Una recuperación económica global posibilitada por la llegada de la vacuna
Un año después de la llegada de las primeras vacunas efectivas contra el Covid-19, las principales economías del mundo han cambiado radicalmente sus perspectivas sanitarias y económicas. Tras una crisis histórica, tanto en su intensidad como en su dureza, la mayor parte de los países desarrollados han logrado dejar atrás los peores momentos de la pandemia, aunque con un terrible saldo en vidas humanas, una inversión histórica en medios sanitarios y en ayudas sociales y unas pérdidas económicas cuantiosas. Mientras la generalización de la vacuna entre la población ha ayudado a doblegar de forma fundamental la incidencia del virus, el fin de los severos confinamientos de la población ha propiciado un potente rebote de actividad, tanto en términos de consumo como de inversión.
Como indicadores elocuentes de ese deshielo, los principales índices bursátiles de Europa y EEUU acumulan hoy revalorizaciones superiores al 20% en una curva ascendente que va perdiendo velocidad, pero que refleja claramente el cambio de signo que han experimentado la economía en los últimos 12 meses. El avance en el proceso de inmunización, junto al levantamiento de las restricciones y la recuperación del comercio global han despertado el riesgo de los inversores en los mercados y provocado que abandonen las posiciones defensivas adoptadas durante los peores momentos de la pandemia.
Pese al reciente recorte de las previsiones de crecimiento, tras la corrección de los datos del INE, la economía española está inmersa hoy en pleno proceso de recuperación, alimentado por la mejora del consumo, la recuperación del turismo y la reducción de las altas dosis de incertidumbre que han caracterizado los últimos doce meses. Eso no significa que se hayan dejado atrás todos los problemas generados por la crisis, desde la destrucción de miles de empresas al aumento del desempleo, como demuestra el hecho de que la economía global afronte ahora lo que podría considerarse como obstáculos derivados de la lucha contra la pandemia y del propio proceso de recuperación. Es el caso del repunte de la inflación y de la escasez mundial de materias primas y suministros, así como del elevado precio de la energía, que se han convertido en nuevos riesgos que habrá que afrontar en los próximos meses y que pueden ralentizar el proceso de reactivación económica. Una recuperación en la que resulta clave adoptar las reformas macroeconómicas comprometidas con Bruselas en el marco de los fondos Next Generation y que España necesita para consolidar el crecimiento.