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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un impuesto incómodo que no frenerá la inversión en energía y banca

CINCO DÍAS

Las dos baterías de medidas aprobadas por el Gobierno contra la inflación, así como los dos impuestos especiales sobre banca y energéticas, no son las mejores del mundo para combatir el avance de los precios. Más bien al contrario: estimularán la demanda en muchos casos, y simplemente servirán para aliviar en parte el sobrecoste para los hogares y empresas, y en parte para financiar tales alivios. El verdadero riesgo de los dos gravámenes anunciados esta semana es alterar la seguridad jurídica en materia de fiscalidad y poner en peligro los flujos de inversión extranjera, especialmente cuando se quiere convertir a España en una de las grandes potencias en generación de energía renovable.

Los dos impuestos extraordinarios pretenden recaudar 7.000 millones de euros en los dos años en los que estarán en vigor, con aportación de 4.000 millones por parte de las energéticas y 3.000 por parte de la banca. Nada menos que el 50% de la valoración del Ibex 35 está directamente afectado por esta nueva imposición, de la que se desconoce con exactitud cómo se determinará la base imposible y qué tipo de gravamen se le aplicará. 12 cotizadas del índice selectivo tendrán que hacer frente al impuesto, puesto que venden más de 1.000 millones de euros al año.

Las primeras dudas surgen acerca de si son devengables sobre las ventas o los beneficios de 2022, ya que su aplicación tendría carácter retroactivo, una condición que en materia tributaria siempre ha sido cuestionada por los tribunales. Pero tomando como ejemplo las cuentas cerradas de 2021, los analistas consideran que la banca podría verse afectada en una horquilla que oscilaría entre el 4% y el 15% de su beneficio, y los tres grandes bancos podrían tener que aportar unos 900 millones de euros al año. En el caso de las energéticas, el Gobierno gusta del modelo italiano, que endosa un 25% a los beneficios considerados extraordinarios de las compañías, un concepto contable de complicada determinación.

En cualquiera de los dos casos, el efecto sobre las cuentas estimado no se trasladaría en valoración de las empresas en más de un 4%-5%, prácticamente la mitad de lo que las cotizadas afectadas perdieron en Bolsa en la jornada en que se anunció la medida. Un daño incómodo pero soportable para empresas de gran tamaño. De hecho, la mayoría de los analistas considera que los nuevos impuestos no deberían afectar a la inversión en las energéticas y la banca, siempre que la medida se ciña al calendario anunciado o se corrija en caso de volver a las circunstancias previas a la irrupción de la inflación, puesto que se trata de posiciones a largo plazo en la mayoría de los casos.

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