Crisis demográfica: ¿Está Europa camino de una ‘japonización’ de la economía?
Los expertos advierten de los efectos que el envejecimiento poblacional puede tener sobre los países miembros, sobre todo en aspectos como el equilibrio presupuestario y el mercado laboral. En esta línea, recomiendan apostar por la innovación y la inmigración para mitigar riesgos
El posible impacto de la crisis demográfica en la economía europea preocupa a los expertos. Las proyecciones más recientes de la Comisión Europea anticipan que la población de la Unión alcanzará el máximo de 453 millones en 2026, para después hundirse hasta 432 millones en 2070, con un aumento considerable de la porción poblacional mayor de 50 años. En esta línea, los analistas consideran que, si los Estados miembros no toman medidas inmediatas, este cóctel de envejecimiento de la fuerza laboral y desaceleración económica, calificado por algunos expertos como “japonización” (en alusión a la crisis que el país asiático vive desde hace décadas), puede desembocar en una decadencia económica permanente para el Viejo Continente.
Pero ¿qué es exactamente la japonización de una economía? Los expertos utilizan este término para referirse a diferentes fenómenos que recuerdan a la crisis que vive Japón desde hace décadas. Por ejemplo, según los especialistas de Generali AM, el término hace alusión a un periodo de bajo crecimiento, baja inflación (o incluso deflación) y tipos de interés deprimidos, como ocurrió en Japón tras una recesión de balance en los años noventa provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria en 1992.
“El colapso del mercado bursátil agravó la crisis de balance. Una demografía deficiente, un exceso de deuda y el estallido de una burbuja de activos forman parte de la japonización. Las autoridades no consiguieron revitalizar la economía, a pesar de los enormes estímulos monetarios y fiscales”, detallan desde la firma de origen italiano.
Por su parte, Fernando Ariza, director general adjunto de Mutualidad, enfatiza la relación que este fenómeno tiene con la demografía y el equilibrio presupuestario. “La sostenibilidad del sistema de pensiones depende, en gran medida, del equilibrio entre las personas activas que cotizan y las personas retiradas que perciben prestaciones. En muchos países, la edad legal de jubilación ha sido modificada en las últimas décadas para ajustarse a los cambios demográficos. Adicionalmente, las pensiones suelen ser inferiores a los salarios, lo que disminuye el poder adquisitivo de los jubilados, reduciendo el consumo y generando presiones deflacionarias. Este fenómeno, conocido como ‘japonización de la economía’, puede resultar en un estancamiento prolongado si no se adoptan medidas para aumentar la productividad y ajustar las estructuras fiscales y laborales”, explica Ariza a CincoDías.
En esta línea, los expertos coinciden en que la UE muestra síntomas similares a los que se experimentan en Japón desde hace décadas, aunque con algunas diferencias clave que le pueden permitir evitar este destino. “Creemos que la situación japonesa es muy especial, ya que fue desencadenada por una recesión de balance en el sector bancario, dañando así de forma duradera el canal de transmisión monetaria. Durante la crisis financiera global, Europa fue la que más cerca estuvo de una situación semejante. Desde entonces, se han instalado diversas salvaguardias. Se reforzó la supervisión bancaria, se introdujeron las normas de Basilea III y el MEDE ofrece apoyo para la recapitalización bancaria. Visto desde esta perspectiva, no vemos que se avecine una japonización de Europa”, indican desde Generali.
Esta visión es compartida por otros expertos consultados, aunque resaltan que la crisis demográfica golpeará a las economías de los países miembros definitivamente. “La población envejece más deprisa que en otras zonas como Estados Unidos, la deuda pública se disparó tras la crisis sanitaria y luego la energética, la recuperación económica tarda en materializarse y las previsiones más optimistas solo esperan que el crecimiento vuelva a situarse en torno a su potencial, debido sobre todo a una productividad muy baja. Sin embargo, Europa destaca en otros aspectos, sobre todo por su capacidad para generar inflación en estos momentos y por el mayor margen de maniobra del BCE para ayudar a la economía en caso necesario”, señala a CincoDías Nabil Milali, gestor de multiactivos y overlay de Edmond de Rothschild AM.
Impacto
El efecto que tendrán estos cambios demográficos afectará a diferentes aspectos. El reporte de la Comisión Europea prevé que la participación en la fuerza laboral aumente, impulsada por los trabajadores de mayor edad y las mujeres, pero “no lo suficiente como para compensar la disminución de la población en edad de trabajar”. Como resultado, se prevé que el número de personas en la fuerza laboral disminuya un 12% (25 millones de personas) entre 2022 y 2070 en la UE o un 0,3% anual. Asimismo se estima que para ese año en Europa haya menos de dos personas trabajando por persona jubilada, una proporción similar a la que actualmente hay en Japón.
