Eroski negocia un bono y préstamos para refinanciar 750 millones

La compañía planea una estructura con una emisión de unos 500 millones y un préstamo de hasta 250 millones con apoyo público y de la banca

Estante de frutas de un supermercado de Eroski.

Eroski vuelve a llamar a la puerta de bancos y fondos para apuntalar su estructura de capital cuatro años después de haber salvado su gran match ball financiero. La cadena vasca de supermercados ha iniciado las negociaciones para reestructurar sus 750 millones en deuda. Sus planes pasan por emitir un bono de entre 400 y 500 millones y firmar créditos por 250 millones en los que participen tanto la banca española, que vendió la deuda del grupo, como de instituciones públicas nacionales y autonómicas, según indican fuentes financieras.

Eroski firmó en 2019 una operación definitoria para su futuro. Consiguió refinanciar sus 1.500 millones de pasivo y blindar su histórica estructura cooperativa para salvar una complicada situación financiera que arrastraba desde la crisis, cuando llegó a acumular 4.000 millones de pasivo. A cambio, los acreedores le reclamaban desinvertir en algunos negocios, como Caprabo, donde vendió el 50% al magnate checo Daniel Kretinsky. También ha vendido sus agencias de viajes a W2M, una firma de Iberostar. Y ha realizado otras ventas menores, de sus hipermercados y de 27 supermercados.

Esta transacción liberaba a Eroski a atender ningún vencimiento de su pasivo hasta 2024. Estructuraba la deuda en dos tramos. Uno de 1.000 millones, con un cupón del euríbor más el 2,5%. Y otros 540 millones, en un préstamo de tipo bullet, que expira en 2027 y un interés máximo del 0,5%.

En estos años Eroski ha demostrado a sus acreedores que ha cumplido con creces lo prometido en 2019. Según sus últimas cuentas anuales, amortizó 43 millones en 2021, lo que le permitió que los bancos le condonasen otros 250 millones. Actualmente, el pasivo del grupo asciende a los 750 millones, de los cuales 500 millones vencen el año que viene y 200 millones en 2027.

Justo un año antes de que expire buena parte de este pasivo, el 31 de julio del año que viene, Eroski se ha puesto manos a la obra. Ha encargado a Evercore una nueva financiación. El banco ha diseñado una estructura que le permita salvarse del yugo de los fondos, que adquirieron la deuda a los bancos, y encaje con la mejora operativa del negocio y la nueva realidad del grupo. Hayfin, DK y CrossOcean son los principales acreedores.

El banco ha diseñado una nueva estructura de deuda repartida en dos tramos. Una primera parte, de entre 400 y 500 millones, con la emisión de un bono. Actualmente, la compañía trabaja con las agencias de rating para obtener una calificación de la compañía, que a todas luces estará por debajo del grado de inversión. Por el momento, ya ha dado el mandato a BNP Paribas y Deutsche Bank como coordinadores globales de la emisión, mientras que la banca española se perfila para trabajar en un segundo escalón. La idea es lanzar la colocación tras el verano para conseguir un precio que no supere el 8%.

El resto del importe, de hasta 250 millones, corresponderán con créditos. Para ello la compañía sondea la vuelta de la banca española a la compañía, tras haber huido y vendido su deuda a los fondos hace unos años. También aspira a que en este tramo tomen una parte relevante tanto el ICO como los organismos vascos de apoyo empresarial. Y que estos animen a los bancos nacionales a participar.

Eroski trata de encontrar una estructura de capital, por tanto, más adecuada a la mejora de su negocio, con previsiones de que el ebitda alcance los 300 millones de euros al cierre de este ejercicio. El objetivo es rebajar el coste, pero fundamentalmente liberarse de las condiciones de desinversiones y amortizaciones anticipadas que les obligaban a acometer los fondos. Eroski confirma que explora distintas alternativas para refinanciar su deuda.

En 2021, la compañía entró en la senda positiva y volvió a beneficios tras las pérdidas del año anterior y registró su mejor resultado en 14 años. Ganó 105 millones en ese ejercicio con ingresos por 5.116 millones y ebitda de 260 millones. En 2022 los resultados fueron algo peores. Los ingresos fueron de 5.500 millones de euros, pero el beneficio descendió un 40% hasta los 64 millones por el alza de la inflación.

En ese año, además, la compañía cambió su cúpula. Rosa Carabel asumió el cargo de consejero delegado, en sustitución del presidente Agustín Markaide, que llevaba 11 años al frente de la cadena de supermercados.

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