Así invierten los ‘hedge funds’ de criptoactivos para reducir la volatilidad

Los fondos de inversión libre compran directamente activos digitales y usan diversas técnicas para minorar riesgos y elevar el potencial de rentabilidad

Recreación de criptomonedas.Jirapong Manustrong (Getty Images/iStockphoto)

2024 pasará a la historia del universo de los criptoactivos como el año de su plena institucionalización, sobre todo tras la aprobación de los primeros vehículos cotizados que replican la evolución del bitcoin, la moneda digital más popular. Esos fondos ya han levantado en Estados Unidos más de 60.000 millones de dólares (55.000 millones de euros) y han hecho que este tipo de activos se filtre a cada vez más capas de la población. Pero antes de que esos fondos cotizados se popularizasen, un puñado de pioneros de la inversión institucional ya estaba probando cómo crear carteras de criptomonedas a través de vehículos más sofisticados, como los fondos de inversión libre (hedge funds, en la jerga) y los fondos de capital riesgo.

Estos instrumentos están reservados a inversores cualificados, con conocimientos técnicos y, hasta hace poco, se partía de un mínimo de inversión de 100.000 euros. En el caso de los hedge funds, las ventanas de liquidez suelen ser mensuales o trimestrales, periodos que suben a tres, cinco o siete años para los fondos de capital riesgo. La figura habitual para esta operativa son los fondos de inversión libre, instrumentos que permiten gestionar el dinero con una enorme flexibilidad, concentrando las carteras solo en un puñado de títulos, apalancando las posiciones para amplificar las ganancias (o las pérdidas) y accediendo a activos vetados al gran público, como son algunos derivados financieros o, precisamente, activos digitales como el bitcoin o ethereum.

El objetivo de estos productos, independientemente del activo subyacente, es buscar lo que en la jerga se denomina “alfa”, es decir, tener un comportamiento sistemáticamente mejor que la referencia, en ocasiones mediante apuestas cruzadas al alza y a la baja. Es una de las mecánicas usada por un proyecto español dedicado a la inversión en criptomonedas, que prefiere no ser identificado por cuestiones regulatorias y que trabaja tanto para capturar las ineficiencias del mercado como para mejorar un poco el rendimiento subiendo más cuando sube y bajando menos cuando baja, explica uno de sus gestores. Así, parte de su inversión se revaloriza cuando suben ciertos activos digitales y otra, en cambio, lo hace cuando se desploma una moneda virtual. Las operaciones se cierran habitualmente con derivados y el objetivo, al menos teórico, es poder generar algo de rentabilidad en cualquier momento de mercado, incluso si viene una gran corrección para el sector.

En paralelo, esta misma gestora realiza un trabajo constante de selección y ponderación de activos dentro del universo cripto para intentar exprimir la rentabilidad: si el mercado sube apuestan por divisas que se mueven más que el mercado (aunque después de haber eliminado memecoins y similares); cuando baja la cartera gira hacia las más estables o hacia posiciones neutras, dentro de un proceso automatizado.

Otra firma pionera en esta forma de dar acceso a la inversión a la tecnología de cadenas de bloques (blockchain) es Alberto Gordo, que en 2021 registró en Luxemburgo la firma Protein Capital. “Ahora tenemos en cartera las 50 criptomonedas más importantes, por lo que hay una gran diversificación”, explica el directivo en conversación telefónica. “Creemos que el mercado está en un momento alcista y que, en este contexto, se revalorizarán más las monedas alternativas, en las que ahora tenemos una sobreponderación. Cuando venga un mercado bajista, tal vez en un año, nos protegeremos aumentando el peso del bitcoin en cartera”, detalla. De esta forma, los gestores del fondo también tratan de reducir la volatilidad de un tipo de activo que está marcado por las fuertes oscilaciones.

Foto cedida por Protein Capital

El fondo de Protein Capital logró una rentabilidad en 2023 del 115% y hasta septiembre de este año sumaba un 31% adicional.

