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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La mitad de la mitad de la reforma que precisan las pensiones

La práctica del retiro temprano responde al comportamiento del propio mercado de trabajo, y sin cambiarlo, difícilmente cambiará el de la jubilación

CINCO DÍAS

El Gobierno da por hecho que tiene cerrado un acuerdo con los sindicatos y las patronales sobre la primera fase de la reforma de las pensiones, con el compromiso de culminar la reforma que devuelva a la Seguridad Social la sostenibilidad financiera en los próximos meses. La cerrada ahora consiste, básicamente, en rescatar la revalorización anual de las prestaciones en función del IPC salvo que este sea negativo; penalizar un poco más las prejubilaciones, especialmente aquellas de carácter voluntario; premiar la prolongación de la vida laboral si definitivamente se elimina la obligatoriedad de jubilarse a la edad legal; y derogar el ya proscrito factor de sostenibilidad, a cambio de buscarle un sustituto edulcorado en seis meses, y de endosarle a Hacienda los supuestos gastos impropios del sistema, que descargarían a la caja del seguro de cerca de 20.000 millones cuando el trasvase esté concluido.

Vaya por delante que lo aprobado es lo más fácil de la reforma, pues una parte de lo retocado consiste en una contrarreforma de la de 2013, la que disponía de malísima prensa porque pretendía meter en vereda las finanzas del sistema a partir de ahora para evitar el colapso que, si no cambiaban mucho las cosas en el mercado de trabajo, habría de producirse en un par de lustros, cuando llegasen al retiro las cohortes de nacidos con el baby boom. Fundamentalmente habrá contrarreforma si la derogación del factor de sostenibilidad no es compensada con la creación de un mecanismo que ligue la primera cuantía de la pensión a la esperanza de vida. Podrá llamarse de otra forma, pero deberá ofrecer parecidos resultados si se quiere dar consistencia a las finanzas del sistema de pensiones, que a la postre solo es sostenible si se cotiza más para tener la misma pensión, o se cobra menos pensión con lo que ahora se cotiza, o ambas cosas a la vez en parecidas proporciones.

En tanto no se conozca y valore en detalle esta parte capital de la reforma, habrá que concluir que solo se ha practicado la mitad de la mitad de lo que el sistema necesita, por mucho dinero que se crea que aportará una penalización adicional a la actual a las jubilaciones anticipadas o un retraso incentivado del retiro. Estas dos medidas tienen sentido, pero no debe perderse de vista que la práctica del retiro temprano responde al comportamiento del propio mercado de trabajo, y que sin cambiarlo, difícilmente cambiará el de la jubilación. En cuando al rescate el IPC para revalorizar las prestaciones, salvo cuando este sea negativo, es volver a una indización de la economía en buena parte superada, y que será un acumulador de costes que puede funcionar con un efecto multiplicador si se desata otro episodio de inflación, aunque sea pasajero.

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