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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Capitanes expertos para el tormentoso clima de los mercados

Quien quiera flotar debe exprimirse las meninges, ya sea el profesional o el inversor de a pie

CINCO DÍAS

El año 2022 se perfilaba, en el otoño del 21, como un ejercicio en el que el principal reto sería calibrar hasta qué punto la recuperación económica pospandémica estaba ya recogida en los precios de los activos, con la perspectiva de una paulatina subida de tipos en EE UU como factor de inestabilidad. La realidad ha arrasado con las previsiones. La explosión inflacionista desatada por la guerra de Ucrania ha convertido el ejercicio en uno de los más complicados de la historia reciente: la fortísima subida de los tipos (tanto los de referencia como los del mercado de deuda) ha provocado pérdidas en casi todas las categorías de activos.

El fondo soberano noruego, el mayor del mundo y una referencia dentro del mundo de la inversión, publicó esta semana pérdidas por valor de 170.000 millones de dólares. La vuelta atrás de los mercados ha tirado por tierra operaciones corporativas de gran calado, pillando a contrapié incluso a las grandes firmas de Wall Street, a las que se presupone conocimiento de las dinámicas de los mercados.

Mayor es la necesidad de estabilidad del inversor de a pie, con menos colchón que los institucionales o las grandes fortunas para encajar los vaivenes del mercado. Es por ello que los altibajos bursátiles tienden a expulsar a los minoritarios, convencidos (a veces con causa) de que compran tarde cuando el mercado sube y no venden a tiempo antes de que baje. La experiencia con los productos estructurados vendidos de forma genérica por las redes bancarias tampoco ayuda. Ni la escasa rentabilidad de los productos conservadores, aunque ha mejorado. De media, los fondos españoles pierden el 6,1% en lo que va de año.

Ello no impide que existan en el mercado productos de inversión, con acceso para los particulares, que han podido capear la tormenta con rentabilidades positivas, y mediante distintas estrategias, todas ellas imaginativas. Hoy por hoy no vale con sentarse encima de una cesta de activos.

Se dice que el mar en calma no hace buenos marineros. Teniendo en cuenta la volatilidad de los mercados, por un lado, y la competencia que supone la proliferación de ETF, brókeres con bajas comisiones y criptodivisas para quienes quieren adrenalina, el negocio de la gestión de activos estará haciendo buenos navegantes. Deberes similares tiene el inversor, para quien tampoco vale elegir entre fondos mixtos o de renta variable como quien hace la compra. Quien quiera flotar debe exprimirse las meninges, ya sea el profesional que debe adaptar su gestión a todos los escenarios, ya sea el inversor de a pie, quien debe buscar estos productos todoterreno.

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