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Ethereum
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La revolución de Ethereum

La representante de las “criptomonedas de segunda generación” ha llevado el concepto de criptomoneda mucho más allá de los medios de pago, y ahora muchas siguen su ejemplo

En 2015, varios años después de la primera aparición de Bitcoin, fue lanzada la primera oferta pública de venta de Ethereum, una nueva red blockchain que aspiraba no solo a aportar una nueva criptomoneda (llamada éter) a la comunidad, sino que pretendía servir de plataforma de referencia para futuros proyectos basados en blockchain, en base al uso de Smart Contracts o Contratos Inteligentes. ¿Qué es, por tanto, lo que aporta Ethereum respecto a otras criptomonedas?

Ethereum es, en realidad, una red descentralizada (su evolución depende de la comunidad de desarrolladores, no de una entidad única), de código abierto (es decir, cualquier persona puede acceder a él), y que permite la ejecución de contratos inteligentes. Estos contratos no son más que pequeños programas de código que se ejecutan cuando se produce cierta circunstancia. Por ejemplo, supongamos que un contador suma diariamente 5 éter a una cuenta origen. Cuando el contador llega a 100 éter, transfiere una cantidad de 80 de estos éter desde la cuenta origen hasta la cuenta destino. Este programa tan sencillo encierra, en realidad, todo un potencial de posibilidades ligadas a la ejecución de estos contratos, que son tan flexibles como el código con el que están construidos (ahí radica su utilidad, y también su complejidad).

Sin embargo, la llegada de estos Smart Contracts no es el único valor añadido que ofrece la plataforma de Ethereum, ya que también se permite la creación de objetos digitales únicos (llamados NFT), válidos como coleccionables de gran valor, o cualquier otro tipo de aplicación descentralizada. Como el código de la red está disponible, cualquier persona puede desarrollar una aplicación basada en blockchain e integrarla en la plataforma, para que se pueda ejecutar según las reglas del protocolo Ethereum.

A pesar de las diferencias estructurales, esta blockhain también utiliiza un algoritmo de consenso para la validación de transacciones, al igual que ocurría con Bitcoin. De hecho, hasta ahora, el algoritmo de Ethereum también ha sido la Prueba de Trabajo. En su búsqueda por mejorar el funcionamiento de la plataforma, hace varios años que los desarrolladores decidieron un cambio en este sentido para dotar de mayor agilidad a la red, y permitir así una mayor rapidez y mejor escalabilidad de la misma, de forma que el funcionamiento de todas las aplicaciones y contratos alojados fuera el óptimo. Este cambio supone la implementación del algoritmo de la Prueba de Participación, de la que hablaremos más adelante, y que se trata de un algoritmo menos costoso y por lo tanto más eficiente que el utilizado en Bitcoin, sin renunciar a la seguridad del mismo (aunque ya veremos que también presenta algunos inconvenientes).

Si bien es cierto que este cambio aún no ha sido implementado en su totalidad, ya se ha escrito mucho sobre sus efectos en la red a medio plazo, y lo cierto es que Ethereum, en su búsqueda por ser la plataforma de proyectos blockchain de referencia, ha seguido innovando y buscando formas de solucionar los problemas que han mostrado sus predecesoras. Es por esto que, aunque no ha tenido tanto éxito en términos de revalorización como Bitcoin (a pesar de ser la segunda criptomoneda con mayor capitalización del mercado), también hay que decir que Ethereum ha tenido un impacto similar o incluso superior con el desarrollo y la implementación una plataforma que permite la ejecución de los contratos inteligentes y las aplicaciones descentralizadas. De hecho, desde su aparición, han sido muchas las redes blockchain que han buscado convertirse en plataformas de lanzamiento de aplicaciones descentralizadas, pero ninguna ha cosechado, hasta el momento, el éxito de Ethereum.

Todos los artículos de este blog describen únicamente la opinión del autor y no representan la postura de ninguna compañía o institución financiera

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