El plan de rescate para hipotecados en apuros apenas suma 12.000 peticiones en sus primeros seis meses

El Gobierno estimaba un millón de potenciales beneficiarios, pero los grandes bancos reciben solicitudes a cuentagotas

La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia CalviñoPablo Monge

El plan de rescate para hipotecados en apuros ha quedado lejos de las expectativas en sus primeros seis meses de vida. El protocolo acordado entre Gobierno y banca a finales del año pasado para ayudar a aquellos clientes con dificultades para pagar su cuota debido al aumento derivado de las continuas subidas de los tipos de interés, apenas ha sumado 12.000 operaciones entre las grandes entidades, sin contar con BBVA, único banco que no aporta datos.

La cifra supone un 1,2% del máximo de beneficiarios potenciales que apuntó el Ejecutivo en un primer momento, un millón de familias. Éstas pueden optar a unas ayudas consistentes en la congelación de las cuotas, la extensión del plazo de vencimiento y otras soluciones de reestructuración.

Los datos, asimismo, reflejan solo las solicitudes recibidas por los bancos. Una vez que un cliente realiza la petición para adherirse al programa, el banco debe comprobar que cumple con todos los requisitos. Y según detallan las fuentes financieras consultadas, el nivel de aprobación está siendo bajo porque en general los solicitantes no cumplen con todos los criterios, por lo que el número final de beneficiarios reales es todavía inferior a esas 12.000 operaciones.

Para explicar esta baja afluencia, las entidades apuntan a dos efectos. Por un lado, recuerdan que las cuotas hipotecarias todavía no recogen completamente las alzas de tipos de interés. El Banco Central Europeo (BCE) dio un giro a su política monetaria en julio del año pasado y desde entonces, el supervisor ha acometido ocho alzas, llevando los tipos desde el 0 al 4%, para tratar de frenar la elevada inflación generaliza. Pero desde que se ejecuta una subida hasta que los nuevos precios se reflejan en las cuotas de las hipotecas, existe un cierto decalaje.

Las entidades habitualmente actualizan los precios una vez al año, de forma que la cuota que pagan los clientes actualmente ya recoge buena parte de esas subidas, pero todavía queda una parte. En ese sentido, las fuentes consultadas avanzan que a partir del próximo mes de septiembre se iniciará una segunda ronda de familias que entrarán dentro del protocolo hipotecario. Será a partir de entonces cuando realmente se tome el pulso para valorar el nivel de acogida. En todo caso, no se prevé una avalancha de peticiones.

Por otro lado, los bancos explican que el número final de clientes que entren en el Código dependerá en gran medida de las condiciones macroeconómicas, que son mejores respecto a las previsiones iniciales. El acuerdo establece unos requisitos muy claros que los clientes deben cumplir para optar a las ayudas y que tienen que ver con el nivel de ingresos, el aumento experimentado en la cuota hipotecaria y el porcentaje sobre el total de ingresos que represente el pago de la hipoteca.

Aunque los bancos reconocen que el entorno de alta inflación y las subidas de tipos de interés presionan cada vez más la capacidad de pago de los clientes, el crecimiento del PIB y el mantenimiento del empleo hacen que de momento no se haya producido una petición masiva para entrar en el protocolo. Y aunque el sector bancario se mantiene cauto, no prevé que la situación vaya a cambiar en los próximos meses.

Además, las entidades aseguran haber detectado que las familias, en general, prefieren apretarse el cinturón por otras vías y cumplir con sus obligaciones de pago antes que recurrir al Código de Buenas Prácticas u otros acuerdos de reestructuración. Así, algunos de los bancos consultados detallan que un número significativo de clientes que ya tenían aprobadas las solicitudes para adherirse al programa finalmente las han rechazado.

En algunos casos, entrar en el protocolo del Código de Buenas Prácticas implica que el banco debe reclasificar el crédito como moroso debido al aumento del riesgo, lo que supone un estigma para el cliente, ya que les impide optar a nueva financiación. Aunque no se trata de una cuestión automática ni se aplica en todos los casos.

Banca y Gobierno llegaron a un acuerdo para ayudar a los hipotecados vulnerables y aquellos que pudieran entrar en riesgo de vulnerabilidad por la acelerada subida de tipos de interés. En un primer momento, el Ejecutivo estimó que hasta un millón de familias podrían beneficiarse de estas ayudas. El propio sector financiero manejaba unas previsiones más conservadoras que iban desde un 10% a un 50% en caso de máxima aceptación. En cualquier caso, ambas previsiones están lejos de cumplirse. También hay que tener en cuenta que el anterior Código, que estuvo vigente entre 2012 y 2022, sumó 62.000 peticiones.

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