Europastry, el pan congelado que cambió el sector y se atraganta en Bolsa

La firma catalana pausa su salida a los mercados por cuarta vez en su historia: la falta de garantías y el precio alto no convencen por ahora a los inversores

El centro de investigación y desarrollo Cereal, de Europastry, en Sant Joan Despí. Gianluca Battista

Cuando se descongela un producto, nadie se atreve a meterlo de nuevo en la nevera. La salida a Bolsa de Europastry, prevista para este jueves, tenía que ser la segunda del año tras la de Puig y estaba llamada a afianzar el revulsivo que el mercado español necesita. Pero el miércoles, el gigante del pan y la bollería congelada anunció que pausa su salida a Bolsa “debido a la situación geopolítica internacional, que está produciendo una profunda inestabilidad en los mercados”. No es la primera vez que protagoniza un intento fallido en el parqué. Estaba en sus planes desde los noventa y lo intentó en 2007, pero la ya la Gran Recesión se olía a la vuelta de la esquina. Volvió a probar en 2019, para echarse atrás a última hora.

Y este verano volvió a reactivar esta opción —con la que busca continuar con su expansión, para la que necesita grandes dosis de inversión, sin elevar más su nivel de endeudamiento— pero la volvió a paralizar unos meses, hasta anunciarla para este jueves. Sin embargo, ni la presencia de Criteria Caixa, que se comprometió a adquirir un 5%, ha servido para convencer a los inversores: antes de fijar el precio a la baja, la compañía ha decidido apretar el botón de la pausa otra vez, aunque mantiene su intención de salir a Bolsa “cuando los mercados lo permitan”.

Los analistas de XTB consideran que este sector “se trata de un mercado muy fragmentado y con una alta competencia, donde la diferenciación de ciertos productos es complicada”. “Esto se produce en un contexto donde hay incertidumbre geopolítica y movimiento de las materias primas, que están afectando a las cotizaciones del mercado de renta variable”, añadían. Beltrán de la Lastra, presidente y director de inversiones de Panza Capital, reconoce que llegaron a analizar someramente la posible salida a Bolsa de Europastry, pero lo que vieron no llegó a convencerles. “En general, no somos muy proclives a acudir a este tipo de operaciones pero es que, además, en este caso vemos que la compañía no tiene unas barreras de entrada muy potentes, lo que hace que su negocio futuro no esté especialmente garantizado”.

El gestor de fondos recuerda que en estas colocaciones de acciones hay una información asimétrica, con los propietarios y los bancos contratados muy interesados en transmitir unas proyecciones de futuro muy atractivas, que muchas veces no se compadecen con la realidad. “Si no sale es porque está cara. Si el precio es interesante los institucionales llegan; los inversores institucionales [fondos, entidades financieras] tienen gente que analiza estas operaciones, y suelen ser entidades con apetito comprador. Pero si no han ido es porque no salen las cuentas”, indica Luis Benguerel, gestor de patrimonios. “Y esto vale para Europastry, pero en general para todas las que no salen a Bolsa. “El mercado está caro y las empresas, y en particular el capital riesgo, buscan ganar dinero. Pero al otro lado la gente hace sus números”, remacha.

Otro inversor institucional, que prefiere no revelar su identidad, explica que “en este caso ha sido muy exagerado, porque nos transmitieron que había muchísimo interés por la compañía, y que el libro estaba cubierto desde el primer día”. Cuando se enteraron de que la salida a Bolsa no iría adelante se dieron cuenta de que la demanda no era tan fuerte como transmitía la empresa y sus asesores. Este inversor, que ha participado en la negociación con los bancos colocadores, cree que hay que revisar todo el proceso de salida a Bolsa. “Hay mucha gente que participa en el sindicato colocador que hace una labor muy pobre, que se dedican a mentir desde que empieza a constituirse el libro, y cuando al final no sale adelante la operación, es malo para todos”. Recuerda que en las gestoras dedican muchas horas de trabajo para analizar este tipo de operaciones, y que para el mercado español es “una nefasta noticia” que cuesten tanto salir a Bolsa nuevas empresas. “Esto acaba siendo más complicado que el parto de la burra”, resume.

