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Noticia patrocinada

La innovación como fuente de competitividad empresarial y base del desarrollo económico sostenible

Desde hace más de 50 años, los centros tecnológicos de REDIT apoyan a las pymes a través de la I+D+i

El proyecto iMOlab tiene como objeto el desarrollo de nuevas tecnologías que permitan una movilidad inteligente, conectada y sostenible.
El proyecto iMOlab tiene como objeto el desarrollo de nuevas tecnologías que permitan una movilidad inteligente, conectada y sostenible.

La inversión empresarial en I+D en España es de un 0,7% del Producto Interior Bruto (PIB), muy por debajo de la media de los países miembros de la Unión Europea, estimada en un 1,67%. La falta de apoyo institucional, por un lado, y las reticencias a invertir en I+D+i de las empresas, por otro –ya que perciben la innovación como un gasto, más que como una inversión −son dos de las razones que explican esta situación. Sin embargo, cada vez es más evidente que España necesita un cambio en su modelo productivo y que este solo será posible a través de la investigación, el desarrollo y la innovación

Un estudio realizado por la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana (REDIT) sobre palancas para mejorar la competitividad de las empresas, en colaboración con la Universidad Politécnica de Valencia y la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI), revela que los motivos que frenan a las empresas a la hora de innovar son la falta de fondos y los trámites burocráticos necesarios para abordarla.

La paradoja es que este informe también reconoce que las compañías de este país, en su mayor parte pymes y micropymes, solo pueden aumentar su competitividad si invierten en I+D+i, si existe un marco de estabilidad con garantía presupuestaria y si los agentes del ecosistema trabajan juntos. “La inversión es un factor clave para mejorar la competitividad de una región”, afirma Gonzalo Belenguer, director general de REDIT. “

La falta de fondos y los trámites burocráticos son los motivos que más esgrimen los empresarios como frenos en su desarrollo

“Si se invierte en infraestructura, educación y desarrollo de habilidades tecnológicas e innovadoras se puede mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, además de hacerla más atractiva para las empresas y los trabajadores. Por otro lado, la inversión en tecnología e innovación puede impulsar el crecimiento económico y crear empleos de alta calidad”, resalta.

Invertir en I+D+i es clave para el desarrollo económico y social, pero en un país en el que el 99,9% de las empresas son pymes y micropymes, no todos los agentes del sector productivo disponen de los medios necesarios para acometer esa inversión. “Los once centros tecnológicos integrados en REDIT nacieron para ayudar a las pymes de la Comunidad Valenciana a cubrir sus necesidades en esta materia y reforzar su competitividad. Sin embargo, desde nuestros inicios, extendimos nuestra actividad al resto del país y a nivel internacional”, asegura.

Por cada euro invertido en las actividades de los institutos tecnológicos, se ha obtenido un retorno social de 7,64 euros

Los centros de REDIT cubren los sectores de alimentación, calzado, cerámica, textil, plástico, juguete, energía, biomecánica, TICS, logística y el metal y la madera, si bien han ampliado su actividad a proyectos transversales y a otros sectores como la la movilidad sostenible, la aeronáutica, la cosmética o la medicina. Tanto los institutos tecnológicos, como la propia red que los agrupa, son entidades privadas sin ánimo de lucro que se financian con aportaciones de las empresas con las que trabajan y con fondos públicos procedentes principalmente del Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE) y de la Unión Europea.

En 2021, los centros tecnológicos desarrollaron más de 2.600 proyectos de I+D+i, un 172% más que en el año anterior, y dieron servicio a 15.500 empresas. REDIT cuenta con más de 1.800 investigadores del ámbito científico-técnico y unas infraestructuras de 150.000 metros cuadrados. Estas cifran la convierten en la primera red de apoyo a la innovación de pymes en España y en modelo de referencia tanto nacional como internacional de colaboración público-privada.

Impacto social de la innovación

Otro de los objetivos de REDIT residen en trasladar su modelo y la transferencia de conocimiento a otras organizaciones y latitudes, además de fomentar la colaboración entre los agentes del ecosistema de innovación, al que consideran como una fuente de riqueza económica y desarrollo social.

Con el objetivo de demostrar la importancia de la inversión en innovación para la sociedad, REDIT realizó un informe basado en la metodología del Retorno Social de la Inversión (SROI). Los resultados son notables: con una inversión de 197 millones de euros, REDIT ha tenido un impacto social de 1.505 millones de euros. Es decir, cada euro invertido ha tenido un impacto social de 7,64 euros. Según Fernando Saludes, presidente de REDIT, “esos 1.505 millones de euros son el resultado de las buenas prácticas que nuestros once centros tecnológicos aplican en el ámbito social y el ambiental”.

Uno de los secretos del éxito de REDIT y sus institutos reside en la colaboración que mantienen entre ellos. Es habitual que trabajen en proyectos conjuntos transversales en el que aplican sus conocimientos y experiencia adquirida a lo largo de los años. El proyecto iMoLab es un buen ejemplo de esta cooperación: con la financiación de IVACE y de la UE, seis centros trabajan en el desarrollo de un laboratorio distribuido en el que analizarán y definirán cómo será la movilidad sostenible en el futuro.

En cuanto a la colaboración internacional, REDIT mantiene acuerdos con organizaciones como el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) o la Universidad Católica del Norte en la región chilena de Antofagasta. En 2022 ha participado en misiones tecnológicas a Portugal, Chile y Reino Unido, además de recibir una delegación procedente de procedente de diferentes países latinoamericanos para promover ecosistemas de innovación.

“Nuestra larga experiencia de trabajo en red es un gran activo que nos avala para poder exportar nuestro modelo a otros países, en especial a Latinoamérica donde la casuística del tejido empresarial es muy similar y con la que nos unen lazos culturales e históricos” , destaca Gonzalo Belenguer. “La innovación, en este caso, nos ayuda a construir puentes y a fomentar el aprendizaje mutuo. " añade.

Todo ello con un objetivo claro: promover la competitividad a través de la innovación y ayudar a las empresas a encontrar la solución más adaptada a su naturaleza y necesidades. “Estamos convencidos de que, con el esfuerzo de todos, podremos conseguir un futuro mejor para las siguientes generaciones”, afirma Fernando Saludes, presidente de la organización.

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