El ladrillo reduce su histórico peso en la inversión a favor de las nuevas tecnologías
La Fundación BBVA señala que las inversiones en TIC, maquinaria y equipos, igualan su participación a la del sector inmobiliario
El viejo patrón de crecimiento de la economía española, basado en el ladrillo, está quedando para la historia. Tras el peso que en la inversión venía a ocupar el sector inmobiliario y que en 2007 representaba el 68%, han ido reduciendo paulatinamente su peso hasta suponer prácticamente la mitad de las inversiones en 2002.
Por el contrario, la inversión en activos más productivos, como en maquinaria, equipos, tecnologías de la información (TIC) e I+D, que en 2007 representaban el 32%, se han incrementado hasta representar actualmente la otra mitad.
Esta realidad que ha venido experimentando la economía española durante las últimas décadas era un elemento diferenciador frente al resto de las grandes economías de referencia como EE UU, Francia, Reino Unido o Alemania, que si venían realizando procesos de inversión más productivos, centrados en la maquinaria, los activos TIC y la I+D, según se pone de relieve en el informe ‘El stock de capital en España y sus comunidades autónomas’, publicado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y la Fundación BBVA.
La inversión en activos no inmobiliarios, por lo tanto, ha aumentado 18 puntos porcentuales en los últimos 15 años, pasando de suponer el 32% en 2007 al 50% en 2022. En particular, la inversión en TIC, I+D y otros activos inmateriales casi se ha duplicado en este periodo, alcanzando un peso del 21%.
En los últimos dos años, la inversión en maquinaria y equipos ha aumentado un 17,9% en España, mientras el avance ha sido más lento en los sistemas de transporte, pues estos se han visto más afectados por las restricciones de movilidad impuestas durante la pandemia.
La inversión bruta en España aumentó un 5% en 2022, hasta llegar a los 260.191 millones de euros, superando la caída del 9,7% que experimentó en 2020. Sin embargo, una vez descontados los efectos de la inflación, las cifras de inversión registradas en el último año aún no alcanzaron los niveles previos a la pandemia.
La inversión pública, que representa el 9% del total, fue la que más creció en 2022, con un alza 5,5%, mientras que la inversión privada, con un peso del 91%, registró un incremento interanual del 4,9%.
Este aumento de la inversión pública en 2022 permite, según este estudio, cubrir en este ejercicio la depreciación del capital y aumentar ligeramente las dotaciones de infraestructuras públicas en un 0,2%.
Por otra parte, el esfuerzo inversor, que mide la inversión total como porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB), se mantuvo en el 20% en 2022, una cifra similar a la del año anterior, pero todavía alejada del máximo del 30% que se alcanzó en 2006.
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