Rusia: ¿quién paga los platos rotos de Putin tras un año y medio de guerra?

El Kremlin enfrenta las consecuencias de su invasión a Ucrania con una inflación disparada, un PIB que se hunde y un aumento en su dependencia de China. El gasto militar crece mientras que el sector privado y el gasto social se ven perjudicados

El presidente ruso, Vladimir Putin, da la mano al presidente chino, Xi Jinping, durante el encuentro de la Nueva Ruta de la seda en PekínSPUTNIK (via REUTERS)

Las consecuencias pueden tardar, pero finalmente llegan. Tras un año y medio de guerra y 10 paquetes de sanciones europeas, la crisis económica en Rusia se profundiza. Su PIB cayó un 2,1% en 2022 y los pronósticos anticipan un hundimiento adicional del 2,5% en 2023, según la OCDE. Por si fuera poco, los últimos resultados presentados por el Banco Central de Rusia (CBR, por sus siglas en inglés) informan de que la inflación ya se sitúa en el 6%, la cifra más alta desde marzo de este año. Asimismo, el Banco Mundial proyecta que las exportaciones rusas caigan en un 4,6% y sus importaciones suban en un 4,1% este año. Pero, ¿cómo está afrontando el gigante euroasiático esta crisis? Mientras que el sector de defensa se saca provecho, los ciudadanos y el sector privado pagan los platos rotos.

Un informe publicado por la Comisión Europea el 12 de octubre corrobora que las sanciones han golpeado al país. “Las cifras demuestran que las medidas restrictivas están dando resultados. Tanto el Banco Mundial como el FMI estimaron que en 2022 el comercio de bienes y servi­cios de Rusia disminuiría significativamente. Para 2023, se prevé que las importaciones sean mayores que en 2022, mientras que las exportaciones seguirán cayendo, según el Banco Mundial, o se mantendrán casi al mismo nivel, según el FMI”, señalan desde Bruselas.

La Comisión también destaca que, si bien en la primera mitad de 2022 Rusia se benefició del aumento de los precios de los combustibles fósiles en los mercados globales, las sanciones contra las importaciones de petróleo, que entraron en vigor en diciembre de 2022, han resultado en una limitación de los ingresos de Rusia.

Cabe destacar que el petróleo, el gas y otros combustibles siguen siendo una de las principales fuentes de ingresos de Moscú. De hecho, en septiembre Rusia extendió su producción petrolera a 300.000 barriles diarios, hasta los 9,42 millones de barriles, siendo los países asiáticos como China e India sus mayores compradores debido a las sanciones de Occidente, revela un informe de S&P Commodity Insights. Asimismo, los ingresos rusos por petróleo y gas aumentaron alrededor de un 15% respecto al mes anterior y alcanzaron los 7.440 millones de dólares en ese mes, según los datos del Ministerio de Finanzas de Rusia.

El contexto geopolítico inestable, no obstante, ha debilitado al rublo y ha dificultado que el Kremlin controle la inflación. La última información publicada por el CBR corrobora que las tasas de crecimiento anual de los precios de los alimentos y combustibles están volviendo a subir en casi todas las regiones rusas tras haber caído en marzo.

El CBR también ha reportado un aumento anual en los precios de los servicios en septiembre, asociado al encarecimiento del transporte y del alquiler de viviendas. No obstante, la entidad también ha informado de un incremento en el consumo impulsado por la demanda interna, particularmente en los sectores industriales y el turismo.

Cabe destacar que los tipos de interés ya se subieron al 13% en septiembre, y que el CBR estaría evaluando subirlos aún más para contrarrestar la inflación. Dicho esto, la entidad anticipa que a finales de 2023 la inflación se situará entre el 6% y el 7%, aunque la política monetaria actual logrará que caiga hasta el 4% en 2024 y se mantenga cercana a esa cifra posteriormente.

Debilidad financiera

Esta crisis está afectando tanto al sector público como al privado, erosionando los puntos fuertes de la economía rusa. “La disminución de los ingresos energéticos y el aumento del gasto militar están debilitando las finanzas públicas y las perspectivas económicas de Rusia, a medida que las sanciones profundizan gradualmente las deficiencias económicas a más largo plazo a pesar de la resistencia a corto plazo”, advierten los analistas de Scope Ratings. Algunos sectores afectados serían las exportaciones de energía y el ahorro público, así como las inversiones extranjeras directas y el tecnológico.

Los analistas de Scope explican que los gastos relacionados con la guerra están desplazando la inversión pública y privada no militar. En su opinión, el gasto público es necesario no solo para reducir la dependencia de Rusia de las exportaciones de petróleo y gas y de las importaciones de tecnología extranjera, sino también para mejorar la productividad laboral y contrarrestar los efectos adversos de la disminución de la mano de obra y el envejecimiento de la población.

