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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una cartera flexible para sacar partido a un nuevo escenario inversor

CINCO DÍAS

Los análisis que apostaron en su momento por el regreso de las grandes economías a sus antiguas constantes vitales, tras los embates de la pandemia de Covid-19, se han visto desbaratados por la entrada en escena de un conjunto de factores que han frustrado cualquier vuelta a la vieja normalidad. La crisis de suministros y de materias primas, el rally de la energía, agravado por tensiones geopolíticas, y el aumento de la inflación han obligado a los bancos centrales a rectificar sus hojas de ruta e incluir en ellas la retirada de estímulos monetarios y las subidas de tipos de interés. Tras la Fed, que inició en noviembre la reducción de sus compras de deuda y avanzó una ronda de alzas de los tipos para este año, y el Banco de Inglaterra, que ha aprobado ya dos subidas, el BCE ha cedido finalmente ante la presión de los precios y ha sugerido –de momento, sin gran concreción– que los tipos de interés podrían aumentar también este año en Europa.

El incremento del precio del dinero elevará ligeramente la remuneración del ahorro, pero también encarecerá de forma inevitable los créditos para particulares y empresas. Esa subida de costes de financiación, que ya ha sido anticipada por los mercados secundarios de deuda, perjudicará en general a aquellos valores que sostienen su actividad sobre un endeudamiento elevado, pero beneficiará a los que responden a una demanda más cíclica y tienen herramientas para trasladar a sus precios finales las subidas de costes. Entre los sectores más favorecidos por el nuevo escenario destaca la banca, que ha navegado en los últimos años en un entorno monetario hostil al negocio y que verá ahora crecer sus márgenes, una circunstancia que se suma al buen desempeño que ha tenido el sector durante la pandemia y a otros factores positivos, como la progresiva liberación de las provisiones relacionadas con el Covid-19. Las previsibles subidas de tipos, por contra, impactarán negativamente sobre la renta fija, como también sobre las acciones de las compañías tecnológicas, por ejemplo, cuyas valoraciones se sostenían gracias a los tipos cero y negativos.

Los inversores afrontan un horizonte marcado por la depreciación de la deuda pública y las fuertes oscilaciones de las Bolsas, lo que hace aconsejable una cartera exenta de rigideces y capaz de capear en las fluctuaciones. Los fondos flexibles, que han rentado entre un 5% y un 6% en los últimos años y en 2022 están en positivo, y que miran con interés los bonos ligados a la inflación o a la deuda soberana de países emergentes, o a sectores que han arrastrado hasta ahora un mal desempeño, como la banca o la industria, son un buen instrumento para navegar en este nuevo mapa inversor.

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