Rusia, una debacle económica que se cocina a fuego lento
La economía del gigante euroasiático comienza a dar muestras de debilidad tras tres años de sanciones occidentales. Los analistas anticipan que mayores presiones por parte del Gobierno de Donald Trump podrían obligar a Moscú a sentarse en la mesa de negociación
Tras tres años de guerra y 15 paquetes de sanciones europeas, las medidas de Occidente finalmente parecen haber penetrado la armadura económica de Rusia. La amenaza de mayores represalias por parte del Gobierno estadounidense, sumadas al corte definitivo de las exportaciones de gas natural a Europa por vía terrestre, están complicando el financiamiento de una guerra estancada contra Ucrania. En este contexto, los expertos ponderan que el Ejecutivo de Vladimir Putin se encuentra entre la espada y la pared: si no se sienta en la mesa de negociación, será cuestión de tiempo que su economía comience a desplomarse.
“La economía rusa ha sido excepcionalmente resiliente, mucho más de lo que pensábamos. Sin embargo, estamos empezando a ver a nivel macroeconómico que el país está sufriendo por los tipos de interés altos y la inflación. Por otro lado, aunque la población ha mostrado apoyo a Putin, creo que está llegando a un punto insostenible”, explica a este diario Ángel Saz-Carranza, director del centro de geopolítica y empresa EsadeGeo.
A pesar de esto, Saz-Carranza añade que Rusia es una “dictadura férrea”, y que eso podría ayudarle a sostener la actual situación, incluso si el ámbito económico se complica. “Rusia puede seguir adelante. Sin embargo, esto va a ser cada vez más costoso si se mantienen o se profundizan las sanciones. Es sostenible por su tipo de estructura política, pero la economía se va a ir degradando”, asegura el experto.
Alexandra Prokopenko, investigadora del Centro Carnegie para Rusia y Eurasia, expresa una perspectiva similar en un análisis reciente. “En los últimos dos años, la economía rusa ha funcionado como un maratonista en esteroides fiscales, y ahora esos esteroides están perdiendo efecto. El crecimiento se está desacelerando, los sectores clave se están enfriando y los argumentos que sustentan las afirmaciones de Putin sobre la invulnerabilidad económica se están desmoronando”, evalúa la experta
Una foto engañosa
En apariencia, la economía rusa parece sostenerse. De hecho, el Kremlin defiende que los indicadores macroeconómicos de su país muestran resiliencia. “El año pasado el déficit se estimó en el 1,7% del PIB. Se trata de un nivel aceptable, sobre todo si lo comparamos con el estado de las finanzas públicas en algunas de las llamadas economías desarrolladas. En 2024, la relación déficit presupuestario respecto al PIB se estimó en un 6,2% en Estados Unidos, otro 6,2% en Francia, el 3,8% en Italia, un 3,7% en Japón y un 2,2% en Alemania”, declaró Putin en una conferencia reciente.
El presidente ruso también ha resaltado que su economía estaría diversificándose más allá de las exportaciones de combustibles fósiles. Además de unos ingresos adicionales de 1,3 billones de rublos (unos 12.000 millones de euros) por el gas y el petróleo en 2024, el mandatario ha resaltado que los ingresos presupuestarios no relacionados con estas materias primas aumentaron un 26%, alcanzando los 25,6 billones de rublos (unos 850.000 millones de euros). “Esto indica que el Tesoro estatal posee ahora una base de ingresos fiable, que depende considerablemente menos de las condiciones externas en los mercados de materias primas”, afirmó el líder ruso. Cabe mencionar que Europa sigue importando el 13% de su gas natural de Rusia, según Eurostat.
Los analistas, no obstante, coinciden en que esta lectura es engañosa. Un ejemplo de esto sería que el Banco Central de Rusia ha advertido de forma reiterada que la economía rusa se está sobrecalentando y que la inflación no se reduce, a pesar de haber llevado las tasas de interés a un máximo de dos décadas del 21%. El servicio de estadísticas ruso indicó que la inflación en 2024 fue del 9,5%, frente al 7,4% del año anterior (muy por encima de su objetivo del 4%). En consecuencia, productos de la cesta básica (como el pan, la mantequilla, los huevos o los vegetales) se han encarecido enormemente en el último año.
“A primera vista, la economía rusa está creciendo en cifras, principalmente gracias a los ingresos provenientes de la exportación de energía. Sin embargo, un análisis más detallado revela problemas importantes. Las empresas enfrentan mayores costes y problemas de pago debido a las sanciones, mientras que el alto gasto estatal ha alimentado la inflación y la escasez de mano de obra. Rusia también está tratando de robar tecnología industrial y propiedad intelectual de la UE, una señal de que no es capaz de reemplazar las importaciones de la Unión con producción nacional”, asegura una portavoz de la Comisión Europea a CincoDías.
En esta coyuntura, cabe resaltar que la inversión en defensa es cada vez más relevante. Según fuentes oficiales, el gasto militar en 2025 el será el 41% del gasto público en el país euroasiático. “La rápida expansión del gasto público ha sido el principal motor del reciente crecimiento económico de Rusia. Entre 2022 y 2024, el estímulo fiscal ascendió a más del 10% del PIB, mientras que las carteras de préstamos preferenciales en el sector bancario superaron los 15 billones de rublos [140.000 millones de euros]. Este gasto extraordinario ha convertido al complejo militar-industrial en el principal motor de la expansión económica. Sin embargo, se están haciendo visibles las grietas. En el tercer trimestre de 2024, el crecimiento del PIB se había desacelerado al 3,1%, frente al 4,1% del trimestre anterior. Si bien las industrias vinculadas a la producción de defensa siguen creciendo, su ritmo está muy por debajo de los niveles del año pasado”, apunta Prokopenko.