“En varios Estados miembros, la fuerza laboral se reduciría en más de una cuarta parte para 2070. También se prevé que las tasas de empleo aumenten, aunque las horas totales trabajadas disminuirían debido al envejecimiento de la población. Se prevé que el empleo en la UE aumente de alrededor del 75% de la población en edad de trabajar en 2022 a alrededor del 79% en 2070″, revela el reporte de la CE, que también proyecta que la tasa de empleo de las personas de 55 a 64 años se eleve un 10% en promedio.
Como resultado, el informe anticipa que la tasa de dependencia económica de la vejez (personas inactivas mayores de 65 años en relación con las personas empleadas de 20 a 64 años) aumentaría del 46% en 2022 al 70% en 2070. Esto significa que por cada diez personas inactivas mayores de 65 años, habrá 14 personas empleadas en 2070, frente a 22 en 2022 y 16 en 2045.
En cuanto al impacto sobre el presupuesto, el reporte proyecta que el coste total del envejecimiento (que incluye pensiones, atención sanitaria, cuidados de larga duración y gastos de educación) se incremente en la UE. “Los costes del envejecimiento ascendieron al 24,4% del PIB en 2022, incluido el 11,4% para pensiones, el 6,9% para atención sanitaria, el 4,4% para educación y el 1,7% para cuidados de larga duración. Se prevé que aumenten un 1,2% durante el periodo de proyección, hasta el 25,6% del PIB en 2070″, reza el mencionado documento.
¿Rumbo irreversible?
Los expertos consultados consideran que aún existen medidas que Europa puede tomar para no quedarse estancada. “Para evitar una japonización duradera de su economía, Europa debe mejorar su potencial de crecimiento aumentando su mano de obra y su productividad. Como recomienda el informe Draghi, Europa necesita invertir masivamente en sectores clave en los que tiene una ventaja competitiva, incluso recurriendo a más deuda compartida si es necesario. Asimismo, debe suavizar sus restricciones normativas para reducir la brecha de innovación con Estados Unidos y China, y atraer más capital extranjero”, apunta Nabil Milali.
Por su parte, Nicolas Wylenzek afirma que existen tres soluciones para afrontar la crisis demográfica: incrementar la mano de obra a través de la inmigración, hacer que la mano de obra existente trabaje más y mejorar la productividad. Dicho esto, el experto resalta que, desde su perspectiva, las inversiones en productividad representan la solución más fácil.
“Uno de los principales beneficios sería el aumento de la productividad a largo plazo en Europa. Aumento de la inversión en formación, automatización y eficiencia. Las propuestas de la Comisión Europea para fomentar la reconversión de los trabajadores y las inversiones en digitalización son avances positivos. Pueden complementar las inversiones previstas del sector privado para mejorar la eficiencia y la productividad, siendo la tecnología asociada a la inteligencia artificial un posible acelerador en numerosos sectores”, añade Wylenzek.
En cuanto a la inmigración, Wylenzek considera que la “eficacia en la respuesta” de los países al reto demográfico probablemente se convertirá en un factor clave de diferenciación entre las economías europeas. “En general, creo que España, el Reino Unido, Irlanda y, en menor medida, Portugal cuentan con la gran ventaja de que sus lenguas están muy extendidas. Aunque en estos momentos la reacción política ante la inmigración sea similar a la de otros países europeos, el hecho de tener una lengua común suele hacer que los inmigrantes se sientan más atraídos y facilita su integración”, comenta el analista.
Dicho esto, desde Wellington Management enfatizan que España, en particular, ha podido recurrir a un amplio contingente de inmigrantes latinoamericanos durante periodos de crecimiento económico anteriores. “Gracias a la posibilidad de obtener la nacionalidad tras solo dos años de residencia, España también atrae a numerosos trabajadores cualificados y personas con alto poder adquisitivo de América Latina. Se trata de un elemento clave que respalda mi visión estructuralmente positiva”, pondera Wylenzek
Adam Farstrup, director de multiactivos para América de Schroders, coincide en que la automatización y la robótica ayudarán a afrontar este reto. “La automatización elimina la necesidad de que los humanos realicen tareas rutinarias como introducir datos o responder a consultas estándar por correo electrónico, mientras que la robótica ha transformado la fabricación. La IA generativa ya está proporcionando la próxima ola de innovación al realizar los procesos cognitivos de los trabajos tradicionales de cuello blanco, como el análisis de datos, la resolución de problemas y la toma de decisiones. Los aumentos de productividad que pueden aportar estas tecnologías están ayudando a compensar algunos de los impedimentos al crecimiento y las presiones inflacionistas que ha creado la escasez mundial de trabajadores”, sostiene el experto.
Jared Franz, economista de Capital Group, no se muestra tan optimista. “No diré que es imposible revertir las tendencias de población, pero muchos países nórdicos lo han intentado y han fracasado a la hora de frenar el descenso demográfico. Han ofrecido de todo, desde incentivos financieros a programas de cuidado de los hijos, pero estas medidas no han supuesto prácticamente ningún cambio”, concluye el experto en un análisis reciente.