Rolls-Royce vende ITP Aero a Bain por 1.700 millones
El Gobierno vasco quiere un consejero y más socios industriales
Rolls-Royce ha alcanzado un acuerdo para vender finalmente ITP Aero. El nuevo dueño será un consorcio formado por el fondo de capital riesgo Bain Capital junto a socios españoles como el banco de inversión JB Capital y la compañía vasca SAPA, en cuyo capital participa Jokin Aperribay, presidente del club de fútbol de La Real Sociedad. Valoran al fabricante español de componentes para motores de aviación en 1.700 millones.
El acuerdo se produce dos meses después de que Bain se impusiese en la puja organizada por Goldman Sachs y Lazard a Cinven, Aernnova o KKR. Y al tiempo que expiraba el plazo de dos meses que se dieron las partes para negociar de manera bilateral. El principal escollo durante este tiempo ha sido formar un consorcio con empresas españolas y vascas que garantice la autorización del Gobierno.
En un principio, Bain había sumado a Sener y Sidenor a su oferta, pero finalmente ambas empresas vascas han salido del consorcio, si bien el fondo afirma que tratará de ampliar el número de inversores presentes en las próximas semanas. La negativa de estas dos compañías vascas, que han sido sustituidas por SAPA, ha levantado suspicacias dentro del Gobierno vasco. El propio lehendakari, Íñigo Urkullu, se pronunció este fin de semana en contra del acuerdo.
De todas formas, el Ejecutivo de Vitoria ampliará de 160 millones a 300 millones el capital de su fondo Finkatuz, que invierte en empresas tractoras de Euskadi para que mantegan sus centros de decisión y de producción en Euskadi. Finkatuz participa en CAF y en el grupo lácteo Kaiku.
Así que el Gobierno vasco entrará en ITP Aero a través de este fondo. Pero con condiciones. Arantxa Tapia, consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del gabinete del lehendakari Urkullu, desveló que estará en el accionariado de la nueva filial de Bain con "un importante desembolso", que pudiera rondar los 60 millones para tomar una participación en el entorno del 4 %.
Una inversión supeditada a que el fabricante de turbinas de baja presión mantenga "su centro de decisión y la sede social" en Euskadi, según Tapia, que también reclamó "la definición de un proyecto industrial sólido y con músculo financiero". En el que "se mantenga la inversión y el empleo". Para vigilar el cumplimiento de estas obligaciones, el Gobierno vasco reclama un representante en el consejo de administración.
Bain indica que espera seguir negociando para sumar a más inversores españoles y vascos al accionariado de la empresa hasta junio de 2022. El objetivo es que cuente con un núcleo duro de inversores nacionales que sume un 30 %.
No se ha pronunciado de manera tan contundente el Gobierno central, que es quien tiene la capacidad real de veto. Esta operación —por tratarse de la toma de más de un 10 % de una empresa estratégica por un inversor extranjero— requiere de la autorización del Consejo de Ministros. El Gobierno central ha participado también en las negociaciones a través del secretario de Estado de Industria, Raúl Blanco. El calendario del fondo pasa por obtener todas las autorizaciones pertinentes, también la del Ejecutivo, a más tardar el primer trimestre del año que viene.
Por el momento, Bain ha querido dar un mensaje de continuidad y tranquilidad. En el comunicado emitido para anunciar la firma, se compromete a mantener el empleo y "reconoce plenamente la importancia de ITP Aero para España, el País Vasco y sus respectivos gobiernos". También se compromete a mantener en el cargo al equipo directivo actual con Carlos Alzola al frente como consejero director general. Y mantener la toma de decisiones en la sede de Zamudio (Bizkaia). El comunicado deja en el aire el futuro del exministro Josep Piqué, hasta ahora presidente del Consejo de Administración.
El fondo también pone el acento en su capacidad para hacer crecer a ITP Aero y desarrollar su plan industrial. Afirma que se mantendrá como proveedor de Rolls-Royce. Su objetivo es "mantener e impulsar" su condición de líder como proveedor para la construcción de materiales para la fabricación de motores para aviones civiles y militares, así como diversificar su base de clientes y crecer en nuevos productos y geografías.
Rolls-Royce, por su parte, consigue así culminar el plan de desinversiones que había puesto en marcha hace más de un año con el objetivo de paliar la crisis del Covid-19. Conseguirá 1.700 millones de euros, buena parte de los 2.000 millones de libras que se había puesto como objetivo recabar en ventas.