2022, Año de encrucijadas: Qué riesgos y oportunidades aguardan
Los gestores apuestan por el crecimiento económico aunque el gran riesgo es que la inflación no dé tregua y fuerce una retirada de estímulos monetarios más agresiva
Hace 12 meses, 2021 prometía ser el año de la vuelta a la normalidad y ese deseo aún tendrá que esperar. El año que termina ha sido de hecho más complejo de lo previsto y ha tenido un protagonista inesperado, una inflación desbocada, alentada por el alza imparable de la energía y por los cuellos de botella en los suministros. La pandemia continúa además muy presente, tanto que el aumento disparado de los contagios en esta recta final de 2021 ha traído de nuevo las restricciones a la movilidad y los confinamientos, hasta el punto de suponer una amenaza para la recuperación en el corto plazo.
El año nuevo vendrá, una vez más, plagado de incertidumbres de gran calado. La más urgente, el alcance de la nueva ola del coronavirus y su impacto económico, que ya hace temer una contracción en el último trimestre en poderosas economías como la alemana. Y la más inquietante, la evolución de los precios, en un momento en que los bancos centrales han comenzado a desmontar el andamiaje de estímulos monetarios lanzados en 2020.
Como apuntan desde Fidelity, 2022 será un año de encrucijadas. “Uno de los dilemas es cómo endurecer la política monetaria y poner coto a la inflación sin asfixiar la recuperación. Otro es cómo lidiar con el encarecimiento de la energía ahora que el mundo está haciendo la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono. Afinar la política monetaria para desenmarañar estas dinámicas en conflicto no resultará fácil”, explica la gestora.
Respecto al coronavirus, los expertos confían en que una vacunación masiva ayude a rebajar su gravedad sobre la salud y en que 2022 sí pueda ser por fin el año de la vuelta a la normalidad, en que el virus se convierta en una enfermedad más, crónica pero manejable.
La Bolsa volverá a dar los mayores rendimientos, aunque más moderados que en 2021 ya que el pico de aumento de los beneficios empresariales habrá quedado atrás
Las previsiones apuntan de forma generalizada a un año de rendimientos para la renta variable, aunque más modestos que en 2021, y de crecimiento económico positivo, si bien a tasas inferiores a las de 2021, que ha sido el año del despegue tras el parón de la pandemia.
Pero el guion está sujeto a la evolución del virus, que ya ha demostrado su capacidad de sorpresa con la aparición de nuevas y peligrosas variantes, y a que los precios se moderen y no pongan a los bancos centrales en el aprieto de endurecer más de lo previsto sus políticas sin que haya cuajado del todo la recuperación. De hecho, si los gestores confían en la continuidad del crecimiento y en que 2022 será un año favorable para la renta variable es porque la retirada de estímulos monetarios será gradual. El gran riesgo es que se acelere a causa de la inflación y eso desequilibre el precio de todos los activos.
“De momento, los bonos y las acciones pueden seguir rindiendo, pero el gran riesgo es que los mercados no estén fijando correctamente los precios del próximo ciclo”, asegura Chris Iggo, director de inversiones de AXA Investment Managers. Así, si el virus provoca nuevas restricciones en la oferta será un elemento de presión al alza para los precios, al igual que las tensiones geopolíticas que impulsan el coste de la energía, como el conflicto entre Rusia y Ucrania. Iggo también cita otras incertidumbres políticas para 2022 como la debilidad del gobierno en Reino Unido o las elecciones francesas en primavera.
Los bancos centrales tienen la difícil tarea de retirar estímulos sin frenar el crecimiento
Desde Santander Asset Management señalan como principal riesgo para su escenario central de crecimiento, además del riesgo de mutaciones del virus, el de “un entorno no transitorio de inflación que tensione las curvas de tipos de interés globales”. Los bancos centrales confían en que el ritmo de subida de precios se moderará en 2022 aunque la opinión más extendida entre los expertos es que las tasas de IPC no regresarán ya a los bajos niveles prepandemia.
“Los inversores tendrán que asimilar una paulatina desaceleración de los estímulos monetarios, crediticios y fiscales, al tiempo que el sector privado deberá tomar el relevo del impulso económico”, añaden desde la gestora de Santander. Su estimación para la Bolsa es de rendimientos inferiores al 10% en 2020. Después de todo, el momento álgido del ciclo en crecimiento económico y beneficios ya habría quedado atrás, si bien la ganancia que se espera para la renta variable será en todo caso superior a la de la renta fija, afectada por un entorno de tipos al alza.
En JP Morgan también advierten que el gran peligro para 2022 está en que la inflación lleve a los bancos centrales a acelerar la retirada de estímulos, un escenario que en todo caso creen improbable. La firma además confía en que la Bolsa resistirá a un entorno de tipos más altos: los bancos centrales será muy prudentes y la retirada de estímulos muy gradual, los gobiernos y empresas podrán soportar costes de financiación más caros y los emergentes, a diferencia de lo sucedido en 2013, están mejor preparados para afrontar un dólar más caro y tipos más altos en EE UU.