Estos vehículos de inversión están pensados exclusivamente para clientes profesionales, con altos conocimientos técnicos. “En nuestro caso, predominan personas con patrimonios elevados y oficinas de asesoramiento para ricos”, apunta Alberto Gordo, que también es director de inversiones de Protein Capital. La CNMV ha advertido en numerosas ocasiones del elevado riesgo que supone invertir en este tipo de estrategias, dado lo intangible de los activos subyacentes —lo que dificulta la valoración— y la extrema volatilidad. Por eso, al menos en España, se trata de una categoría de activos difícilmente accesible a través de fondos de inversión convencionales. Como máximo, apuntan fuentes de mercado, los grandes patrimonios dedican en torno a un 5% a este tipo de inversiones, no accesibles a particulares.

Kevin Cole, director de inversiones del hedge fund estadounidense Campbell Capital, reconoce que están siguiendo con sumo interés el desarrollo de esta temática de inversión pero que, por ahora, no se plantean lanzarse. “Vemos que hay una alta correlación entre la evolución del mundo cripto y el de la Bolsa, y nosotros buscamos precisamente descorrelacionarnos; además, creemos que hay aún ciertos problemas regulatorios por resolver, sobre todo relacionados con los derivados”, advierte. En todo caso, poco a poco la figura de la inversión institucional en bitcoin y demás criptomonedas va llegando a España. Tanto la gestora Renta 4 como A&G Banca Privada registraron aquí sendos fondos de inversión libre dedicados a esta tipología de activos, después de varios años de negociación con el regulador, siempre muy reticente ante estos proyectos.

Sede de A&G Banca Privada, en Madrid.

El gestor del segundo, Román González, explica que el vehículo tiene ya un patrimonio de 11 millones de euros y ha generado una rentabilidad desde su lanzamiento, hace poco más de un año, del 95%. Este camino conlleva vivir emociones fuertes y, en el momento de máxima corrección, el fondo llegó a caer un 33%. “Sobre todo tenemos en cartera bitcoins, pero también etherum, binance coins... para nosotros las criptomonedas son una auténtica tecnología, no el blockchain. Nuestra idea es ir modulando algo del riesgo. Ahora estamos invertidos al 99,5%, pero podemos reducir la exposición al 70%”, apunta González. El fondo que gestiona tiene unos 45 partícipes, que solo pueden ser clientes profesionales (acreditando un número mínimo de operaciones, una carrera en el sector financiero o un cierto nivel de patrimonio). Se puede entrar en el vehículo a partir de 10.000 euros, siempre que se demuestre esa condición de operador profesional.

‘Start up’ del ‘blockchain’

Además de invertir directamente en monedas digitales, también hay otra variante para tener una exposición al emergente universo de los criptoactivos. Se trata de las inversiones directas en acciones de compañías que juegan (o aspiran a jugar) un papel relevante en este nuevo sector, conocido a menudo como la web 3.0, basada en la descentralización de operaciones.

Para esta variante, la firma Protein cuenta con un fondo de venture capital que ha invertido en compañías como la española Bit2me (en la que participan Telefónica y BBVA), Gemini (fundada por los gemelos Winklevoss, que pleitearon con Mark Zuckerberg por la idea original de Facebook), la alemana Peaq, la brasileña Parfin, la israelí Revelator (que pretende tokenizar los derechos sobre canciones). “Todas estas compañías creemos que van a ser importantes en los próximos años”, comenta Alberto Gordo. El vehículo ya ha desembolsado más de seis millones de euros en estos proyectos, que tienen una valoración actual de más de 10 millones.

En el caso de los fondos de capital riesgo, una de cuyas variantes es el venture capital, el importe mínimo para invertir se ha rebajado de 100.000 euros a 10.000 euros, con algunas restricciones. Esto permitirá que en los próximos años pueda haber un mayor acceso a este tipo de proyectos. En el caso de los fondos de inversión convencionales —aquellos que invierten en acciones, en bonos y en derivados sencillos—, algunos ya han empezado a exponerse al universo cripto, invirtiendo en compañías cotizadas que se dedican a este negocio, como es el caso de Coinbase, o comprando participaciones en ETF que replican la evolución de criptomonedas.

Ya sea a través de hedge funds, fondos de capital privado o fondos convencionales, lo que parece cada vez más evidente es que los activos digitales se han convertido en una categoría más de inversión y que están aquí para quedarse.



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