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La Lupa
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Las urgencias de Pedro Sánchez y su obsesión con 2024

El líder del PSOE corteja a ERC y Bildu para salvar los muebles de las elecciones municipales y autonómicas e intentar llegar vivo a las generales

La militancia socialista no acaba de entender el furor legislativo de fin de año en el que se ha metido Pedro Sánchez, afrontando cambios normativos en los delitos de sedición y malversación, que dividen al PSOE, lo que le aleja del centro y, aparentemente, del poder. La opinión generalizada –lo dicen en Vox, el PP y hasta Podemos– es que estos movimientos se deben exclusivamente a la imperiosa necesidad del Gobierno de contar con el voto de Esquerra Republicana para sacar adelante los Presupuestos de 2023 y garantizarse un año más en el Gobierno.

La realidad es que Pedro Sánchez no necesita a ERC ahora; puesto que para continuar un año más en La Moncloa le hubiera valido con prorrogar los Presupuestos de 2022. Cuando lo va a necesitar es el año que viene. Por eso, en círculos informados de la villa y corte se asegura que la tesis de la entrega a ERC es pura espuma, un ardid. Pedro Sánchez está trabajando con la vista puesta en la próxima legislatura (2024) y antes tendrá el examen de las elecciones autonómicas y municipales (mayo 2023).

Es evidente que el discurso actual de Sánchez descoloca a una parte importante del PSOE, de ahí las reacciones contrarias de los barones de Castilla-La Mancha o Aragón y de los aspirantes de Madrid o Castilla y León. En La Moncloa llevan tiempo trabajando intensamente con encuestas de voto y sentimiento y saben que hay regiones irrecuperables, como es el caso de Madrid o Murcia, y otras donde pueden perder (Asturias, Aragón, Baleares, Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana), por eso Sánchez deja margen para que los suyos (Page o Lambán) claven agujas en su muñeco de trapo. Si eso sirve para mantener poder territorial, ya se lo intentará cobrar luego en las generales.

Pero también hay algunas plazas donde el PSOE puede sorprender positivamente y minimizar el golpe de mayo que viene. Lo curioso es que esas plazas prácticamente se limitan a Cataluña, País Vasco y Navarra. De ahí el continuo flirteo entre el PSOE y las fuerzas independentistas de izquierdas catalanas y vascas. Sánchez no es un suicida, sabe que el único premio gordo al que puede aspirar el PSOE es a la alcaldía de Barcelona (Jaume Collboni), para lo que es imprescindible ERC. También puede coger alguna pedrea en esta región.

En el País Vasco y Navarra las marcas regionales del PSOE llevan años haciendo equilibrismo. Patxi López fue lehendakari con el apoyo del PP en los tiempos más duros de ETA, pero lo habitual ha sido que fueran soporte al PNV, como sucede ahora. A los que se sorprenden del apoyo del nacionalismo vasco a Sánchez les viene bien recordar que el PNV tiene las tres grandes alcaldías vascas y el Gobierno regional gracias al soporte socialista. Idoia Mendia, la que fuera candidata socialista al Gobierno vasco, es la vicepresidenta segunda de Iñigo Urkullu, que tiene un 25% del Gabinete en manos de militantes del PSE-PSOE.

Mientras en el País Vasco lo habitual es encontrar al PSOE sujetando al PNV, en Navarra el partido socialista es bipolar. En el Ayuntamiento de Pamplona aguanta al alcalde de Navarra Suma (coalición de UPN, PP y Ciudadanos) y en la comunidad, la socialista María Chivite gracias al apoyo de Geroa Bai (PNV de Navarra) y a la abstención de Bildu. Este acercamiento entre Bildu y el PSOE en el verano de 2019 originó los primeros cismas entre los socialistas, pero también el inicio de convivencia con el partido político heredero del brazo político de ETA.

El tiempo ha demostrado que los socialistas navarros han sido capaces de manejarse con la derecha en el ayuntamiento y con la izquierda en la región, como ya hicieron los vascos. Y lo que quizás ha sido más importante, el roce de María Chivite con EH-Bildu ha contribuido a facilitar la relación entre los independentistas vascos y el PSOE en el Congreso de los Diputados.

La legislatura comenzó, pandemia mediante, con amagos de Pedro Sánchez a jugar a la geometría variable: hoy utilizo a ERC y mañana a Ciudadanos. Sin embargo, acontecimientos como las mociones de censura de Murcia y Castilla y León y las elecciones anticipadas de Madrid han llevado a la práctica desaparición del partido naranja y a que el PSOE se centre exclusivamente en los partidos que apoyaron la investidura de Pedro Sánchez.

Las sucesivas elecciones autonómicas que ha habido desde 2019 han puesto de manifiesto que los votos de Ciudadanos eran un préstamo del PP. El PSOE no ha conseguido rascar nada en Galicia, Madrid, Castilla y León o Andalucía. Solo Cataluña se sale de la norma. En 2017, Inés Arrimadas fue la más votada y obtuvo 30 escaños. En febrero de 2021, el partido más votado fue el PSC-PSOE, con Salvador Illa a la cabeza, gracias a que se llevó buena parte del capital de Ciudadanos, que cayó a seis escaños. El PSC obtuvo 655.000 votos, 50.000 más que ERC, y 33 escaños (16 más). Aun así, ambos acabaron liderando la oposición. La diferencia es que Arrimadas se vino a Madrid para profundizar en las diferencias e Illa hizo el camino opuesto en pro de la concordia.

Los escenarios se mueven y hoy ERC gobierna la Generalitat de Cataluña con una enorme fragilidad, producto de que Junts, su socio de derechas, rompió el frente indepe y decidió salir del Gobierno. Ahora es consciente de que el mandato de su Gobierno, que formalmente finaliza en 2025, está en manos del PSC-PSOE, lo mismo que la reforma legal que aleje de la cárcel a una treintena de directivos de los partidos independentistas.

Todo esto hace comprensible la estrategia de Pedro Sánchez, el presidente más inesperado que ha tenido este país, el que tiene el perfil más cesarista y menos kamikaze, por mucho que le obsesione pasar a la historia. En el corto plazo ERC está en manos del PSOE, no al revés, como se quiere vender, y en el largo se van a necesitar como el comer. Las encuestas llevan tiempo dando mayoría absoluta o muy cerca a la suma de PP y Vox. La única manera de evitarlo que tiene Sánchez, cuya volatilidad está en máximos, es aislarlos de todas las demás formaciones. Las autonómicas y municipales van a ser termómetro y moneda de cambio. El poder engendra poder.

Aurelio Medel es Doctor en Ciencias de la Información y profesor de la Universidad Complutense

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