Grindr sale a Bolsa o cómo ganar dinero con el amor (y el sexo) del siglo XXI
La app de citas lanza su OPV por 2.000 millones a través de su fusión con una SPAC
No es ninguna sorpresa afirmar que la revolución tecnológica ha llegado también a los asuntos del corazón. En estos tiempos del amor líquido, el ligar ante la barra de un bar ha sido sustituido por el inmenso after que son las redes sociales. Este cambio de tendencia ya llegó a Wall Street en 2015 con la salida a Bolsa de la gran red social para ligar, Tinder, y quedó confirmado el año pasado con el debut de su competidor, Bumble. Ahora es el turno de la aplicación líder entre el público LGTB+, Grindr.
Según ha comunicado la red social al regulador estadounidense de los mercados el debut se producirá a través de la fusión con una SPAC, una sociedad constituida exclusivamente para comprar otras compañías y sacarlas a Bolsa. La operación supondrá que cotice el 22% del capital —el 78% mayoritario estará en manos de sus actuales accionistas, un grupo invertir estadounidense que la adquirió a una compañía china en 2020— y se valore esta gran barra de bar virtual gayfriendly en unos 2.000 millones de euros.
El valor de la firma es aún mucho pequeño que el de sus principales competidores. Match Group, la matriz de Tinder, vale en Bolsa unos 20.000 millones de euros. Bumble, por su parte, está valorada por Wall Street en unos 4.000 millones. Los dueños de Grindr consideran, sin embargo, que invertir en su red social encierra aún más potencial que el de sus competidores, que abarcan tanto al público heterosexual como el homosexual.
La red social es una máquina de ganar dinero. Cuenta con 11 millones de usuarios activos y es capaz de ganar 16 dólares por cada uno ellos, con un margen del 51%, frente a los 13 dólares por usuario y el 30% de margen de Tinder. Cuenta con una marca tan consolidada que, además, apenas gasta un 1% en publicidad, mientras que Tinder gasta el 20% y Bumble, más desconocida, casi un tercio de lo que ingresa. Es decir, aunque es una red social más pequeña por estar orientada a un nicho concreto de la población, es más hábil que sus competidores en convertir en euros cada encuentro amoroso que propicia.
Su principal fortaleza es que Grindr es capaz de atraer la atención de sus usuarios como ninguna otra red social. De media, los usuarios pasan 61 minutos de media ligando en esta plataforma. Esta es una marca inalcanzable no solo para sus principales competidores (la media en Tinder es de apenas 18 minutos), sino también para el resto de redes sociales. En Facebook y Twitter los internautas pasan la mitad de tiempo que en Grindr.
Todo esto supone que las cuentas de Grindr hayan despegado en los últimos años. Si en 2016 ingresaba 55 millones y su ebitda era de apenas 8, la compañía cerró 2021 con unos ingresos cercanos a los 150 millones, el 30% más que en el año anterior, y un ebitda de 77 millones, un 53% más. Espera que este crecimiento no se pare aquí y los ingresos avancen entre un 35% y un 40% este año y el ebitda, un 50%.
La compañía puede presumir de tener unas cuentas muy saneadas. La salida a Bolsa permitirá, además, que la compañía repague casi toda su deuda y se quede con un testimonial pasivo de menos de 50 millones. También supondrá una inyección de caja de unos 100 millones. Y permitirá que los actuales accionistas se aprovechen de los buenos números de la firma y se embolsen un dividendo extraordinario de 370 millones.
La cúpula de Grindr, que fue fundada en 2009, creen que el potencial de la red social no termina aquí. El primero de los argumentos qcon el que tratan de convencer a posibles inversores es el potencial de crecimiento que vislumbran en la población LGTB. Consideran que, el hecho de que la sociedad vaya perdiendo prejuicios sobre opciones sexuales más allá de la heterosexualidad, les abre un inmenso nuevo negocio. Máxime en las nuevas generaciones, en las que perciben que se declaran cuatro veces más cercanos al movimiento LGTB que los boomers, según sus propios cálculos.
Actualmente, el 80% de sus 11 millones de usuarios de Grindr son menores de 35 años y más de la mitad menores de 30, para una población mundial de personas no heterosexuales de unos 560 millones de personas. Unas cifras que esperan exploten en los próximos años y la cifra de personas LGTB alcance los 660 millones en 2026, el 8% de la población mundial total.
Riesgos y debilidades
Así, los principales retos y nichos de crecimiento que identifica esta red social son dos. El primero es atraer a ese público mayor de 35 años, que suele tener un mayor poder adquisitivo. Y, por otro lado, potenciar sus servicios de suscripción, dado que la mayoría de los usuarios no pagan nada por su uso.
La tasa de penetración de aquellos que sí pagan está en el 6%, frente al 9% de Bumble y el 18% de Tinder. Sus previsiones para atrapar a los competidores son optimistas y están basadas en sospechar que las personas LGTB tienen un nivel de vida más alto que los heterosexuales. Para afirmar esto se basan en que, según sus datos, hay más homosexuales con carreras universitarias que heterosexuales, así como ganan un 18% más, gastan un 30% en actividades de ocio y viajan un 36% más.
Resulta sorprendente vislumbrar que Grindr es más rentable que sus competidores, pero que muchos menos de ellos pagan por su uso. Sobre ello planea el temor del valor de los datos que atesora: en la práctica, un listado en cada país y en cada ciudad de las personas gay que lo habitan. Esto fue lo que hizo que el Gobierno de EE UU obligase a sus antiguos dueños chinos a vender la red social hace dos años, por temor al uso que el gigante asiático podía hacer de todos esos datos.