambio de las calderas de gas o diésel por biomasa: Valladolid es la ciudad con más redes de calor de este tipo, señalan desde Afabior. Hay también nuevos usos. Los restos de madera forestal se prueban ahora para la producción de herbicida natural, para sustituir el polémico glifosato.
Entre las energías minoritarias destaca la geotermia, pieza crucial en la construcción de urbes sostenibles. Se espera que alcance el 5% del suministro eléctrico mundial para 2050. Sus aplicaciones varían desde la industria hasta las viviendas. Puede ser muy útil para los sectores que funcionan de manera ininterrumpida, como la industria alimentaria. Ventajas: es una fuente de calor constante que no depende de la climatología como la solar o la eólica.
En plena Guerra de Ucrania emerge el desafío del hidrógeno verde, la molécula clave para descarbonizar toda la cadena de valor. Los grupos energéticos ven en este vector un complemento importante para la electrificación. Las inversiones proyectadas en España alcanzan los 21.000 millones y sitúan al país solo por detrás de Estados Unidos. La incógnita es cómo convive con otras tecnologías.
Para la industria el desafío es ¿cómo lograr una producción y un suministro local? La independencia total es una utopía; sin embargo, es posible aprovechar los recursos que se tienen. Los incentivos fiscales y las ayudas son claves. Las compañías recurren a la ampliación del inventario y la colaboración entre empresas. La analítica predictiva y la diversificación de proveedores ayuda también frente al desabastecimiento.
Sobre las tendencias: las tecnologías que vienen: más eficientes, baratas y menos dependientes de China. El sector fotovoltaico apuesta por nuevos materiales como la perovskita, mientras, la actividad eólica gira hacia el mar. El gasto mundial en solar superará en 2023 por primera vez al de petróleo, según la AIE. Los costes de las turbinas terrestres han caído un 74% entre 1974 y 2022, hasta los 1.274 dólares el kW.
En Innovación: ‘blockchain’ para poner el punto verde sobre la í de las energías limpias. Este método se encuentra aún en fase de despegue debido a su complejidad. Grandes empresas españolas ya lo exploran por sus ventajas: Iberdrola lo usa ya para acreditar el origen renovable de la electricidad en los contratos PPA y Repsol desarrolla un nuevo distintivo nominal y mensual, compatible con la futura web3.
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