El Banco de España ve probable que la crisis financiera empeore la incipiente recuperación

Estima una desaceleración del PIB para 2023 hasta el 1,6% desde el 5,5% de 2022 y reduce el IPC al 3,7% este año desde el 8,3% de 2022, aunque los precios de los alimentos seguirán a tasas de dos dígitos

Belén Trincado Aznar

Tras el debilitamiento de la actividad económica mundial en el último tramo de 2022, aunque fue en menor medida de lo esperado, en los primeros meses de 2023 el contexto económico global muestra signos incipientes de mejoría. Si el año pasado los peores augurios no descartaban que las grandes economías europeas pudiesen entrar en una leve recesión técnica, en los primeros compases del ejercicio el panorama es menos pesimista. Esta ligera mejoría, junto al abandono de la política de Covid cero en China, ha provocado que muchos analistas hayan revisado recientemente al alza sus previsiones no solo para el primer trimestre, sino para el conjunto del ejercicio.

Sin embargo, no hay que descartar que la reciente incertidumbre financiera pueda afectar negativamente al crecimiento del PIB, aunque podría ayudar a contener la carrera alcista de la inflación.

Bajo estos condicionantes, el Banco de España ha presentado su ‘Informe trimestral y proyecciones económicas de la economía española’, en el que advierte un fortalecimiento gradual de la actividad económica en los próximos trimestres. Contempla que en el primer trimestre del año, la evolución favorable de la afiliación a la Seguridad Social y la mejora de los indicadores de confianza avalan que el PIB podría haberse incrementado ligeramente hasta el 0,3%, una décima más que el dato adelantado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el cuarto trimestre de 2022.

Para el conjunto del año estima que el PIB aumente este año el 1,6%, frente al avance del 5,5% al cierre de 2022 en términos reales, lo que supone 3 décimas más que las anteriores proyecciones de diciembre, donde se estimaba un crecimiento del 1,3%. La explicación reside en la debilidad de la actividad en el segundo semestre del año pasado, que ejercería un efecto arrastre negativo sobre la tasa media de avance del PIB en 2023, sin que esta debilidad se compense por el crecimiento mayor que se espera para el resto del año.

Sin embargo, corrige a la baja el crecimiento previsto para 2024, hasta situarlo en el 2,3% frente al 2,7% estimado en diciembre, mientras que mantiene invariable en el 2,1% el impulso del PIB para 2025. Con estas previsiones, el PIB español recuperará su nivel previo a la pandemia en el segundo semestre de este año.

Riesgos

Sin embargo, esta evolución de la economía española, no va a estar exenta de riesgos. Aunque el informe elaborado por el Banco de España se cerró unas fechas antes del estallido de la crisis bancaria en EE UU y su traslado a Suiza, lanza un aviso en el que señala que “parece probable” que la incertidumbre que se ha generado por la reciente crisis en las entidades bancarias que se inició en EE UU por el Silicon Valley Bank y en Suiza con el Credit Suisse, “ejerza un cierto efecto adverso sobre el desarrollo de la actividad económica en los próximos trimestres y contribuya, asimismo, a debilitar la dinámica inflacionista”.

Estos riesgos, por tanto, están orientados a la baja en términos de la actividad económica y equilibrados con respecto a la inflación, según el órgano supervisor. El principal riesgo, a la baja para la actividad y al alza para la inflación, continúa estando vinculado a los posibles desarrollos geopolíticos en la guerra de Ucrania, en la medida en que estos podrían dar lugar a nuevas perturbaciones de oferta negativas similares a las sufridas durante buena parte de 2022.

Otros riesgos existentes en el ámbito internacional, aunque inciertos, pueden llegar por la reapertura de la economía china sobre la actividad y la inflación en terceros países, como España. En el terreno puramente doméstico, subsisten incertidumbres, acerca de la posible contribución al consumo privado del ahorro acumulado por los hogares durante la pandemia, y en torno al ritmo de ejecución de los proyectos asociados al programa de fondos europeos Next Generation EU y a su capacidad para incrementar el crecimiento potencial de la economía.

La creación de empleo se prolongará en consonancia con el avance de la actividad. El aumento de la ocupación permitirá que pese al aumento de la población activa, la tasa de paro seguirá descendiendo. Estima que la tasa de paro cierre este año en el 12,7% de la población activa, mejorando en dos décimas la anterior estimación de diciembre, presentando una tendencia levemente descendente para los dos próximos ejercicios hasta fijarse en el 12,3% y 12% respectivamente en 2024 y 2025.

