Economía da el visto bueno a las compras estratégicas de Abu Dabi en España

La Junta de Inversiones Exteriores (Jinvex), organo interministerial del Gobierno, ha aprobado las adquisiciones de Saeta Yield y de activos de Endesa por parte de Masdar, propiedad del emirato árabe

El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo.SERGIO PÉREZ (EFE)

La Junta de Inversiones Exteriores (Jinvex), órgano interministerial colegiado dependiente del Ministerio de Economía, ha aceptado que Masdar, empresa controlada por el emirato de Abu Dabi, adquiera compañías y activos de infraestructuras energéticas en España: la adquisición de Saeta Yield y la compra del 49% de una cartera de renovables de Endesa.

Según confirman diversas fuentes al tanto del estado de estas operaciones, el organismo gubernamental se ha reunido en los últimos días para analizar estas adquisiciones sobre las que está obligado a pronunciarse y ha mostrado su posición favorable. Las fuentes consultadas señalan que dicha decisión será remitida para aprobación en los próximos consejos de ministros. Incluso no se descarta que dicho ok definitivo se produzca ya el próximo martes 17 de diciembre. El Ministerio de Economía ha declinado hacer comentarios.

Con este visto bueno, Abu Dabi amplía su presencia en el mercado energético español, donde crecerá su posición de dominio. Masdar ha cerrado este mismo verano la compra de Saeta Yield al fondo canadiense Brookfield por más de 1.200 millones de euros. La firma cuenta con una cartera de 745 megavatios (MW) de activos fundamentalmente eólicos y 1.600 MW de proyectos en desarrollo en España y Portugal.

Además de lo anterior, la empresa del emir de Abu Dabi también ha comprado el 49,9% de un paquete de renovables de Endesa, y se prevé que añada la adquisición de más activos próximamente. Masdar se impuso al fondo estadounidense Apollo. Por otro lado, Endesa tiene intención de hacer una operación similar con otros activos que está desarrollando y en el mercado consideran que Masdar podría ser también el principal candidato.

La ambición de Abu Dabi sobre empresas estratégicas españolas va mucho más allá. El emirato es dueña del 60% de Cepsa, una de las principales energéticas españolas, rebautizada como Moeve el pasado 30 de octubre. Este mismo año, también quiso hacerse con el control de Naturgy, la primera gasista de España y tercera eléctrica nacional, considerada como una de las empresas más estratégicas del país. La operación se articuló a través de TAQA, energética emiratí que a su vez es la dueña de Masdar. No obstante, finalmente esta firma no lanzó una opa de control al no ponerse de acuerdo con Criteria Caixa, el principal accionista de Naturgy con el que buscaba controlar juntos esta energética.

Fuentes del mercado creen que, de haber triunfado la opa de TAQA sobre Naturgy, Abu Dabi tendría un control excesivo del mercado energético español, ya que controlaría un volumen de activos estratégicos para el país demasiado elevado. No obstante, la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia nunca llegó a pronunciarse en este sentido. Aunque Abu Dabi controla las empresas a través de diferentes sociedades, el dueño último de los mismos es el mismo: el emirato de Abu Dabi gobernado por el jeque Mohamed Bin Zayed Al Nahayan.

Por otro lado, Iberdrola cuenta con un acuerdo estratégico con Masdar para el desarrollo de activos energéticos a nivel internacional. La eléctrica vasca ya ha cerrado la venta de parte de sus parques eólicos marinos en el Mar del Norte y en Alemania. La alianza prevé una coinversión entre ambos empresas a nivel internacional por 15.000 millones de euros.

El dominio árabe en España no cesa. El Consejo de Ministros autorizó a STC el pasado 28 de noviembre la compra de hasta el 9,9% de Telefónica por parte de STC, la empresa pública de telecomunicaciones de Arabia Saudí, país gobernado por Mohammed bin Salmán, heredero del rey saudí. De esta manera, la empresa árabe es junto a Criteria Caixa y la SEPI, el principal accionista de la compañía de telecomunicaciones más estratégica que tiene España.

La Jinvex, por el contrario, se ha pronunciado negativamente en otras operaciones este mismo año. El Gobierno acordó no autorizar la compra por parte del consorcio húngaro Ganz Mavag Europe de Talgo, pese a que dicha opa fue aceptada tanto por los dirigentes del fabricante de trenes como por sus principales accionistas, entre los que destaca el fondo Trilantic.

El Ejecutivo basó esta decisión en el informe desfavorable de la Jinvex, que a su vez emitió este dictamen por las advertencias del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). “El pormenorizado análisis llevado a cabo ha determinado que la autorización de esta operación conllevaría riesgos insalvables para la seguridad nacional y el orden público”, aseguró el pasado 27 de agosto el Ministerio de Economía en un comunicado.

Otras fuentes consideran que para el Ejecutivo generaba mucho recelo que Andras Tombor, el ejecutivo que lideraba la opa húngara, contaba con lazos muy próximos al primer ministro Viktor Orban. Además, el fondo estatal Corvinus también participaba en la compra. Europa ha mostrado su descontento con Orban, considerado de extrema derecha, y su proximidad con el líder ruso Vladimir Putin.

España no es el único país de nuestro entorno que ha cerrado la puerta a un fondo extranjero que ha querido comprar una gran empresa nacional. Francia vetó la compra de Carrefour por parte de la firma canadiense Couche-Tard. La decisión se produjo en enero de 2021, aún con la pandemia muy presente en todo el mundo.

Caso distinto en España fue la decisión que se adoptó sobre la compra de BlackRock del 20% de Naturgy. La gestora norteamericana, la más grande del mundo por el volumen de activos gestionados, adquirió también este 2024 la gestora GIP, por lo que indirectamente también se quedaba con una quinta parte de la firma liderada por Francisco Reynés.

El control que ejerce el Gobierno de España sobre la compra de empresas por parte de capitales extranjeros ha ido en ascenso en los últimos años. El Ejecutivo levantó un escudo antiopas tras estallar la pandemia para tratar de proteger a empresas estratégicas que se vieron muy dañadas por los estragos que provocó el covid-19. Aunque la idea inicial era levantar este cortafuegos con el final de la crisis sanitaria, el escudo se ha mantenido. Tras la pandemia, se desató la crisis energéticas por la invasión de Rusia sobre Ucrania. El conflicto que no ha concluido.

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