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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Repensar la actual estrategia industrial a la luz de la crisis de suministros

CINCO DÍAS

La crisis mundial de suministros de materias primas y componentes industriales que se ha desencadenado desde finales de 2020 en los mercados internacionales ha golpeado en España a distintos sectores de actividad, aunque lo ha hecho con especial dureza en los vehículos de motor, la fabricación de material y equipo eléctrico, la fabricación de productos informáticos y electrónicos, y la de productos de caucho y plástico, así como en la industria química. Esas distorsiones han generado cuellos de botella en distintos sectores industriales y han provocado también un alza exponencial de los precios. Mientras en economías europeas fuertemente industrializadas, como la alemana, el porcentaje de compañías manufactureras afectadas por la escasez de suministros alcanzaba en junio el 70%, en España la cifra se refiere al 22%.

Los datos anteriores, que forman parte de un análisis publicado en el boletín económico del Banco de España, dibujan la radiografía de una industria amenazada por un grupo de factores adversos que ha irrumpido en la escena económica mundial tras el fin de los confinamientos causados por el Covid-19: la rápida recuperación de la demanda, las presiones alcistas sobre el precio de las materias primas, el desabastecimiento masivo de semiconductores, productos químicos, plásticos, madera y metales industriales y las tensiones que se están viviendo en el transporte marítimo. Del análisis del Banco de España se desprende también que la distorsiones producidas por los estrangulamientos en las cadenas de suministros pueden haber contribuido a la desaceleración de la actividad industrial de la UE en el primer semestre de este año.

Pese a que esos problemas de suministro tienen una dimensión global y, por tanto, no pueden resolverse con meras soluciones locales, de su análisis pueden extraerse dos grandes conclusiones. La primera es la fuerte dependencia que tiene Europa respecto a otros mercados y no solo en el ámbito de las materias primas y energía, sino también en este tipo de suministros, una debilidad manifiesta que exige reflexionar sobre la conveniencia de rediseñar la estrategia industrial comunitaria tras años de creciente deslocalización. A ello se une el riesgo de que unas circunstancias en principio coyunturales y concentradas en la industria manufacturera acaben contagiando al conjunto de la economía y complicando una recuperación económica que cada vez tiene más obstáculos en contra.

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