Luces y sombras de la ampliación de la Unión Europea
La incorporación de nuevos Estados miembro al bloque europeo garantiza una mayor fortaleza económica y geopolítica, pero supone también algunos retos institucionales y de gobernanza que preocupan a países como Francia o Alemania
La Unión Europea (UE) quiere crecer y fortalecerse ante los desafíos políticos y económicos en el escenario global. Albania, Bosnia y Herzegovina, Kosovo, Montenegro, Macedonia del Norte, Serbia, Georgia, Moldavia, Ucrania y Turquía son los posibles candidatos para incorporarse a los Veintisiete. No obstante, cada proceso de adhesión supone retos distintos: si bien hay un relativo consenso en los posibles beneficios económicos que esta iniciativa puede traer, algunos expertos cuestionan si el proceso es viable o necesario.
Para el actual liderazgo de la Comisión Europea (CE), concretar la ampliación es fundamental para lograr una mayor autonomía en la región. “El tenso contexto geopolítico hace que sea más urgente que nunca que completemos la reunificación de nuestro continente, bajo los mismos valores de democracia y Estado de derecho”, indicó hace unos días la presidenta del ejecutivo comunitario, Ursula Von der Leyen, durante la presentación del “paquete de ampliación de la UE”, un balance que retrata la evolución de los candidatos a estados miembro.
El proyecto recobró impulso entre 2023 y 2024, particularmente tras el inicio de las negociaciones de adhesión con Ucrania y Moldavia en junio de 2024. Asimismo, la Comisión Europea ha reportado nuevos avances en los procesos de Albania, Montenegro, Bosnia y Herzegovina, y Macedonia del Norte. En contraste, los procesos de Georgia, Kosovo, Turquía y Serbia siguen relativamente congelados debido a factores políticos. En específico, la candidatura de Turquía es la más estancada, gracias a las discrepancias con el Gobierno autoritario de Tayip Erdogan.
“La ampliación es una oportunidad histórica tanto para los países adherentes como para los actuales Estados miembros y la UE en su conjunto. Una Unión más grande y más fuerte tiene importantes ventajas socioeconómicas, políticas y de seguridad. También tiene mayor peso geopolítico e influencia en el escenario global, incluso como socioeconómico. Esto también ayuda a reducir las dependencias externas, mejora la resiliencia y nos permite actuar de manera más autónoma cuando es necesario”, ha explicado una portavoz de la Comisión Europea a CincoDías.
“Teniendo en cuenta este impulso político, un escenario positivo para el decenio de 2030 es una UE de unos treinta Estados miembros. Uno o dos países de los Balcanes Occidentales podrían sumarse a la unión como miembros de pleno derecho. El resto se integrará estrechamente a sus instituciones y políticas mientras avanza por el arduo camino de las negociaciones de adhesión. Georgia, Moldavia y Ucrania se integrarán más profundamente en el ecosistema de la UE gracias al dinero, las instituciones y las políticas de la unión, a pesar de los formidables desafíos a su soberanía y estabilidad. La esfera de influencia de la UE se convertirá en una realidad aún más palpable de lo que es hoy”, indicó Dimitar Bechev investigador de Carnegie Endowment for Peace en un análisis reciente.
Beneficio económico
La portavoz del ejecutivo comunitario resalta que la última ampliación convirtió a la UE en el mayor mercado integrado del mundo, y anticipa que las nuevas membresías traerían beneficios similares. “Abrió los flujos comerciales y financieros, contribuyendo así al crecimiento económico tanto en la UE como en los países candidatos, y fortaleció el peso de la UE en los asuntos mundiales. Duplicó la inversión extranjera directa entrante como porcentaje del PIB entre 2004 y 2012 y dio como resultado ganancias agregadas en el bienestar en toda la UE”, añade la portavoz.
Desde el ejecutivo comunitario, aseguran que la ampliación también fortalecería la competitividad y el potencial de crecimiento del Mercado Único, “creando nuevas economías de escala y oportunidades para los ciudadanos y las empresas de la UE”. Asimismo, resaltan de la extensión de la UE podría impulsar la seguridad energética y promover estándares ambientales, sanitarios, sociales y de consumo más elevados, así como la acción climática global. “Lo más fundamental es que una ampliación bien gestionada expande y consolida la democracia, el Estado de derecho, la estabilidad, la seguridad externa e interna y el respeto de los derechos fundamentales en todo nuestro continente”, expresa la portavoz de la CE.
Ucrania y los Balcanes
La mitad de los países que están postulando para integrarse a la UE se encuentran en los Balcanes y ya comparten fronteras con estados miembro. Por este motivo, el bloque ha estado invirtiendo de forma sostenida en la región durante las últimas décadas. Un ejemplo de esto es el Plan de Crecimiento de la UE para los Balcanes Occidentales, que tiene como objetivo llevar algunos de los beneficios de la membresía a la región antes de la adhesión, abriendo áreas clave del mercado único, impulsando el crecimiento económico y acelerando la tan necesaria convergencia socioeconómica con la UE.
