Informar no es suficiente para proteger al inversor en criptomonedas
La irrupción de las criptomonedas en los mercados financieros de todo el mundo ha dejado de ser un fenómeno de iniciados para convertirse en un imán de fuerte atracción para inversores de todo tipo –tanto profesionales como amateurs– además de en una fuente de problemas para gobiernos y supervisores, por su potencial para la especulación, los fraudes piramidales, la evasión tributaria y el blanqueo de capitales. Actualmente, hay varias causas abiertas ya en distintos tribunales españoles por presuntos fraudes llevados a cabo con estos activos. Tanto el Banco de España como la CNMV han realizado serias y repetidas advertencias sobre esta cuestión, al recordar que quien invierte con criptomonedas opera como un trapecista sin red, lo que resulta especialmente arriesgado para inversores sin experiencia, que cada vez son menos cautos y están también menos informados.
Prueba de esa desinformación son algunas de las conclusiones de un estudio que ha realizado la CNMV sobre la penetración de estos activos entre los inversores españoles y la efectividad de las medidas impulsadas hasta el momento por el supervisor, centradas especialmente en el ámbito de la publicidad y en la información sobre los riesgos del mercado. Según esos datos, apenas el 6,8% de encuestados ha invertido en criptomonedas alguna vez, lo que apunta a una penetración todavía baja de estos activos, pero el 40% de ellos cree que están reguladas por ley y un 29% que tienen los mismos riesgos que cualquier otra inversión.
La primera conclusión que se extrae de estos porcentajes es el discreto, por no decir escasamente eficaz, resultado de la ofensiva de la CNMV para informar sobre el elevado riesgo de estas inversiones, un riesgo derivado precisamente de la ausencia de una normativa que regule el mercado y proteja al inversor. En ese sentido, los datos permiten deducir el notable porcentaje de inversores no profesionales que operan probablemente en este mercado, lo que explica que cuatro de cada diez desconozcan la ausencia de regulación y equiparen el riesgo al de cualquier otra inversión.
El Banco de España y la CNMV han impulsado normativas, fundamentalmente en el marco del blanqueo de capitales y en el de la publicidad, con el fin de regular en lo posible la tierra de nadie en que se han convertido las criptomonedas. Pero la radiografía que dibuja este informe confirma que esos esfuerzos no han sido suficientes y que es necesario ir más allá, hacia la promulgación de una normativa no solo europea, sino plenamente internacional, que permita supervisar el mercado de forma coordinada y proteger con garantías a los pequeños inversores, que son siempre el eslabón más frágil en este tipo de fenómenos.