Oportunidades ante el recorte de los beneficios de las empresas
Si inicialmente 2022 iba a ser el año de consolidación de la recuperación económica tras la crisis del covid-19, en el que se iban a alcanzar en la práctica totalidad de las economías los niveles de actividad previos a la aparición de la pandemia, volverá a ser considerado el año cero de la crisis generada por la guerra de Ucrania. Las instituciones internacionales han comenzado ya a corregir las estimaciones de crecimiento, y más pronto que tarde comenzarán a hacerlo las grandes empresas, en una especie de alerta de resultados (profit warning) cuasi general, que terminará afectando también al empleo, y al reparto de dividendos. Los primeros ajustes sobre la evolución de los negocios empezarán a aparecer con la presentación de los resultados del primer trimestre del ejercicio, a partir del mes de abril, y en función de tales aportaciones, los gestores de la inversión tendrán que reajustar las valoraciones de las compañías. Hasta ahora se han producido bruscos vaivenes en los precios de las acciones, pero los índices están en buena medida en los mismos niveles que tenían justo antes de empezar la guerra. Algunos bancos de inversión ya han advertido que los repartos de dividendos se verán severamente recortados, aunque, como en casi todos los acontecimientos extraordinarios, habrá empresas y negocios perdedores, pero los habrá también ganadores.
La consideración general es que la inversión se refugie en los activos más seguros, desde la deuda de altísima calificación de estados y de empresas, hasta el oro y resto de metales preciosos, amen de acaparar liquidez para esperar tiempos mejores, sin perder de vista que la inflación erosionará el valor del dinero. Pero hay sectores que tendrán crecimientos de sus ventas si el conflicto bélico se prolonga, y más aún si la guerra cambia, como parece que cambiará, la configuración de la defensa y de la política energética de la Unión Europea.
Ante tal eventualidad, los expertos están manejando la posibilidad de apostar por las empresas dedicadas a la defensa (algunas de las cuales ya se han revalorizado desde que arrancó la invasión), las de tecnología avanzada, las farmacéuticas, las alimentarias y las dedicadas a la actividad energética. Y en este último grupo, tanto las que desarrollan su actividad en las energías renovables, como las que se concentran en materiales raros o en la generación de combustibles para centrales nucleares. En cualquiera de estas actividades hay empresas que lideran los mercados, aunque para los inversores particulares las mejores opciones estarán en los fondos de inversión especializados, que hacen la labor de búsqueda y selección de las empresas mejora posicionadas.