A los inversores les entusiasman las soluciones rápidas a las crisis
El ritmo de vacunación está marcandolas apuestas, y mientras Estados Unidos parece tener despajadas las dudas sanitarias en Europa persisten las incertidumbres
Un viejo dicho de los parqués bursátiles recuerda que siempre es bueno para el negocio que haya oleaje, pero que si no se mueve el mar, conviene mover la bahía. Por ello la mar gruesa que provocan las crisis se identifican como momentos estelares para los grandes inversores, que siempre tienen pólvora seca para descargar el golpe cuando hay desplome injustificado de las cotizaciones, cuando los precios de las acciones están infinitamente por debajo del valor de las empresas. Y geográficamente, siempre analizan y eligen las economías en las que se pone remedio a los problemas con celeridad y desatienden aquellas que arrastran los pies en la toma de decisiones.
En la súbita recesión provocada por el coronavirus en el arranque de 2020 han servido de lección los acontecimientos relativamente recientes de la crisis financiera que arrancó en 2007 y su recuperación. Ahora, como entonces, quienes desde el primer momento pusieron en marcha las soluciones, por carísimas que parecieren, antes han encontrado la salida y han vuelto a mostrar el camino al dinero. Amén de China, que incluso esquivó la recesión en 2020 y que este año volverá a encabezar el crecimiento en el mundo, los esfuerzos por sostener las empresas y las rentas de los particulares, y las decididas apuestas por una inmunización rápida de la población, están decantando también la balanza global del crecimiento económico, y, por tanto, de la inversión.
Desde que en noviembre de 2020 aparecieron en el mercado las primeras vacunas eficientes contra el Covid, los grandes fondos, y de su mano los particulares, comenzaron a tomar posiciones genéricas en las empresas más castigadas, fundamentalmente aquellas ligadas a la movilidad de la gente, así como a las consideradas cíclicas. Pero pasados unos meses, el ritmo de vacunación está marcando el destino de las apuestas, y mientras Estados Unidos parece tener despajadas las dudas sanitarias incluso ya con un calendario creíble, en Europa persisten las incertidumbres.
La decepcionante gestión mancomunada de las vacunas obliga a los inversores a poner cautela en Europa, mientras que la expectativa de un gran salto en el crecimiento cuando la pandemia esté bajo control alivia incluso a los países exportadores de materias primas, especialmente Latinoamérica. Además del retraso en la recuperación en grandes áreas geográficas, los inversores, distendidos en sus apuestas por los valores sostenibles hacia los que camina la economía mundial, comienzan a atisbar el riesgo de la resurrección de la inflación, un fenómeno que parecía bien enterrado y que podría provocar una elevación no prevista en los tipos de interés, con el consiguiente castigo para empresas y Estados, que acumulan una ingente masa de deuda.