La investigadora agrega que el Kremlin enfrenta el desafío creciente de sostener el esfuerzo bélico y financiar programas sociales y de infraestructura. “Mantener simultáneamente una inflación baja y un rublo estable resulta cada vez más insostenible. Si no se hacen correcciones significativas, el impulso actual puede flaquear en el plazo de un año. Para 2026 o 2027, los desafíos fiscales y sociales que ahora se vislumbran en el horizonte podrían hacer metástasis y convertirse en una crisis”, sentencia la experta del Centro Carnegie.
En cuanto a las sanciones, desde la Comisión Europea resaltan que eludir las medidas también tiene un alto coste. “Para Rusia es más complejo, más caro y más lento importar bienes sustitutos, que a menudo son de menor calidad. La UE, junto con Estados Unidos, Reino Unido y Japón, ha acordado una lista común de artículos de alta prioridad. Hemos instado a terceros países a prohibir la reexportación de estos productos a Rusia, ya que es casi seguro que serán utilizados por el ejército ruso en el campo de batalla en Ucrania”, añaden desde Bruselas.
Asimismo, desde el Ejecutivo comunitario subrayan que el último paquete de sanciones tiene como objetivo reducir la capacidad de acción de la flota paralela de Rusia, así como seguir combatiendo la elusión de sanciones. “Mientras Rusia sigue buscando formas de evadir el tope del precio del petróleo, la UE está decidida a reforzar las medidas para ayudar a prevenir dicha evasión. Es por eso que en el nuevo paquete, Bruselas se centró en 52 nuevos buques de la flota paralela de Rusia, aumentando el número total de dichas listas a 79. También incluyó importantes listas de personas y entidades relacionadas con el complejo militar industrial ruso y aumentó la protección jurídica de los Depositarios Centrales de Valores de la UE”, ha señalado una portavoz de la Comisión Europea.
Golpe a las empresas
Para las compañías rusas también se está haciendo cada vez más complejo seguir adelante. Un ejemplo de esto es el gigante Gazprom, que está considerando un recorte masivo de personal que podría afectar hasta a 1.500 personas. “Es evidente que hay resiliencia, pero hay empresas rusas que tienen problemas. Esta guerra no es sostenible más allá de un tiempo, quizás unos cinco años. Con Trump probablemente se va a realizar un primer impulso para intentar negociar e intentar que se acabe una guerra que a todos les conviene que se termine. Sin embargo, el resultado es incierto porque las posiciones están muy encontradas. Va a ser muy complicado. Rusia no puede mantener eternamente esta situación”, indica Santiago Carbó, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia.
Dicho esto, algunos expertos calculan que el daño a la economía se está volviendo irreparable. “Las empresas occidentales se han ido del país y no hay muchas perspectivas de que regresen. Rusia está perdiendo el acceso a la tecnología occidental a pesar de los esfuerzos por eludir las sanciones mediante transbordos a través de otros países. Asimismo, el país se enfrenta a una fuga masiva de cerebros. Algunas estimaciones superan los 800.000, además de los soldados perdidos o heridos en el campo de batalla, que serían unos 700.000”, expresa Mark Sobel, presidente del think tank Omfif en Estados Unidos, en un análisis reciente.
Trump y China
En esta situación, el margen de maniobra del Gobierno de Vladimir Putin es cada vez más reducido. Así, los expertos consultados coinciden en que la nueva Administración estadounidense marcará la pauta en el futuro del conflicto y de la economía rusa. No obstante, resaltan que la ambigüedad en las decisiones del presidente reelecto es también un factor a considerar. Recientemente, Estados Unidos aplicó sanciones más contundentes contra las exportaciones de crudo ruso. Asimismo, el Donald Trump indicó que aplicaría mayores medidas contra Moscú si las negociaciones de paz no avanzaban.
“Trump es una máquina de incertidumbre. Por un lado, a medio plazo puede ser lo que Putin ha estado esperando para congelar el conflicto y darle un respiro a Rusia. Por otra parte, según vayan las conversaciones, podría ponerles en una situación aún peor. Todo puede variar dependiendo de quién lleve la voz cantante y de la influencia que tengan Marco Rubio u otros políticos. También depende de si Europa se pone seria y deja de comprarles gas totalmente”, apunta Ángel Saz-Carranza
Durante una conferencia en el Foro Económico de Davos, Trump invitó a China a cooperar para que Putin se acerque a las negociaciones de paz. En este contexto, el principal aliado comercial del Kremlin podría ser un interlocutor clave que también determinará el futuro del país más allá de la guerra. “Rusia no tiene la competitividad de China o de Brasil. Lleva mucho tiempo con ineficiencia en su sistema económico y no cuenta con las tecnologías más pujantes. Por este motivo, en términos económicos queda al albur de sus socios y puede sufrir si no tiene el apoyo de China y de los BRICS”, argumenta Carbó.
En esta línea, Saz-Carranza pondera que China e India jugarán un papel clave para el futuro del gigante euroasiático. No solo en las negociaciones de paz, sino sobre todo en el escenario que vendrá después. “Si Rusia no ha caído antes es por sus aliados. En el futuro, seguirá siendo una autocracia y probablemente sea una potencia regional en el mundo no occidental. El negocio del gas seguramente no se recuperará, pero no creo que sea un estado paria. Su relación con China será más fuerte y su relación con occidente será mínima”, pronostica el experto.