Justamente, gran parte del daño a la inversión corresponde al éxodo de las compañías extranjeras del ecosistema empresarial ruso. Según las últimas cifras, Rusia ha perdido alrededor de unos 80.000 millones de dólares en inversión por la salida de compañías extranjeras tras su invasión a Ucrania. Si bien algunas empresas como McDonald’s, Dunkin Donuts, Ikea y Starbucks han sido reemplazadas por versiones locales, su economía no se ha podido recuperar. De hecho, algunas compañías han reportado obstáculos burocráticos para liquidar sus operaciones en el país, como la francesa Danone y la danesa Carlsberg.

Política monetaria

Entre las medidas más recientes, las autoridades rusas anunciaron el 12 de octubre la introducción de controles de capital más estrictos en 43 tipos de compañías exportadoras de los sectores energético, metalúrgico, agricultor, químico y maderero. Las nuevas medidas, que en principio se aplicarán durante seis meses, incluyen ventas obligatorias de alrededor del 90% las divisas ingresadas por exportaciones, así como una supervisión más estricta de las operaciones cambiarias por parte de los principales actores corporativos. Los analistas de Bank of America consideran que esto es una “señal clara” de que el Kremlin no desea que el rublo se debilite aún más (ha caído alrededor de un 15% respecto al dólar en los últimos seis meses), pero que afectará directamente a las grandes exportadoras que se mantienen en pie.

“Los funcionarios prefieren no pensar en cómo este tipo de medida también distorsionará los principios del mercado que configuran el tipo de cambio, destruirá la reputación del rublo, pondrá en peligro la independencia del banco central y amenazará al sistema financiero de Rusia”, indica Alexandra Prokopenko, investigadora de Carnegie Endowment for International Peace. La experta opina también que estas medidas muestran la transición de la economía rusa desde un capitalismo de estado orientado al mercado hacia una economía centrada en la guerra.

Economía de guerra

En medio de esta crisis, el único sector que está despegando es el de defensa. Por primera vez en la historia moderna, el país gastará el 6% del producto interno bruto en el Ejército, y el gasto en defensa superará el gasto social. “Lo que más preocupa es en qué gasta el dinero el Kremlin, que no revela los detalles de casi una cuarta parte del gasto público. El gasto en defensa y seguridad ascenderá a 9,4 billones de rublos [126.000 millones de dólares] en 2023, un 60% más que en 2021″, advierten los expertos de Scope Ratings.

Por otra parte, desde la agencia calificadora subrayan que el gasto público se reducirá a 3,5 billones de rublos (47.000 millones de dólares), un 20% menos que antes de la guerra, debido a los recortes en infraestructuras, digitalización, vivienda y medio ambiente. Para los expertos de Scope, este cambio estructural del gasto afectará negativamente a las perspectivas económicas de Rusia a largo plazo.

Respaldados por Pekín

Uno de los principales factores que han permitido al Gobierno de Vladimir Putin sostener la economía es el apoyo de China, que ya absorbe alrededor del 22% de su comercio exterior. De hecho, el mandatario ruso fue recibido con todos los honores en la cumbre de la Nueva Ruta de la Seda (conocida como la Franja y la Ruta) que se celebró recientemente en Pekín. En este encuentro, Putin, que tiene una orden de captura internacional en su contra, resaltó el papel clave que su país juega en los planes de crecimiento económico de China.

Según el Centro de Estudios de Europa del Este de Estocolmo (SCEEUS, por sus siglas en inglés), el volumen del comercio bilateral entre ambos países alcanzó un récord de 190.000 millones de dólares en 2022 (un 29% más que en 2021) y en los primeros cinco meses de 2023 ya rondaba los 94.000 millones de dólares (un 41% más que en el mismo periodo de 2022). Cabe destacar que el año pasado la inversión china en Rusia también aumentó en un 150%, según cifras del Gobierno ruso.

“Las exportaciones rusas de energía a China han aumentado moderadamente en volumen, en línea con los planes anteriores a la guerra, pero enormemente en valor, incluyendo petróleo, gasoductos, GNL y carbón. Sin embargo, no se han logrado avances en nuevas infraestructuras ni nuevas inversiones chinas”, apunta un informe del SCEEUS. Según la organización sueca, el país asiático también se ha beneficiado de la exportación de metales. Rusia vende oro, platinoides, cobre y acero, mientras que China exporta aluminio, que tiene aplicaciones militares cruciales.


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