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Tribuna
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Abogacía y empleo, ¿en búsqueda del Santo Grial?

La búsqueda acaba en el entendimiento de que no es el perfil lo que importa sino, mucho más importante, quién está dentro

Getty Images

La búsqueda del Santo Grial ha sido una obsesión milenaria que desató la pluma de muchos autores que convirtieron en leyenda la importancia de encontrar la copa que utilizó Jesús en la última cena. Con el tiempo, el fervor por el recipiente amainó y muchos entendieron que lo importante no era tanto el Grial como lo que contenía (contiene) su interior. El novelista francés Chrétien de Troyes fue, probablemente, el primero en llegar a esta acertada conclusión en su obra Le Conte du Graal en el siglo XII.

Tras muchos años de docencia y ejercicio profesional, advertimos en las grandes corporaciones un cambio en la búsqueda del talento. La selección, casi en exclusiva, de un “aparente” perfil listo para empezar a trabajar ha cambiado. Al nuevo candidato, también solvente, se le permite cuestionar al empleador desde la primera entrevista y estar en un estado de definición personal casi permanente. El salario y la carrera profesional son elementos importantes pero la hora a la que podrán salir, por ejemplo, también.

Enfrentamos un giro en el que tenemos que preparar bien a quienes confían su educación en nosotros. El viaje a la empleabilidad ha experimentado un twist –si se nos permite el anglicismo– que invita a los futuros empleadores a entender las necesidades vitales de sus aspirantes. Ellos escogen, pero los alumnos legitimados, en función de lo que pueden ofrecer como consecuencia de una buena formación, también.

Con todo, conviene aclarar que, frente a la nueva pedagogía, seguimos defendiendo sin cortapisas la cultura del esfuerzo, la importancia de la memoria, la apertura a un mundo tan global como estricto con quienes quieren formar parte activa de los avances más internacionales. Las nuevas tecnologías, el conocimiento de idiomas, el rigor técnico y descubrir quiénes somos –qué importante– se hacen características obligatorias del triunfador feliz. Y es que, por mucho que los procesos sean, cada vez más, bidireccionales, la realidad es que el talento de los aspirantes es clave para que puedan “demandar”.

Al hilo de lo anterior, es esencial añadir que el desarrollo y multiplicación de las habilidades y talentos solo se entiende de forma completa cuando se consagran al ponerlos al servicio de los demás. En el mundo anglosajón del que tanto nos servimos los juristas de todo el mundo, no se concibe el crecimiento y éxito de las firmas de élite sin un servicio Pro Bono que es, paradójicamente, tan importante como lograr los objetivos de facturación. La inmediatez y permanente conexión merecen la reivindicación de sosiego en pro de la eficiencia y la búsqueda de valores sólidos que, sin duda, ofrecerán a empleados y empleadores conciencia social.

En lo que respecta a la manida igualdad por la que tanto se lucha, no podemos permitir que equipare a todos sin distinciones. Porque, salvo en la meta (las oportunidades han de ser las mismas), no todos somos iguales. El progresismo bien entendido –también en la Universidad y escuelas de Derecho de los negocios como lo son, de hecho, tantas empresas y Despachos– solo puede consistir en que cada cual ascienda social y económicamente según su esfuerzo.

Los alumnos han de entender que desde el primer curso han de trabajar para poder ofrecer una sólida base jurídica con aplicación transversal que, evidentemente, quedará recogida en un número que les califica. Esa nota es, en buena medida, lo que, de inicio, les abrirá las primeras puertas en la carrera por ganar legitimidad para poder reivindicar razonadamente grandes cambios. Por supuesto, la fuerza de los jóvenes que terminan sus estudios universitarios no se basa, exclusivamente, en una nota pero, que nadie se engañe, las buenas calificaciones son la primera y más objetiva carta de presentación de quienes, además de buscar un empleo, aspiran a liderar, como decíamos, los grandes cambios en empresas y firmas legales.

A decir de Calderón de la Barca en su siempre actual título Soldados de España: "que nadie espere / que ser preferido pueda / por la nobleza que hereda, / sino por la que él adquiere; / porque aquí a la sangre excede / el lugar que uno se hace / y sin mirar cómo nace / se mira cómo procede".

La búsqueda del Santo Grial acaba donde comienza el entendimiento de que su contenido es lo importante. La búsqueda del talento de unos y otros, también. Ya lo dijo hace mil años Chrétien de Troyes.

Alfonso Martínez-Echevarría, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad CEU San Pablo

Carlos Cuesta, socio en Carles Cuesta Abogados y Economistas. Director del máster de acceso a la abogacía y procura de la Universidad CEU San Pablo.

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