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Garamendi reparte premios y castigos para una travesía de cuatro años

El presidente de CEOE, Antonio Garamendi, tras ser reelegido el pasado 23 de noviembre.
El presidente de CEOE, Antonio Garamendi, tras ser reelegido el pasado 23 de noviembre.Pablo Monge
Raquel Pascual Cortés

El reparto de las vicepresidencias de la patronal CEOE tras la reelección de Antonio Garamendi como presidente de la principal organización empresarial española no ha sido esta vez objeto de quinielas en los medios de comunicación, como sí lo fueron las posibles candidaturas alternativas que perseguían desbancarle de su puesto. Garamendi fue reelegido el pasado 23 de noviembre y ha pasado todo un mes hasta que el miércoles de la pasada semana hizo finalmente públicos los nombres de los elegidos para acompañarle en el gobierno de la patronal a lo largo de la travesía de cuatro años que se prevén complicados en todos los ámbitos.

Tras solicitar varias lecturas internas de estos nombramientos en la organización podría decirse, a primera vista, que no ha habido grandes sorpresas, que los cambios han sido en buena medida más cosméticos que otra cosa. Si bien, un análisis más detallado deja un claro mapa de premiados y damnificados. Aparentemente, la principal incógnita era qué haría el presidente de CEOE con la vicepresidencia que siempre ha tenido la patronal catalana, después de las múltiples maniobras de su presidente, Josep Sánchez Llibre, para derrocarle a través de terceros. Sin embargo, esta duda era más bien de cara a la galería, ya que en la sede madrileña de la patronal en la mítica dirección de Diego de León, 50, lo tenían claro: “La patronal catalana debe tener una vicepresidencia y su presidente es Sánchez Llibre, así que ese cargo lo iba a ocupar él, lo han elegido los empresarios catalanes”, indica uno de los directivos patronales. “Habría sido directamente una guerra”, indica otro responsable de la organización.

Otra cosa es la letra pequeña de esa vicepresidencia catalana a la que Garamendi ha despojado de funciones ejecutivas y, en concreto, de la más valorada por el ex diputado catalán, que era la de servir de enlace entre la gran patronal y los grupos parlamentarios. Según cuentan fuentes empresariales, hace cuatro años, cuando Garamendi fue elegido por primera vez para dirigir CEOE, fue el propio Sánchez Llibre quien se ofreció para ser la conexión entre los representantes empresariales y el Congreso de los Diputados, donde había desarrollado gran parte de su carrera como diputado de la extinta CiU. “Sin embargo, cuatro años después no se puede decir que CEOE tenga mejores relaciones con los grupos políticos”, aseguran estas fuentes. Por ello y por el empeño del líder catalán en intentar acabar con la carrera de Garamendi al frente de CEOE, mantendrá la vicepresidencia de la patronal pero sin ninguna atribución adicional.

Pero si el castigo a Sánchez Llibre ha sido más o menos claro por esa vía, era lógico que Garamendi haya buscado, en compensación, el respaldo de una organización, al menos igual de importante que la catalana, como es la madrileña. Para ello, ha recuperado la figura raramente usada por CEOE del vicepresidente primero, cargo que ocupará el presidente de la patronal madrileña (CEIM), Miguel Garrido. Con este nombramiento Garamendi, además de buscar el apoyo de una de las grandes patronales, también buscaría neutralizar uno de los grupos de voces más críticas con su gestión de los últimos cuatro año que estaban entre los empresarios de la capital, que siempre han visto con muy malos ojos el diálogo y los acuerdos firmados por CEOE con el Gobierno de coalición y, en particular con su ministra de Trabajo, de Unidas Podemos.

No obstante, con el nombramiento de Garrido como vicepresidente, otro dirigente ha resultado damnificado de forma colateral. Se trata del único vicepresidente nato que recogen los estatutos de CEOE, el presidente de la patronal de las pequeñas y medianas empresas (CEPYME) que, por el hecho de serlo, ocupa automáticamente una vicepresidencia. Esta circunstancia y el papel que tiene Cepyme en el diálogo social, idéntico al de CEOE, hacía que, el presidente de esta patronal Gerardo Cuerva, apareciera a ojos de la mayoría como el número dos de la patronal. Sin embargo, la decisión de Garamendi de nombrar a Garrido vicepresidente primero relega a Cuerva en el organigrama patronal. A partir de ahora el número dos de la organización será claramente Garrido y no Cuerva. Aunque fuentes cercanas al máximo líder patronal aseguran que el presidente de Cepyme –cargo que ocupó el propio Garamendi antes de presidir CEOE– “nunca ha sido el número dos sino que era un socio natural del presidente, pero un socio en el plano institucional del diálogo social”.

No opinan lo mismo en el entorno del presidente de Cepyme que sí han recibido como una degradación, e incluso como una afrenta, el nombramiento de Garrido como vicepresidente primero. Las fuentes consultadas interpretan que Gerardo Cuerva podría ser el único con oportunidades reales de lograr el respaldo necesario para ganar a Garamendi si este decidiera en algún momento modificar los estatutos de CEOE para permitir un tercer mandato de su presidente, algo que cercenó él mismo cuando llegó a la presidencia de la organización y propuso que “la persona designada como presidente de la Confederación solo podrá ejercer el cargo como máximo durante dos mandatos consecutivos de cuatro años cada uno”.

Ante esto, en las organizaciones empresariales hay quien cree que Garamendi podría optar por cambiar los estatutos a lo largo del presente mandato para intentar seguir al frente de la organización un tercer mandato. Y en ese caso, el nombramiento de un número dos que no es Cuerva tendría por objeto relegarlo ante la posibilidad que pudiera luchar por la presidencia dentro de cuatro años. Si bien, distintas fuentes cercanas a Garamendi descartan que tenga en mente este cambio de estatutos para quitar el límite de mandatos que él mismo promovió.

Con este panorama, el líder empresarial tiene por delante cuatro años. Las dificultades en los dos primeros vendrán de fuera de la organización. En 2023 las numerosas elecciones podrán a prueba el posicionamiento político de los empresarios; mientras que en 2024 el nuevo Gobierno que salga de las elecciones generales de finales de 2023 procurará sacar adelante las leyes y negociaciones más espinosas, en las que los empresarios tendrán un papel importante con toda seguridad.

Por tanto, no será hasta bien entrado 2025 o incluso principios de 2026 cuando se prevé que surjan “no uno sino varios aspirantes a suceder a Garamendi”, auguran en la patronal.

Sobre la firma

Raquel Pascual Cortés
Es periodista de la sección de Economía, especializada en información sobre empleo, Seguridad Social, pensiones y relaciones laborales. Licenciada en C.C. de la Información por la U. Complutense, empezó a trabajar en Cinco Días en 2000 y antes pasó por las secciones de política y economía de la agencia Europa Press y por el diario Soria 7 Días.
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