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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El equilibrio de rentabilidad y riesgo es hoy aún más complicado

Los inversores deben aguzar el ingenio, ya sea mediante estrategias que busquen nuevos nichos de rentabilidad, ya sea con mecanismos clásicos, como renta fija o dividendos

CINCO DÍAS

Las tendencias lineales que han marcado los últimos meses en las Bolsas, tan fáciles de identificar como de adoptar como propias, parecen ya cosa del pasado. Fue 2020 el año del Gran Confinamiento, con el consabido hundimiento de las cotizaciones, de la rápida reacción de banqueros centrales y ministros de Finanzas para evitar una crisis de mayores proporciones y, después, una euforia tecnológica desconocida desde hace décadas. 2021 ha sido año de una recuperación más generalizada, apoyada en las vacunas y en las cifras económicas.

Hasta ahora. Se han combinado varios elementos para devolver al oficio de inversor la complejidad de antaño, incluso con algo de propina. La variante Delta del coronavirus está emborronando las previsiones de la primavera, tanto en el plano sanitario como en el económico, especialmente por el impacto en las cadenas de suministro asiáticas. No obstante, la mejora acumulada sí ha encarecido, y mucho, las materias primas, al tiempo que los banqueros centrales piensan ya en una estrategia de salida, mientras surgen voces alertando de la inflación y de la deuda pública.

El cóctel es de difícil digestión y tiene derivadas, en ocasiones, contradictorias. Y el telón de fondo condiciona todo el panorama: hay abundancia de liquidez y las inversiones seguras tienen rendimiento negativo. En este entorno los inversores deben aguzar el ingenio, ya sea mediante estrategias que busquen nuevos nichos de rentabilidad, ya sea con mecanismos de corte clásico, tales como búsqueda de dividendos o inversión en renta fija empresarial, adaptados a un contexto complejo como el actual.

De hecho, algunos gestores optan hoy por un conservadurismo superior al que cabría esperar, a la espera de que lleguen oportunidades. Al final, una decisión de inversión depende del precio y del binomio de rentabilidad y riesgo: el panorama puede ser positivo, pero los precios no compensar el riesgo.

En cualquier caso, hay dos máximas que los expertos siempre repiten, y que son aún más relevantes en terrenos cenagosos como los actuales: diversificación y flexibilidad. Dos criterios que son vasos comunicantes y que suponen no atarse a una estrategia tipo que puede o quedarse obsoleta o tener fecha de caducidad. No debería ser la labor de los profesionales de la inversión conseguir dinero fácil, adivinar el futuro o sumarse de forma irreflexiva a la tendencia que esté destacando en cada momento. Es, por el contrario, buscar complicados equilibrios entre múltiples variables. Algo que debería tener en cuenta el inversor a la hora de confiar sus ahorros.

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