Un caso de éxito en la calle

Europastry es una de esas compañías discretas que marcan a un sector, y la salida a Bolsa, aunque se le resiste, parece un paso natural. Un hecho explica el peso que ha tenido esta empresa catalana, fundada por la familia Gallés: los panaderos duermen mejor que nunca. La principal innovación de Europastry es haber logrado la fórmula para congelar el pan previamente cocido, de tal forma que solo hace falta un toque en el horno para tenerlo listo para la venta. De esta manera, ya no es necesario que los panaderos trabajen de noche o hagan madrugones imposibles. Inevitablemente, el invento ha cambiado el paisaje: las panaderías tradicionales han dejado paso a franquicias que se hacen con todo tipo de locales comerciales, porque no necesitan hornos tan grandes. Sigue habiendo panaderías tradicionales, pero también ellos han cambiado su forma de trabajar: ya no trabajan de noche, sino que pueden empezar a primera hora y tener el pan a media mañana, sabiendo que a los clientes que prefieren este tipo de pan no les importa esperar.

No es exagerado decir que en esta transformación ha tenido mucho que ver Europastry. Otra anécdota, que explican fuentes de la compañía lo confirma: hace solo unos años, explican fuentes de la compañía, las panaderías sufrían por si los clientes veían que Europastry les descargaba en la puerta el pan congelado. Había recelos sobre este producto, y era mejor que no los viesen. Ahora ya nadie sufre por ello, y casi todo el mundo tiene asumido que el pan congelado ha llegado para quedarse. El pan —y luego la bollería precongelada— de Europastry está en la mayoría de panaderías, en bares, en supermercados, en cadenas como Pans & Company o Dunkin’ Coffee, Manolo Bakes... La red de distribución es tan grande, que Europastry, que tiene en sus orígenes los hornos de pan, tuvo que vender su red propia de distribución en 2015: no tenía sentido competir, con sus cadenas de panadería (Santagloria, El Molí Vell, L’Obrador), contra las panaderías que también vendían su pan.

“Es fruto de un visionario que encontró un sistema brutal. Te permite tener producciones controladas y el pan caliente en las panaderías. Al principio hubo muchas críticas, pero invirtieron mucho y han creado un buen producto. También han cambiado las condiciones de trabajo del sector y han permitido que haya más mostradores de pan”, resume Miquel Lladó, profesor del Departamento de Dirección Estratégica de la escuela de negocios IESE y alguien que conoce muy bien el sector: fue el primer ejecutivo de Bimbo en España y Portugal. La virtud de los Gallés fue, según el profesor, saber darle la vuelta al modelo de negocio en un sector, el del pan, que no podía estar más consolidado en su versión tradicional. “Cambiaron el modelo, y al principio se necesitaba mucha inversión. Es muy competitivo y tienes que vigilar mucho los costes, porque al pan no puedes subirle el precio. Es un producto congelado que viaja bien, de ahí su expansión internacional, y también han optado por seguir a sus clientes en sus expansiones, como por ejemplo al grupo Áreas”, señala.

Pero si no se puede subir precio, hay que mejorar la eficiencia en costes, y esto solo lo haces ganando tamaño, con la expansión. Europastry no puede seguir forzando su ratio de endeudamiento, con un pasivo de 667 millones de euros, así que la salida a Bolsa era la mejor opción. “Tienen que seguir invirtiendo mucho, y necesitan acceso a capital. Pero mantienen el control y el espíritu de la empresa familiar, que es la fórmula ganadora”, dice Lladó. La compañía, según apuntaba el folleto, podía llegar a estar valorada en 1.570 millones de euros. Tiene casi 5.000 empleados, está en 80 países y 15 de los 27 centros de producción están en España. El año pasado facturó 1.350 millones de euros, un 20% más que en 2022, y ganó 69 millones, un 90% más.

La intención de Europastry era colocar el 30% del capital, reducir la participación de la familia del 76% al 64%, y la del consejero delegado, Jordi Morral, del 3% a la mitad, y dar salida al fondo MCH, que tiene el 20% después de entrar en 2011. La empresa, que se fundó en 1987 pero que tiene su origen en el molino de harina de Castellterçol (Barcelona) donde empezó a trabajar Pere Gallés, pasó a manos de Jordi Gallés en 2010 cuando falleció el padre. Tuvo varios momentos cumbre, como ser el distribuidor oficial de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992, la compra de Frida Alimentaria en 2001, la introducción de un dónut congelado en 2003 que les permitió competir con Panrico, el lanzamiento en 2009 del pan de cereales o el de los croissants precongelados en 2012. A todos ellos les falta un toque en el horno para estar listos. También a la salida a Bolsa.

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