La siderúrgica Celsa emprende la refinanciación de más de 1.000 millones de deuda
La acerera ficha a la firma especializada en servicios financieros Houlihan Lokey para optimizar su pasivo en paralelo a la búsqueda de un socio industrial español que aporte capital nuevo con el que impulsar a la compañía y dejar atrás su crisis definitivamente
Celsa sigue avanzando en su hoja de ruta hacia su salvación tras la conflictiva salida en 2023 de la familia Rubiralta. Los fondos acreedores que tomaron el control de la compañía tras el fallo judicial histórico con el que se culminó la restructuración de la acerera están tratando de sanear su situación financiera y reposicionar a una multinacional que emplea a 3.500 personas de forma directa en España (70.000 trabajadores indirectos a nivel mundial).
En este contexto, Celsa busca refinanciar su deuda de más de 1.000 millones de euros. Para ello, ha contratado a Houlihan Lo
key, uno de los mayores expertos financieros del mercado que ya trabajó con los fondos acreedores y actuales accionistas en el pasado. Aunque este proceso de refinanciación es muy incipiente, en una situación de recuperación, la firma quiere aprovechar para mejorar las condiciones de su pasivo. Fuentes de Celsa y de Houlihan Lokey han declinado hacer comentarios.
La optimización de este pasivo se da en paralelo a la recapitalización de la compañía. La firma liderada por el exconsejero delegado de Gas Natural Fenosa, Rafael Villaseca, ha emprendido en las últimas semanas la búsqueda de un socio industrial español que tome un 20% de las acciones de la firma en una ampliación de capital. Para este proceso, comprometido con el Gobierno, Celsa se ha puesto en manos de Citi y Grant Thornton.
Tras quedarse al borde de la quiebra, la firma actualmente está ya en vías de lograr su salvación definitiva, aunque el proceso ha sido traumático y ha implicado la expulsión de la familia fundadora, algo inédito en España. Después de expandirse a nivel internacional a base de deuda, que llegó a escalar hasta los 3.000 millones de euros, la firma se ha visto obligada a dar un giro de 180 grados. Tras la toma de control de los acreedores, fondos internacionales liderados por Deutsche Bank, Anchorage Capital o Attesor, la siderúrgica encargó un plan estratégico a Bain & Company.
La firma se ha enfocado en la reducción de su perímetro con ventas importantes de filiales foráneas que le permitieran rebajar deuda. En este sentido, a finales del pasado año vendió sus divisiones en Reino Unido y Noruega a Sven Global por 600 millones de euros. Su idea era alcanzar los 1.000 millones en desinversiones para rebajar su pasivo.
Al margen de las ventas anteriores, la firma con sede en Barcelona cuenta con centros productivos en España, Francia, Dinamarca, Finlandia, Polonia, Suecia o Irlanda. Fuentes al tanto de la situación de la compañía estaría valorando en ese proceso de saneamiento si desprenderse también de su división polaca, debido a la valoración que podría lograr dado el buen desempeño que está demostrando.
La situación del negocio es positiva. Celsa ganó 459 millones de euros en 2023. Su actual CEO designado por los fondos, Rafael Villaseca, señaló entonces que “habían dejado la UCI pero seguían en el hospital”. Ahora el objetivo es refinanciar la deuda y encontrar un nuevo socio. Las fuentes consultadas señalan que la lista de potenciales candidatos, dados los compromisos acordados con el Gobierno, es limitada. Entre los posibles inversores interesados han sonado Sidenor -ahora inmersa en la guerra por Talgo-, Cristian Lay, Megasa o Grupo Gallardo. Es decir, industriales del sector de origen nacional que aseguren la españolidad de la compañía.
Todo este plan de salvación para esta multinacional no está exento de incertidumbres también desde el punto de vista internacional y geopolítico. El anuncio de Donald Trump este lunes de establecer aranceles al acero y aluminio importado del 25% ha sacudido al sector a nivel mundial. Firmas como Acerinox, con producción propia en el país norteamericano, han subido en bolsa impulsados por la posible menor competencia que podría tener en ese mercado. Pero los exportadores que fabrican fuera, como ArcelorMittal, han sufrido el efecto contrario en los mercados. En esta situación se encuentra Celsa. La tasa establecida por el magnate americano puede impactar con una reducción de sus ventas a EE UU y un menor impulso hacia ese gigantesco mercado.
Ahora lo que Celsa pretende, de la mano de Houlihan Lokey, es refinanciar la deuda de largo plazo que aún está en manos de los fondos acreedores y otros actores de deuda que no están presentes en el capital de la empresa. Al margen de lo anterior, la firma ha logrado que la gran banca comercial vuelva a confiar en la compañía. Así, entidades como Santander, CaixaBank, BBVA, Sabadell, Abanca o Kutxabank están financiando las necesidades de circulante de una acerera intensiva en capital para desarrollar su negocio.
Celsa es considerada una empresa estratégica para el Gobierno. De hecho, la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI), llegó a calificarla como estratégica tras la pandemia y aprobó un rescate de 550 millones de euros para hacer frente a la crisis del covid. No obstante, con el enfrentamiento entre los acreedores y los antiguos propietarios, dicho desembolso de fondos públicos finalmente no llegó a materializarse.
Sin embargo, los fondos tuvieron que pasar el filtro del control de inversiones extranjeras que exige el Ejecutivo. Esto llevó a los nuevos dueños a mostrar por escrito “su total compromiso con el objetivo de sanear y fortalecer la posición financiera de Celsa, con el de mantener su plantilla y sus capacidades productivas en España y con el resto de los objetivos señalados”. Ese compromiso se ha materializado ya con algunos gestos, como una ampliación de capital aprobada en junta y a la que acudieron los actuales propietarios. 166 millones de euros para invertir en un plan de aumento de las eficiencias.
La siderúrgica está formada por seis grupos empresariales y cuenta con “120 centros de trabajo, 7 acerías, 12 trenes de laminación y 45 plantas de reciclaje, además de empresas de transformación y distribución que permiten generar puestos de trabajo directo, indirecto e inducido a más de 70.000 profesionales”, explica en su página web Celsa. De ahí que su supervivencia sea clave tanto a nivel social como político.
De hecho, su interés estratégico no se limita al Ejecutivo central sino que la Generalitat de Catalunya, dada su elevada exposición a esta región, también ha mostrado siempre especial interés y preocupación. A finales del pasado año, el Govern aprobó garantizar un aval que el Institut Català de Finances (ICF) había otorgado al grupo Celsa por un importe máximo de 35 millones de euros hasta el 31 de diciembre de 2025.