La siderugia adelanta que 2023 comenzará con una ralentización económica
Por la baja demanda de clientes clave como la automoción y la construcción
La siderurgia arrancará el próximo año con un menor volumen de producción que en el inicio de 2022 por la incertidumbre internacional. Como el acero está presente en la actividad cotidiana de casi todos los sectores, su consumo es un reflejo de la evolución del PIB, lo que evidencia que se vivirá una ralentización de la economía en los primeros compases de 2023.
Andrés Barceló, directoral general de la asociación del sector Unesid, no quiere mostrarse pesimista por este escenario y prefiere hablar de una serie de factores que juegan en contra. Uno de ellos es el menor nivel de demanda por parte de los principales clientes del acero, la automoción y la construcción.
La industria de las cuatro ruedas en Europa cerrará 2022 con una producción de 15,2 millones de unidades, un 2% por debajo de los registros del año anterior, según las estimaciones de los analistas. Pero en 2023 apunta a una recuperación gradual que pudiera llevar a las plantas de ensamblaje a alcanzar un volumen de 16,2 millones de vehículos, un 6,57% más.
De momento, esa ralentización de los pedidos se nota entre los proveedores. Michelin dejó de producir 195.000 neumáticos en su planta de Vitoria el pasado noviembre. Y también en este segmento, Bridgestone prepara un ERTE para sus cuatro fábricas en España, donde trabajan 2.600 personas.
Además, las marcas siguen padeciendo el problema de la escasez de semiconductores, que en 2021 restaron una producción de 10 millones de unidades en todo el mundo. Este año el recorte ha sido menor pero también importante, en concreto de dos millones menos de coches.
También juega en contra de la automoción, y de la siderurgia por su repercusión en el acero, las huelgas en los sectores del metal por las reivindicaciones de subidas salariales para contrarrestar una inflación que al pasado noviembre se situó en el 6,6%.
Un caso concreto fue el de las movilizaciones vividas en Bizkaia este mes, que obligaron a paradas de la producción en varios turnos en el centro de Mercedes-Benz en Vitoria los pasados días 2 y 3. Sidenor, que destina el 70% de su producción de aceros especiales al sector de automoción, "está pilotando la situación" según los niveles de demanda del mercado y los costes de la energía.El grupo vasco no se plantea ni un ERTE ni ajustes de empleo.
Paradas
ArcelorMittal, en cambio, mantiene parada su acería de Sestao (Bizkaia). Con 290 trabajadores, solo ha producido bobinas durante cuatro meses este año. Y la multinacional de la familia Mittal, que tiene a la plantilla en ERTE hasta finales de año, no se plantea una fecha para la reapertura en 2023. Lo que pudiera dar lugar a un nuevo ERTE.
La corporación, el mayor fabricante de acero del mundo y con 8.000 trabajadores en España, también tiene parado, desde septiembre pasado, el Horno Alto A de Gijón (Asturias), la única instalación de siderurgia integral de España
En relación con la construcción, que es el destino de los aceros comunes como el corrugado, el sector padece el alza de precios de las materias primas. Una inflación que ha llegado a declarar desiertos algunos concursos de obras públicas. Parece que los precios han iniciado un leve descenso y como 2023 es un año electoral, el sector pudiera vivir un repunte de la obra pública.
Las empresas dedicadas al acero inoxidable no se atreven a hacer previsiones de negocio para 2023, a la espera de la evolución de la cotización de materias primas como el níquel, el molibdeno o el cromo. De momento trasladan estas subidas a sus clientes.
La evolución de la paridad del euro con el dólar también será clave en una industria netamente exportadora. Pero sin dramatismos. Estas siderúrgicas esperan un buen 2023, aunque por debajo de los niveles de este año. Pero Roldán, filial de Acerinox, ha aplicado un ERTE hasta el próximo año a sus 400 trabajadores de la acería de Ponferrada (León).
Importaciones
Andrés Barceló también se refiere al impacto negativo de las importaciones de acero extra comunitario. Proceden de siderurgias de Corea del Sur, Japón e India que no asumen las inversiones en sostenibilidad que marca Bruselas para las compañías europeas ni tienen que pagar los derechos de asignación de emisiones de CO2. Además operan con menos costes energéticos que los anteriormente citados. Europa sí que ha conseguido limitar las compras de acero a China, Inonesia y Taiwán con medidas anti dumping.
Otro factor que juega en contra de las siderúrgicas es el de la volatilidad de los precios de la energía, que son claves en su escaleta de costes , puesto que casi toda la producción de acero de España se concentra en acerías de arco eléctrico. En este apartado, la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (Aege) ha calculado que el precio medio de la energía en España se ha situado en los once primeros meses del ejercicio en curso en los 170,76 euros por MW hora, un 53,4% por encima de la tarifa de referencia de 2021, aunque un 27,9% por debajo de la factura de Alemania y un 40,2% más barata que la de Francia.
En estos países se ubican los principales competidores de los productores nacionales de acero, pero la industria intensiva en consumo de energía, tanto la germana como la gala, logra precios por debajo de la media del mercado. Por ejemplo, las fábricas galas operan con una tarifa de 42 euros por MW hora, lo que supone una merma importante en competitividad para sus rivales de este lado de los Pirineos. Y el precio medio de la electricidad al cierre de este ejercicio se dispará a los 225,40 euros por MW hora, más del doble de la tarifa francesa, que pudiera quedarse en los 104,5 euros por MW hora, según los cálculos de Aege.
Base industrial
La producción de acero en España el año pasado creció un 27,6% al contabilizar 14,2 millones de toneladas, lo que situó a la industria nacional como la tercera por volumen de fabricación de la Unión Europea.
Sí que hay que reseñar que ese crecimiento tuvo como referencia 2020, el año del mayor parón industrial en la historia reciente del país por el efecto de la pandemia. Las 22 acerías de España, que suman 20.800 empleos, se completan con 50 instalaciones de laminación y de primera transformación. Tras la reconversión del sector en la pasada década de los noventa, el país solo cuenta con una acería de horno alto, la de ArcelorMittal en Asturias, y el resto es de arco eléctrico y por tanto muy supeditadas a la volatilidad al alza de los precios de la energía.