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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una campaña de Navidad coherente con una economía que se desacelera

CINCO DÍAS

Las previsiones sobre la contratación de personal para el Black Friday, la Navidad y las rebajas que manejan este año las empresas de trabajo temporal –que suelen ejercer de indicador adelantado sobre la vitalidad de la campaña comercial y la economía en general– no son optimistas y auguran un enfriamiento en línea con un contexto económico marcado por la inflación, la incertidumbre y el endurecimiento de la política monetaria. Mientras algunas ETT auguran un crecimiento positivo, aunque modesto, de las contrataciones, que en algún caso alcanzaría solo la mitad del registrado hace un año en las mismas fechas, otras prevén una caída drástica de hasta el 17%.

Aunque la horquilla de cifras varía de forma notable y existe la duda de qué parte de la oferta actual está dirigida mayoritariamente al Black Friday, el análisis de las vacantes ofertadas por las ETT desde principios de año apunta a una pérdida de velocidad en el mercado y a un enfriamiento cuya magnitud no es fácil de dimensionar por la fuerte incertidumbre y su efecto en las familias y las empresas. La posible caída de la actividad comercial para esta última parte del año no es, en cualquier caso, un misterio de compleja explicación, sino el resultado de la desaceleración de una economía lastrada por la inflación, las tensiones de una guerra de complejo desenlace, una crisis energética cuyas raíces van mucho más allá de la coyuntura bélica, una política monetaria que ha endurecido las condiciones de financiación y sobredimensionado la carga hipotecaria de muchas familias y una caída de la confianza frente a un 2023 que muy probablemente traerá una recesión.

De confirmarse las previsiones de las empresas de contratación temporal, la contracción de la actividad podría ser también la primera señal concreta de un enfriamiento del consumo frente a la presión de la inflación y de una política monetaria que hasta el momento no está funcionando en Europa. La propia Christine Lagarde señalaba hace unos días que aunque el riesgo de recesión en la zona euro ha aumentado, resulta improbable que ese retroceso reduzca de forma significativa el rally de los precios. Parte de la dificultad que afronta Fráncfort para hacer su tarea pasa por el reto de domar una tasa de inflación europea que oculta grandes disparidades entre los Estados miembros, lo que convierte la política del BCE en demasiado severa para unos y en excesivamente suave para otros. El posible enfriamiento de la campaña de Navidad puede ser, en ese sentido, la señal de una actividad económica que se desacelera y la primera respuesta de los consumidores familias frente a un 2023 que va a exigir apretarse el cinturón y desempolvar la austeridad.

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