Ferrovial; la saga detrás de la multinacional española más holandesa
La constructora se constituyó en Madrid en 1952 con un capital de dos millones de pesetas
Sin duda será una de las noticias de este año. La decisión adoptada en el consejo de administración de Ferrovial de trasladar la sede de la compañía a Holanda está haciendo correr ríos de tinta, minutos de radio y televisión y seguro que lo seguirá haciendo durante los próximos días
El artífice de esta polémica es su presidente Rafael del Pino (1958), presidente y primer accionista de Ferrovial, el directo heredero de una saga familiar fundada por su padre Rafael del Pino Moreno (Madrid 1920) al que solo lo retiró de inspirar la gestión y dirección de la primera línea de la empresa un desgraciado accidente en su barco al otro lado del planeta.
De él partió la idea y el ímpetu de crear lo que hoy es Ferrovial. Constituyó la empresa el 18 de diciembre de 1952. Según su acta fundacional tuvo su primera sede en la madrileña calle de Moreto y un capital incial desembolsado de 2 millones de pesetas.
Desde esa sede en el centro de Madrid levantó un imperio empresarial que le llevó a entrar en la lista Forbes de las personas más ricas del mundo y ser considerado el precursor de la beautiful people que tanto progresó durante los gobiernos de Felipe González.
Antes, en la década de los setenta, aprovechó las enormes oportunidades que se daban en un país que se abría al mundo para dar el salto de la construcción de vías de tren a las carreteras y demás infraestructuras. Concesiones, servicios urbanos y gestión de aeropuertos llegaron después.
Compras
Quiso hacerse con su competidor Cubiertas y MZOV y el intento derivó en una lucha judicial que perdió. El resultado final fue que Cubiertas se integró en Entracanales y que Ferrovial salió de aquella guerra con 3.500 millones de pesetas de plusvalías.
Un dinero que a la postre y ya en 1995 le permitió hacerse con Agroman, que encuadrada dentro de la órbita de un Banesto en descomposición, pasaba por malos momentos. En total pagó 2.000 millones de pesetas por el 100% de capital en de la empresa. Utilizó el viento en popa económico que supuso para España la celebración del Quinto Centenario del descubrimiento de América paga ganar la adjudicación de una obra emblemática: la construcción de la línea ferroviaria de Alta Velocidad entre Madrid y Sevilla, amén de varios encargos para los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo Universal de Sevilla de 1992. Año en el que su hijo, Rafael del Pino Calvo-Sotelo, es ya nombrado consejero delegado y sucesor in pectore de la multinacional.
Retiro
Ya con 75 años decidió retirarse pero antes de hacerlo colocó en Bolsa su empresa con una valoración astronómica . Un chorro de dinero que dio mecha a la compañía para afrontar su expansión internacional. En su discurso de despedida, en la junta general de marzo de 2000, dijo: “Tengo ofertas de trabajo y quiero aprovecharlas”.
Se refería a la Fundación que lleva su nombre y que crea en 1999. Con el tiempo se ha convertido en una de las más activas y respetadas de España.
En su carta fundacional, que aún se puede leer en su página web, hay una frase que a la vista de los acontecimientos recientes y la gran deslocalización holandesa de los negocios de la empresa que fundó parece atronar... “He creado (la Fundación) para devolver a la sociedad española parte de lo que esta misma sociedad me ha dado a lo largo de mi vida personal y profesional . Ha sido mi deseo que sea independiente y cuente con una larga vida. Para ello, cuento con el compromiso de mi familia”.
A su fallecimiento, en 2008, Ferrovial es ya un potentísimo grupo diversificado que, liderado por su hijo Rafael, crece casi exponecialmente a golpe de compras de empresas (Budimex, Amey, Cespa, BAA) y adquisición de gestión de autopistas en Estados Unidos, Canadá o Francia. Además, obtiene adjudicaciones de tramos del AVE de California y la construcción de hospitales y puentes en Australia y Londres, junto a la puesta en marcha de líneas de metro en Chile.
Pero es en 2015 cuando se evidencia que las relaciones en el seno de la familia no son excesivamente pacíficas. Los hijos herederos del fundador ven la necesidad de romper el statu quo accionarial que hasta ese momento imperaba en la compañía, donde una instrumental, Portman Baela, controlaba el 40,8% de la firma. Todos deciden repartirse, con variadas y complejas operaciones de compra venta de acciones, la propiedad de la multinacional.
Control
De ahí parte el control actual de Rafael del Pino que como primer accionista pasa a ostentar el 20,1%, mientras que su hermana María del Pino y Calvo Sotelo contará con el 8,090%; Joaquín del Pino y Calvo Sotelo con el 2,524% y Leopoldo del Pino y Calvo Sotelo con el 8,296%. Como consecuencia, se rompen los pactos parasociales y la acción concertada accionarial que existía ente los hermanos.
De hecho, en 2019 Leopoldo abrió un contencioso contra su hermano a quien pidió en la junta de accionistas de aquel año la destitución de los dos primeros ejecutivos de la compañía. Perdió el pulso y Rafael incorporó a ambos directivos al consejo de administración de la sociedad.
A día de hoy, tras batallas y pugnas accionariales más o menos soterradas y de acuerdo con los registros de la CNMV, con más del 3% del capital solo se mantienen Rafael y María del Pino, presidenta a su vez de la Fundación que fundó su padre. Conviven en el accionariado con Blackrock, Lazard y el fondo Children Invest. Todos liderados por Rafael del Pino, un ejecutivo dotado de una personalidad a la que poco se le resiste.
De hecho su ex mujer Astrid Gil-Casares aseguró en una entrevista en la revista Vanity Fair en 2017 que “enfrentarse a Rafa no es fácil, es el que mejor dispara, el que mejor esquía, el que mejor pilota helicópteros, el que mejor discursos hace... Si mañana estallara la tercera guerra mundial y hubiera que irse a vivir a la jungla, él acabaría teniendo la mejor cabaña del bosque. No lo dudo. Sería el rey de la jungla”.
El actual presidente ha desarrollado toda su carrera profesional en Ferrovial. Su primera experiencia laboral, nada más terminar la carrera universitaria, fue en Libia. Después de un primer contacto con la compañía, cursó un MBA en Estados Unidos. En 1989 se hizo cargo de la dirección financiera y estratégica del grupo. Fue después consejero delegado para ocupar finalmente la presidencia.
Y la siguiente generación ya calienta en el banquillo. El primogénito del presidente ya se sienta en el patronato de la Fundación avalado por un largo currículo de formación y puestos de trabajo como analista en Técnicas Reunidas, en N+1 Corporate Finance, en Calyon Structured Finance Division o en Berger Strategy Consultant.
Una vida privada convulsa y muy aireada
El éxito empresarial indudable que Rafael del Pino y su familia, como accionistas, impulsan en Ferrovial corre paralelo a una vida privada extraordinariamente convulsa y aireada públicamente. Viudo de su primera mujer en 1998, Volvió a casarse en 2006 con Astrid Gil Casares, de quien se divorció en 2016. Una circunstancia personal y propia de su más estricta intimidad que, sin embargo, saltó a la palestra al desvelarse y hacerse pública una batalla judicial entre ambos que llegó hasta el Tribunal Supremo. Derivado de esta divorcio entraron en liza la propiedad o el disfrute de barcos, un jet privado, un helicóptero y tres grandes mansiones. No en vano, el presidente de Ferrovial es, de acuerdo con el ranking que elabora la revista Forbes, la tercera mayor fortuna de España, solo por detrás de Amancio Ortega y Juan Roig.
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