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Volver al interior para recuperar el equilibrio

La España rural afronta la despoblación con la conjunción de dinero, ideas y apoyo político

El alcalde de Urriés (derecha) y varios de los nuevos pobladores.
El alcalde de Urriés (derecha) y varios de los nuevos pobladores.

Urriés (Zaragoza) representa la medida del éxito en la lucha contra la despoblación. Ha vencido en lo cuantitativo: en 2015 tenía 36 habitantes; ahora, 51, 7 de ellos niños. Y también en lo cualitativo.

Lo explica su alcalde, Armando Soria: “Es sentirse orgulloso, creer que vale la pena vivir aquí y decirle a nuestros hijos que se formen para quedarse, no para irse”. Para lo primero, ha creado servicios en su pueblo. Tiene tienda, bar, hostal, coworking y dos museos. Para lo segundo, ha mostrado lo que ha hecho y ha construido un relato para contarlo. Son un referente.

Coincide con él Vicente Pinilla, director de la Cátedra sobre Despoblación y Creatividad de la Universidad de Zaragoza: “La idea es reequilibrar este concepto, muy centrado en lo cuantitativo, cuando lo que importa es el buen vivir y el bienestar de la gente”.

El dinero es importante para el profesor “porque facilita las cosas, pero no es la solución principal”. Esta pasa por “hacer el camino de abajo arriba y contar con los actores que están en el territorio”. Y hacer dos cosas que hasta ahora no se han hecho: “Fomentar la colaboración público-privada y la coordinación entre las distintas Administraciones”.

Lo que no va faltar desde luego es dinero. De Europa van a llegar 10.000 millones. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ya ha preparado un plan con 130 medidas que recoge las líneas de inversión y actuaciones concretas para llevar a cabo.

El desafío es enorme. Hay que enfrentar “un desequilibrio territorial desmesurado, dado que el 80% de la geografía española está deshabitada o con bajísimas densidades demográficas”, recuerda Julián Mora, profesor de Ordenación del Territorio en la Universidad de Extremadura.

A las buenas perspectivas económicas se unen dos hechos esenciales. El reto está en la agenda política y no faltan ideas y proyectos para solucionarlo. Como 5 for Rural, para que Soria, Cuenca y Teruel pasen de ser “provincias del XIX, a territorios inteligentes del XXI”, en definición de María Ángeles Fernández, directora general de los empresarios sorianos.

O como los que promueven para revitalizar la comarca del Alto Tajo un grupo de jóvenes de la asociación Rumborural, “como un Erasmus rural el curso que viene”, cuenta Enrique Collada, su presidente.

O tender puentes entre dos mundos, que es lo que hacen en la empresa social Proyecto Arraigo. Fernando Tornero y Cecilia Morencio la han utilizado para irse desde Baleares a la pedanía de San Miguel en Belorado (Burgos) para empezar una nueva vida.

Todo sea para romper, como dice Mora, “la dicotomía de barra de bar llena en el litoral y mesas vacías en el interior peninsular”.

El regadío quiere ser ‘smart’

Digitalizar todo el sector agrícola del regadío en Andalucía y Extremadura es el fin del proyecto Smart Farming, promovido por ambas comunidades, empresas privadas y las Universidades de Córdoba y Extremadura.

Son 390 millones para dotar de 5G a 1.400.000 hectáreas, usar los datos para mejorar los cultivos y crear un observatorio que mida el impacto social y económico.

Otras comunidades se han interesado por un plan que ha calculado el ahorro de agua en más de 2.800 hectómetros cúbicos anuales si se implantara en todo el regadío nacional.

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