Las Bolsas siguen en un punto de inflexión, pero sin definir el rumbo
Las Bolsas se han reanimado en las últimas sesiones tras el ajuste encajado con la llegada de la guerra; incluso la española registra ganancias anuales tras encadenar media docena de sesiones de alzas, en contraposición a su desempeño en 2021, que fue de los más negativos de Europa. Pero hay poca convicción en los analistas de que esta reacción alcista vaya a marcar una tendencia, y las dudas sobre qué camino tomará, si alcista o bajista, persisten, porque las variables económicas que determinan el sesgo no tienen la consistencia suficiente. Y buena parte de ellas dependen de acontecimientos geopolíticos cuya resolución está muy alejada en el tiempo, y sin claridad alguna sobre su resolución.
En primer lugar, la confluencia de una serie de circunstancias han colocado en el horizonte el riesgo de una recesión económica, o al menos de una estanflación prolongada, que activaría un movimiento de dominó perverso sobre los beneficios de las empresas y el valor de las cotizaciones. Los opciones que los analistas conceden a la posibilidad de una recesión global no son elevadas, pero su sola existencia, por limitada que sea, condiciona las decisiones de los inversores, que hacen tiempo para disponer de más datos antes de reforzar sus posiciones en la renta variable.
Los beneficios empresariales mantienen un ritmo de avance importante, aunque más moderado que en trimestres pasados, y aunque el escenario es poco homogéneo, el riesgo de reducción de los números negros existe y sería una señal que desataría ventas de empresas, teniendo en cuenta que en trimestres venideros las cuentas podrían deteriorarse más con las subidas de los tipos de interés y la reducción de la demanda que genera la mordida de la inflación. Si la inflación persistiese en valores elevados hasta bien entrado 2023, los tipos experimentarían subidas fuertes y multiplicarían el riesgo de recesión.
Simplemente con los movimientos que ha experimentado la deuda en los mercados secundarios, con el bono americano a diez años en el 3%, lo convierten en un competidor atractivo que puede sacar dinero de la renta variable, corriendo menos riesgo que en esta. Con este panorama en el que hay tantas señales alcistas como bajistas, porque unas neutralizan a las otras, los inversores deben concentrarse en la energía, que seguirá dando retornos elevados mientras no se despeja la incertidumbre bélica, parcialmente en una banca que engordará sus márgenes con las subidas del precio del dinero, las alimentarias y las farmas, y mantener posiciones elevadas de liquidez para aprovechar caídas más profundas que podrían llegar. Y ante todo, mucha calma.