“El impulso de la integración económica dentro de los Balcanes Occidentales a través del Mercado Común Regional, basado en las normas y estándares de la UE, podría añadir potencialmente un 10% a sus economías. El Plan de Crecimiento está respaldado por un Mecanismo de Reforma y Crecimiento de 6.000 millones de euros para los Balcanes Occidentales para el período 2024-2027 para incentivar las reformas”, apunta la portavoz de la CE.
Desde Bruselas explican que, para acceder a la financiación en el marco del Plan de Crecimiento, los socios deben preparar una agenda de reformas que abarque tanto las reformas socioeconómicas como las reformas fundamentales. Así, los pagos se realizan únicamente tras el cumplimiento de las reformas acordadas. Por el momento, la Comisión ya ha aprobado las agendas de reformas de Albania, Kosovo, Montenegro, Macedonia del Norte y Serbia tras la opinión positiva de los Estados miembros de la UE.
Los expertos, sin embargo, consideran que una de las adhesiones que más podrían sumar en términos económicos a la UE es Ucrania, uno de los candidatos más recientes. Esto se debe a que el país no solo cuenta con las segundas reservas de gas natural más grandes de Europa después de Noruega, sino que también cuenta con unos 42,5 millones de hectáreas de tierras agrícolas. No obstante, cabe resaltar que dependen en gran medida de su agricultura como fuente principal de ingresos de exportación.
“Ucrania produce un promedio de 27 millones de toneladas de trigo al año, equivalente a aproximadamente el 20% de la producción de la UE. Produce también 34 millones de toneladas al año de maíz en comparación con los 52 millones de la UE, y su producción de semillas de girasol ucranianas es casi el doble de la de la UE. Esto significa que, si bien los agricultores europeos podrían tener que aumentar la productividad, los hogares de la UE se beneficiarían significativamente”, expresan Mirek Dušek, director ejecutivo del Foro Económico Mundial y Andrew Caruana, director de Europa y Eurasia del Foro Económico Mundial, en un análisis reciente.
Reto político
A lo largo del viejo continente las opiniones están divididas sobre si la UE debería recibir nuevos miembros. La influencia de Rusia en muchos de estos países, por ejemplo, es un obstáculo evidente en el caso de Ucrania; pero que también se interpone en los procesos de Moldavia, Georgia y Serbia. El régimen de Vladimir Putin se ha manifestado en contra de la incorporación de estos cuatro países a la Unión Europea, debido a la vinculación histórica que tienen con lo que Moscú considera su área de influencia. Dicho esto, una eventual adhesión de cualquiera de estos países a la UE supondría un aumento de las tensiones con Moscú, y esto es un riesgo que los socios comunitarios tendrían que evaluar. Por otra parte, hay una división tanto geográfica como política dentro de los países miembros, con países como Austria o Croacia mostrándose muy a favor de la incorporación de nuevos miembros, Alemania y Francia menos convencidos. En particular, Polonia respalda enfáticamente la candidatura de Ucrania, mientras que Rumanía hace lo mismo con la de Moldavia.
Estas discrepancias se deben sobre todo al impacto que los nuevos miembros podrían tener sobre la toma de decisiones. A fines del año pasado Francia y Alemania pidieron reformas en la UE antes de consolidar la incorporación de nuevos miembros, argumentando que las instituciones actuales de la UE carecen de agilidad y se ven penalizadas por la complejidad y la abundancia de actores. Entre los puntos a considerar, pidieron evaluar el impacto del aumento en el número de eurodiputados, así como la unificación en las leyes electorales para las elecciones europeas. Asimismo, solicitaron que las decisiones en el Consejo de la Union Europea ya no requieran unanimidad, sino mayoría cualificada.
“En la mayoría de los países miembros, el interés en la ampliación pesa menos que la preocupación por la transformación a la que podrían dar lugar las reformas institucionales. Los posibles cambios en la correlación de fuerzas de la UE, el asunto no resuelto de la protección del Estado de derecho y los conflictos bilaterales son importantes obstáculos”, expresan Piotr Buras y Engjellushe Morina, investigadores del think-tank ECFR en un análisis reciente.
Este enfoque se traslada también al Parlamento Europeo. Mientras que el bloque socialista (S&D) y el Partido Popular Europeo se han manifestado a favor de la ampliación, algunos miembros del grupo parlamentario liberal Renew Europe han indicado que el estado actual de la UE hace inviable la incorporación de nuevos integrantes. “Con la llegada de nuevos miembros y sin reformas, la UE estará completamente paralizada. Debemos estar a la altura de este desafío y emprender una revisión de los tratados para democratizar la Unión, reforzar nuestras políticas comunes y nuestro presupuesto con vistas a futuras ampliaciones. ¡Reformemos la Unión para unificar el continente!”, expresó en abril un eurodiputado de Renew Europe, Sandro Gozi.