Los precios de los alimentos seguirán elevados

En cuanto a la evolución de los precios y los costes, señala que la significativa reducción de los precios de los bienes de consumo energéticos en los últimos meses ha provocado que este componente de la inflación haya pasado a mostrar tasas de variación negativas desde el comienzo de año, especialmente el precio del gas. Pese a ello, la tasa de inflación general ha alcanzado en 6% en febrero, interrumpiendo la senda descendente experimentada entre julio y diciembre, impulsada por importantes aumentos en el precio de los alimentos.

Pese a todo, el Banco de España contempla una moderación gradual de las tasas de variación del índice armonizado de precios de consumo (IAPC) general desde sus niveles actuales. Para 2023, la tasa de inflación descenderá, en medias anuales, desde el 8,3% de 2022 hasta el 3,7% en 2023.

Según explicó el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, del análisis que se ha realizado de las rúbricas de los alimentos en el IPCA de enero sugiere una traslación del 90% de la rebaja del IVA de ciertos alimentos a los precios de consumo. Sin embargo, en febrero “ya tuvieron el mismo perfil de subida que el resto de alimentos no afectados por la rebaja del IVA, con lo que parece que se mantiene esa traslación del 90%”.

Para Gavilán, a lo largo de 2022 los precios de los alimentos mostraron ritmos de crecimiento similares en España y en el conjunto de la UEM. Sin embargo, la contribución de los alimentos a la tasa de inflación en España fue mayor que en la UEM, por su mayor peso en la cesta de consumo de los hogares españoles, el 25,1% frente al 20,9%. En gran medida sostiene que el encarecimiento de los alimentos refleja la traslación gradual a los precios de los aumentos de costes que los productores han experimentado en los últimos trimestres.

“El precio de los alimentos ya está en niveles históricos del 16,6% en febrero y cerrará de promedio en el 12,2% este año frente al 7,8% estimado previamente, aunque pensamos que alcanzará niveles pico a lo largo de 2023”, explicó Gavilán.

La finalización de las principales medidas desplegadas por el Gobierno para mitigar los efectos de la crisis energética al final de 2023 impedirá que se observen reducciones adicionales significativas en la tasa de inflación general promedio en 2024. La aceleración del componente energético prácticamente compensará la ralentización que se anticipa en la inflación subyacente y en la de los alimentos, de modo que la inflación general en 2024 permanecerá en el 3,6%, antes de descender nuevamente en el último año del horizonte de proyección, 2025 hasta el 1,8%. En cuanto a la tasa subyacente, espera que este año se modere hasta el 3,9%, de forma que en 2024 se reduzca al 2,2% y el 1,8% en 2025.

La deuda pública alcanzará al cierre del presente ejercicio una ratio del 111,1% del PIB un leve incremento respecto a la estimación previa del 110,6%, mientras que estima para 2024 el 108,8%, primer ejercicio en que se pondrán nuevamente en marcha en el conjunto de la Unión Europea (UE) las reglas fiscales suspendidas tras la aparición de la pandemia de Covid-19 y que fijaban un déficit público máximo del 3% del PIB y una ratio de deuda del 60%, que tendrá que revisarse para adaptarla a la situación particular de país, aunque con un objetivo de moderación a medio y corto plazo. Para 2025 estima un leve incremento hasta el 109,9% del PIB.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó el pasado viernes sus nuevas previsiones económicas. En ellas, el organismo mejora en cuatro décimas, hasta el 1,7%, el aumento del PIB español para 2023, el mismo avance que proyecta para un ejercicio después. También rebaja en varias décimas, hasta el 4,2% y el 4%, la tasa de IPC general prevista para 2023 y 2024. En cambio, aumenta hasta el 5% la tasa subyacente prevista para este año, que se moderaría hasta el 3,7% ya en 2024.

La comparativa europea que ofrecen los datos, no obstante, sitúa a España en una posición relativa más favorable que la del resto de vecinos. El crecimiento de las otras tres grandes economías comunitarias se sitúa entre el 0,3% y el 0,7% para 2023, con una media en la Eurozona que no llega al 1%. El IPC general también se prevé más bajo en España que en Italia, Francia y Alemania. Las tornas cambian a la hora de analizar el indicador subyacente, que se ha convertido en el punto débil español. En 2023 es Francia quien mejores perspectivas presenta. En 2024, de todas las grandes economías analizadas, incluyendo a Estados Unidos o Reino Unido, España es la que peor panorama presenta.


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