La irrepetible exposición de Damián Ortega en Santander
El Centro Botín acoge la muestra del artista mexicano ‘Visión expandida’ Es la primera vez, y probablemente la última, que se pueden ver juntas las nueve piezas
El Centro Botín, en Santander, acoge desde este fin de semana Visión expandida, que reúne por primera vez las obras en suspensión de Damián Ortega (Ciudad de México, 1967). Un recorrido, a través de nueve esculturas, por dos décadas de trabajo del artista mexicano, Él mismo calificó esta exposición como “especial”, y aseguró que no cree que se vuelva a repetir, ya que el complejo montaje ha sido “una odisea” que se ha tenido que hacer con mucha pericia y luchando contra reloj. “Me gustaba la idea de ver cómo se complementaban unas obras con otras”, explicó Ortega durante la presentación de la exposición, comisaria por Vicente Todolí, con el que le une una amistad de más de 20 años, y con el que ya trabajó dos veces anteriormente.
Todolí, presidente de la comisión asesora de arte de la Fundación Botín, aseguró que estas obras en suspensión conectan con el movimiento que surgió hace algún tiempo entre los artistas de vanguardia que empezaron a eliminar el pedestal de las esculturas, así como con la idea de que el aire también tiene que ser ocupado.
El inicio del recorrido por la exposición, que se puede visitar hasta el 26 de febrero, lo marca la primera obra en suspensión de Ortega, y la más icónica, Cosmic Thing, creada en 2002. Se trata de un Volkswagen Beetle, un modelo que estaba muy extendido en el país natal del artista, que aparece desmontado y colgado, al igual que todas sus piezas, de delgados cables de acero. La ubicación está pensada por el comisario para que la obra interactúe con la ciudad, que se ve a través del ventanal que ocupa toda una pared. Con Cosmic Thing, Ortega recupera esos momentos de su infancia en los que, junto a su hermano, jugaba a desmontar objetos para ver qué había dentro.
Su familia también está presente en la siguiente obra de la muestra, Harvest, compuesta por esculturas de acero colgadas del techo cuyas sombras reflejan todas las letras del abecedario en una precisa caligrafía, que recrea la de la madre del artista. “Es esa caligrafía de colegio francés, fina, que contrasta con la tosquedad del material”, según Ortega, quien con este trabajo se pregunta “¿qué es la realidad?, ¿lo metálico, la sombra que proyecta o el conjunto?”.
La sala principal de la exposición la ocupan cuatro obras que recuerdan, por su forma, al big bang, y en las que Ortega quiere que el visitante se adentre, pero sin tocar, porque, en su opinión, “acercarse y contemplar es una forma de interacción”. Para él, más que esculturas es “geometría emocional”, tras la que hay una labor muy artesanal a la hora de elaborarlas y crearlas.
Con Warp Cloud, que ocupa una sala entera, Ortega pretendía “entrar al vapor, a una nube”. La obra representa, a través de esferas blancas de diferentes tamaños que simbolizan moléculas de hidrógeno y oxígeno, la estructura química de una gota de agua.
El recorrido llega a su fin como empieza, con una obra que dialoga con el entorno. Se trata de un submarino, realizado a partir de sacos reutilizados, que cuelga del techo con el mar que se ve a través del cristal como telón de fondo. Concebida por el artista en 2012, tras ver las noticias de los narcosubmarinos usados para llevar droga, el interior de la misma está relleno de sal, que va cayendo por un pequeño agujero al suelo de la sala, donde se va acumulando. Ortega la relaciona con el poema de Los hombres huecos, de T. S. Eliot, y “esa idea compulsiva de llenarse, saturarse, hincharse y por otro lado la banalidad, la superficialidad, un vacío existencial contemporáneo”. “Cada pieza contiene en ella, latente, la creación y destrucción del mundo que nos rodea”, según Todolí.
La exposición también incluye un espacio de lectura, concebido por Ortega, donde se pueden consultar las publicaciones de Alias, su proyecto editorial con el que pretende divulgar en español escritos de artistas, algunos de ellos nunca antes traducidos a esta lengua. El creador, además, volverá al Centro Botín a finales de noviembre para impartir un taller de máscaras.