María Peña (ICEX): “No veo ningún riesgo en que España sea un país de servicios; es lo que nos salvó en la pandemia”

La consejera delegada precisa que las actividades no turísticas representan más de la mitad de la balanza 

María Peña, consejera delegada del ICEX.JUAN LAZARO (CINCODIAS)

De vez en cuando, una mala racha en el mercado de trabajo reabre el viejo debate sobre si el modelo económico de España es el correcto o, por el contrario, supone un riesgo vivir a costa del sector servicios. Cuando esto ocurre, María Peña (Cáceres, 1971), actual consejera delegada de Icex España Exportación e Inversiones, prefiere abordar el debate con datos en la mano para enumerar los avances y retos que el país tiene en materia de comercio exterior, internacionalización de la economía y crecimiento de la empresa española.

¿Cuáles son los riesgos de la excesiva concentración de la economía española en los servicios?

Esa pregunta tiene truco, porque normalmente cuando hablamos de servicios pensamos en un sector con poco valor añadido. Además, tenemos muy presente el daño que causa la pandemia en el turismo, gran motor de la economía nacional. Por lo tanto, pensamos en servicios que se basan en la presencialidad y el contacto físico. Sin embargo, el mundo de la digitalización ha transformado totalmente la estructura de la industria de servicios. Hemos pasado de que nuestra principal exportación en servicios sea el sector turístico a que hoy los servicios no turísticos representen más del 50% de la balanza. Estamos hablando de servicios a empresas, profesionales, de transporte, servicios logísticos, derechos de propiedad, etcétera. Estas áreas siguen creciendo exponencialmente porque la digitalización ha transformado el modo de prestar servicios.

¿Qué cabida tiene el sector turístico en esta tecnificación?

Tras la pandemia, los servicios turísticos se han refinado tanto que a día de hoy existe una gran estructura productiva de empresas digitales trabajando en el terreno. Es un proceso que ya ha empezado y que, con la implementación de las leyes aprobadas en los últimos años, irá mejorando.

¿España debería seguir apostando por el sector servicios?

No veo ningún riesgo en que España sea un país donde hay una oferta de servicios potente, digital, competitiva y con muchísimo valor añadido.

Los servicios son los que nos salvaron de la pandemia. Fue el único sector que siguió creciendo, que nos permitió seguir accediendo a la medicina, seguir trabajando, y accediendo a la educación cuando no podíamos trasladarnos físicamente de un lugar a otro. Para mí es un sector no solo enormemente importante, sino que cambia radicalmente todo el marco de la estructura productiva tradicional.

¿Cómo espera que cambie el ecosistema emprendedor con la nueva ley de startups?

La ley viene a impulsar cuatro elementos: la capacidad de creación de empresas, la innovación en ámbitos experimentales, el desarrollo de fondos de inversión nacionales y extranjeros, y la atracción de talento. Este último elemento es por el que todos los países luchamos actualmente. Cuando se habla de talento no existen fronteras. Por otra parte, la ley apuesta por los unicornios; actualmente España tiene 15 y estoy segura de que habrá un ‘boom’ próximamente. También se busca atraer a más nómadas digitales con una mejor fiscalidad y tratamiento del visado.

Con la guerra de Ucrania y la inestabilidad económica, ¿es un buen momento para internacionalizarse?

Siempre es un buen momento para internacionalizarse. Es una fuente de crecimiento, competitividad e innovación. No obstante, en el contexto actual, hay que ser más precavidos. Muy pocos mercados pueden abordarse de forma virtual, así que ahora mismo hay que ir a mercados donde sea posible tener presencia en el terreno y apoyarse en socios locales. En paralelo, las empresas deben saber en qué se basa su propuesta de valor para la diferenciación.

¿Qué riesgos conlleva la apuesta por el mercado externo?

Lo primero que siempre digo es que el mercado internacional no es la solución a los problemas en casa. Algunas cosas se resuelven yendo a mercados exteriores, pero lo primero es asegurarse la capacidad financiera porque ningún sitio se conquista en un momento. Por el contrario, hay que dedicarle mucho tiempo.

¿Cree que España es un país atractivo para los inversores?

Claro que es un país atractivo, quien diga lo contrario miente. Incluso en los peores años de la crisis, España ha seguido teniendo flujos positivos de inversión directa extranjera, y en 2022 hemos conseguido un repunte del 14% respecto a 2021.

El año pasado España recibió más de 800 proyectos greenfield, considerados de nueva creación, lo que nos situó en el sexto sitio a nivel mundial en esta categoría, según el grupo Financial Times.

Si analizamos estos datos más a detalle, observamos que en los proyectos de renovables o tecnologías de la información estamos en el tercer puesto, y en cuarto si nos fijamos en proyectos que son intensivos.

¿Cuáles son los puntos débiles que tiene el país?

Identifico tres grandes retos. Tenemos que continuar potenciando nuestra presencia en los mercados internacionales fuera de la Europa comunitaria, pues hasta ahora el 53% de nuestras exportaciones van a estos territorios. El tamaño medio de las empresas españolas todavía está por debajo de nuestros principales competidores en la Unión Europea. Eso puede suponer un sesgo y pérdida de competitividad a la hora de abordar mercados inciertos y fuentes de financiación. Además, aunque el 50% de nuestras exportaciones están vinculadas con tecnología media alta, muy pocas se relacionan con alta tecnología, y eso también está en un proceso de transformación.

¿Y las ventajas competitivas?

En primer lugar, un marco regulatorio considerado por la OCDE como muy favorable y que nos pone por delante de Alemania, Francia o Italia. Además, somos la puerta de entrada hacia el norte de África o América Latina. España tiene asimismo la red de convenios de doble imposición con América Latina más amplia del mundo (17), lo que nos permite acceder en iguales condiciones fiscales a estos territorios. También somos el sexto país del mundo en materia de infraestructuras de transporte y esperamos grandes reformas estructurales con el plan de recuperación.

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