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Ken Griffin, el hombre que mueve los hilos con Citadel

Envuelto en la polémica de GameStop y Robinhood, capta 1.200 millones de Sequoia y Paradigm para su firma de creación de mercado

Ken Griffin, CEO y fundador de Citadel y Citadel Securities.
Ken Griffin, CEO y fundador de Citadel y Citadel Securities.JOSÉ MANUEL ESTEBAN
Carlos Gómez Abajo

Es uno de los hombres que mueven los mercados, desde las sombras. Kenneth Ken Cordele Griffin (Daytona Beach, Florida, EE UU, 1968) es el fundador, CEO, jefe de inversiones y dueño mayoritario del hedge fund Citadel, así como de Citadel Securities, el mayor creador de mercado de Estados Unidos.

Citadel Securities anunció el lunes que Sequoia Capital y la firma de criptomonedas Paradigm han invertido 1.200 millones de dólares en la empresa, lo cual le otorga una valoración de 22.000 millones. La operación se produce meses después de la polémica relación de la firma con Robinhood, el bróker protagonista de las operaciones antibajistas sobre las acciones meme, como GameStop.

Griffin posee una fortuna de 21.000 millones de dólares, según Forbes. Sus residencias personales valen en total 1.000 millones, y posee dos jets privados: un Bombardier Global Express de 2001 valorado en 9,5 millones, y un Bombardier Global 6000 de 2012 valorado en 50 millones.

Es miembro de la Cuarta Iglesia Presbiteriana de Chicago, en la cual se casó. Su primera esposa fue Katherine Weingartt, su novia del instituto, y de quien se divorció en 1996. En 2002 conoció a la francesa Anne Dias, en una cita a ciegas organizada por un amigo común. Había estudiado en Harvard y trabajado en Goldman Sachs, Soros Fund Management y Viking Global Investors antes de fundar la firma Aragon Global Management, poco antes de conocer a Griffin. Se casaron al año y tuvieron tres hijos. En 2015, tras varios meses de enfrentamiento legal, y justo antes de que empezara el juicio, se divorciaron mediante un acuerdo extrajudicial por el cual comparten la custodia de los hijos.

El padre de Ken Griffin fue gestor de proyectos para General Electric, y su abuela, Genevieve Huebsch Gratz, heredó un negocio de petróleo, tres granjas y una empresa de semillas. Él creció en Florida, y pasó algún tiempo en Texas y Wisconsin. En el instituto presidía el club de matemáticas. Con 18 años, en 1986, dijo en un periódico local que quería ser hombre de negocios o abogado, y que creía que el mercado laboral para los programadores informáticos bajaría considerablemente en la década siguiente.

Mientras estudiaba Economía en Harvard, empezó a invertir en opciones y arbitraje de bonos convertibles; aunque no se podían dirigir negocios desde el campus, consiguió permiso para instalar una antena parabólica en la residencia a fin de recibir cotizaciones de Bolsa. También abrió una cuenta de inversión con 100.000 dólares, aportados por su abuela y su dentista, entre otros. En 1987 lanzó su primer fondo, de 265.000 dólares, que ganó dinero con las posiciones cortas en el Lunes Negro.

Tras graduarse, se fue a Chicago a trabajar en Glenwood Capital Investments. Con un millón de dólares a su cargo, ganó un 70% en un año. Poco después fundó Citadel, con unos activos gestionados de 4,6 millones, ayudado por las aportaciones de Frank Meyer, fundador de Glenwood. A principios de los 2000, fundó el creador de mercado Citadel Securities. En 2003 era la persona más joven hecha a sí misma de la lista Forbes 400, con un patrimonio neto estimado en 650 millones.

Durante la crisis financiera de hace una década, y por un periodo de 10 meses, Griffin prohibió a sus inversores retirar dinero. En el punto álgido de la crisis, Citadel perdía cientos de millones semanales. Los mayores fondos de la firma terminaron 2008 con una caída del 55%, pero ganaron un 62% el año siguiente.

En 2020, Citadel Securities sufrió críticas por su papel en las operaciones antibajistas sobre GameStop, entre otras: la empresa de Griffin compra flujo de órdenes (información de operaciones) al bróker Robinhood, y se le acusó de conflicto de intereses, por desempeñar a la vez el papel de creador de mercado y el de participante. Por ejemplo, Citadel invirtió 2.000 millones en Melvin Capital, que había sufrido pérdidas de más del 30% a causa de sus posiciones cortas, especialmente en GameStop. Griffin testificó por ello ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes de EE UU. Entre los legisladores a los que respondió figuraban varios –republicanos– a cuyas campañas había donado dinero.

El multimillonario considera que deberían poderse hacer contribuciones ilimitadas a los candidatos, a condición de que sean públicas. Cree que los ricos tienen muy poca influencia en la política y se identifica con el republicanismo de Ronald Reagan; apoyó a Marco Rubio en las primarias de 2016, pero no a Donald Trump en la campaña presidencial. Elogió la reforma fiscal y sanitaria de este, aunque lo criticó por sus ataques a Jerome Powell, presidente de la Fed.

También ha donado a algún político demócrata, así como a la Fundación Obama. Ha colaborado con la Fundación Bill y Melinda Gates en la promoción de las escuelas concertadas y la financiación de clases particulares, así como con su alma mater, Harvard, la Universidad de Chicago y diversas entidades culturales y artísticas, especialmente de la ciudad de Illinois. Apoya también la investigación del Covid, y los comedores de las escuelas públicas.

Los creadores de mercado aportan liquidez al sistema, y obtienen beneficios de las microdiferencias de precios de las operaciones. Citadel, que compra y vende desde acciones y opciones hasta bonos del Tesoro y ETF, obtuvo un récord de 6.700 millones de ingresos por trading en 2020. Las perspectivas de negocio son excelentes, dada la electronificación del sector, pero hay amenazas: además de la investigación de la SEC sobre el flujo de órdenes, la Casa Blanca estudia un impuesto a las transacciones financieras.

Los 1.200 millones que capta ahora la firma suponen poco más de un cuarto de su ebitda en 2020, pero según el analista de Reuters John Foley, lanzan una señal clara de la solidez de Citadel. Griffin ya ha comprobado que la informática es un arma cargada de futuro, y quiere sacarle todo el jugo posible.

Coleccionista

En noviembre, Ken Griffin superó la oferta de un grupo de criptoinversores por el último ejemplar privado de la Constitución de EE UU, en una subasta. Se lo quedó por 43,2 millones de dólares, y pretende exponerlo en museos.

Tiene una colección artística valorada en 800 millones, con obras de Willem de Kooning, Jackson Pollock, Jean-Michel Basquiat o Paul Cézanne.

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Sobre la firma

Carlos Gómez Abajo
Licenciado en Físicas, máster en Periodismo UAM-El País y posgrado en Información Económica. Es redactor de Opinión de Cinco Días, y también ha escrito en Mercados y en la sección de ocio/lujo. Ha trabajado en el portal de noticias científicas Tendencias 21 y ha hecho traducciones, la mayoría de tipo económico.

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