Sainsbury’s no quiere perderse la fiesta en torno al minorista FOMO
Todo intento de hacerse con el supermercado tendrá que pasar por Qatar y el multimillonario Daniel Kretinsky, que controlan una cuarta parte de las acciones
El entusiasmo que rodea a los supermercados Wm Morrison está resultando contagioso. La cadena rival en Reino Unido, J Sainsbury, vio cómo sus acciones se disparaban más del 13% ayer a raíz de los rumores sobre el interés por parte de fondos de capital riesgo. La culpa la tiene el miedo a perderse la fiesta, además del hecho de que hay inversores que evalúan más racionalmente los movimientos venideros de los frustrados pretendientes de Morrisons.
En cierto sentido, el repunte de las acciones de Sainsbury’s parece la clásica tontería de final de verano. Ni el objetivo ni el aparente pretendiente, Apollo Global Management, añadieron nada nuevo a un artículo de Sunday Times que insinuaba que Apollo estaba interesado. Es posible que los gestores de patrimonios simplemente estén incrementando sus tenencias de Sainsbury tras leerse los términos de la última oferta de compra de Morrisons, presentada la semana pasada por Clayton, Dubilier & Rice.
La oferta de CD&R valora a Morrisons en 9 veces su beneficio bruto de explotación o ebidta del pasado ejercicio. Aunque las acciones de Sainsbury cotizaban el viernes a 295 peniques, un tercio por encima de su nivel de marzo, aplicarle una prima del 30% no reventaría los niveles de la oferta de CD&R. Si incluimos 6.000 millones de libras de deuda neta y arrendamientos, el valor empresarial de Sainsbury sería de 15.000 millones de libras, 7,8 veces el ebidta del año pasado.
Es más, Apollo u otro comprador podría hacer que una oferta de este tipo diese buenos frutos. Supongamos que el comprador pudiese mejorar el margen de ebitda de Sainsbury en algo más de 100 puntos básicos, hasta el 8%, financiando un tercio del precio de compra con fondos propios. En cinco años, tras emplear un tercio del ebitda para amortizar la deuda, la tasa interna de rentabilidad superaría el 20%.
Sin embargo, todo intento de hacerse con el supermercado tendrá que pasar por Qatar y el multimillonario Daniel Kretinsky, que controlan una cuarta parte de las acciones. Si se puede librar una guerra de ofertas por Morrisons, puede surgir otra en torno a Sainsbury, con el mismo riesgo de pagar demasiado.