El imperio empresarial de Giorgio Armani: de un estudio en Milán a una marca mundial con hoteles y discotecas
Fallecido este jueves a los 91 años de edad, el grupo que fundó tuvo unos ingresos de 2.300 millones de euros en 2024 y unos beneficios de 74,5 millones

Pocos apellidos evocan tanto a la moda o a Italia como el de Armani. El multimillonario diseñador y empresario ha muerto este jueves a la edad de 91 años, según confirmó el Grupo Armani a través de un comunicado. Armani alcanzó en vida las mieles del éxito en la moda internacional y, con su fallecimiento, deja como legado un auténtico imperio empresarial.
Nacido en Piacenza, una ciudad mediana situada a caballo entre Milán y Génova, Armani era el pequeño de tres hermanos. En el trabajo era de carácter meticuloso y diligente. Médico de formación, en 1973 abrió su primer estudio de diseño de moda en la ciudad de Milán. Dos años después, Armani creó oficialmente junto con su entonces pareja Sergio Galeotti la compañía a la que su apellido dotó de nombre y que a cambio tantos réditos le dió a lo largo de su vida.
Lo que comenzó como una modesta firma de diseño de moda en el norte de Italia, terminó convirtiéndose en una compañía que en su catálogo de servicios y productos incluye hoteles, discotecas, maquillaje, perfumes, restaurantes, muebles, dulces y flores. En la página oficial de LikedIn el Grupo Armani detalla que da trabajo de forma directa a 10.500 trabajadores, que cuenta con 12 plantas de producción y que dispone de 2.704 tiendas repartidas en 60 países.
A pesar de su éxito y renombre, el grupo de moda no ha sido inmune a la crisis del lujo que ha afectado a otras grandes fortunas del sector, como la de Bernard Arnault, propietario mayoritario de LVMH, y de la familia Pinault, de Kering.
De acuerdo con los últimos resultados disponibles del Grupo Armani, en el año 2024 la compañía obtuvo unos ingresos de 2.300 millones de euros, un 5% menos. Su beneficio antes de impuestos fue de 74,5 millones de euros, con una caída del 66% respecto al 2023 que daba cuenta del desafiante entorno que afronta en los últimos tiempos la moda en general y el lujo en particular, con el telón de fondo de la incertidumbre macroeconómica y la desaceleración de la demanda en China.
El grupo Armani tenía la particularidad de que, a pesar de poseer una marca de tanto renombre, era de las pocas empresas del sector del lujo que seguían completamente en manos de su fundador. Esto convertía a Giorgio Armani en un hombre muy rico. Según los datos de Bloomberg, su patrimonio ascendía en la actualidad a unos 8.000 millones de euros, la sexta fortuna de Italia.
Giorgio Armani batalló durante décadas para mantener la independencia del imperio de moda que fundó, mientras otros iconos italianos como Gucci y Fendi han sido absorbidos por grandes cadenas de lujo. Serán sus herederos quienes decidan qué les deparará el futuro.
Como guardián de su imperio durante su carrera, Armani declaró a Bloomberg News el año pasado que no descartaría ni la salida a Bolsa de la compañía ni una venta a un grupo más grande una vez que dejara la empresa. “La independencia de los grandes grupos todavía puede ser un valor impulsor para el Grupo Armani en el futuro, pero no siento que pueda descartar nada”, aseguraba. “Lo que siempre ha caracterizado el éxito de mi trabajo es la capacidad de adaptarme a los nuevos tiempos”.
El diseñador y empresario italiano creó un negocio en expansión con diversas líneas de moda, así como licencias a largo plazo atribuidas a L’Oréal para sus productos de belleza y fragancias, entre las que destaca Acqua di Gio, y a EssilorLuxottica para sus gafas de marca, mientras que Fossil Group vende los relojes Emporio Armani. En octubre de 2024, Armani celebró un desfile que coincidió con la inauguración en Nueva York del edificio Armani en Madison Avenue, de 12 plantas, que incluye dos tiendas, un restaurante y apartamentos Armani. El proyecto fue desarrollado junto con el equipo de arquitectos de Armani.
“Actualmente, no preveo una adquisición por parte de un gran conglomerado de lujo”, declaró Armani a Bloomberg el año pasado. “Pero, como dije, no quiero descartar nada a priori, ya que sería una acción poco emprendedora”.
Sin hijos a los que transmitir su fortuna, la cuestión que todavía no queda clara del todo es cómo se repartirá exactamente su herencia. En la última entrevista que concedió Armani, publicada el pasado fin de semana en el diario Financial Times, el magnate habló de cómo pensaba transmitir su imperio.
“Mis planes de sucesión consisten en una transición gradual de las responsabilidades que siempre he asumido de forma muy cercana y personal, cediéndolas a Leo Dell’Orco, los miembros de mi familia y a todos los trabajadores del grupo”, afirmó entonces.
Sobre la operatividad de la empresa, todas las miradas apuntan a la que ha sido su mano derecha durante años: Pantaleo Dell’Orco. Para su fortuna y la marca, los nombres de sus dos sobrinas, Silvana y Roberta Armani, así como el de su sobrino Andrea Camerana, también entran en las quinielas.
Armani, que mantenía la responsabilidad de supervisar toda la dirección creativa de su megacorporación, decía en la entrevista con el FT que tenía claro que el trabajo duro era esencial para el éxito, pero a la vez, admitió que hay cosas mejores a las que dedicar el tiempo. “Mi único arrepentimiento en la vida es el haber pasado demasiadas horas trabajando y no haber pasado más tiempo con mis amigos y familia”, reconoció dejando con sus palabras un valioso consejo.
Intervención de la justicia italiana
La marca Armani ha estado ligada históricamente a la sofisticación y al lujo, pero detrás de los glamurosos focos de las pasarelas en las que el mito fue creciendo, también aparecieron sombras.
El escándalo golpeó a Armani en abril de 2024. Entonces, la justicia italiana obligó a poner bajo administración judicial a Giorgio Armani Operations, el brazo industrial del grupo, por un caso de abuso laboral en su cadena de suministro que venía produciéndose desde 2017.
La sentencia judicial relataba cómo Armani había subcontratado la producción de bolsos, cinturones y artículos de cuero a dos empresas. Posteriormente, esas dos compañías también habían subcontratado a su vez la producción en cuatro compañías chinas que contaban con talleres situados en las afueras de Milán.
Estos talleres italochinos, siempre según la sentencia, pagaban a sus trabajadores entre dos y tres euros por hora en jornadas que duraban una media de 10 horas diarias, y que, en algunos casos, se extendían los siete días de la semana. Según informaba Reuters, los artículos producidos en esos talleres se vendían a los subcontratistas de Armani por 93 euros y, posteriormente, se revendían a Armani por 250. En las tiendas los precios llegaban a alcanzar los 1.800 euros.
La investigación se enmarcó dentro de una operación más amplia en la que Italia trató de perseguir los abusos laborales en las cadenas de suministro de sus empresas de moda. En febrero de este año, la justicia levantó la administración especial a la que estaba sometiendo a la empresa al considerar que ya se habían resuelto sus problemas en esta parte de la cadena de suministro.
“A lo largo de los últimos 10 meses, la compañía ha adoptado todos los cambios necesarios en su modelo organizacional y de control de proveedores”, concluyó el tribunal de Milán en un comunicado.
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