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Mantener la posición del capitán para asegurar que se mantiene el rumbo

Con Calviño al mando se puede garantizar la orientación que el propio Sánchez prometió a los mercados y a los agentes económicos

CINCO DÍAS

La tomatina política de Murcia, fuera cual fuera el alcance verdadero de su intención, ha generado una onda expansiva tan virulenta que puede subir el nivel de las aguas hasta en el diseño y gestión de la política económica. Si la resolución final de la crisis de Gobierno abierta con la salida del vicepresidente Iglesias hubiera culminado como él la ha pregonado, la actual ministra de Trabajo, sin perder su condición, atesoraría también la vicepresidencia segunda del Ejecutivo para Derechos Sociales. Tal movimiento supondría que Yolanda Díaz estaría jerárquicamente un escalón por encima de la gestora de la política económica, Nadia Calviño, que tiene el cargo añadido de vicepresidenta tercera. Y aunque la composición y mando en la Comisión Delegada para Asuntos Económicos siguiese bajo la égida de Calviño, las cuestiones relativas a la política laboral estarían sometidas a una especie de bicefalia difícil de resolver, en un momento en el que el Gobierno ha decidido retocar la manoseada contrarreforma laboral.

De haberse confirmado tal movimiento, sería la primera vez en democracia que el Ministerio de Trabajo no estaría “a lo que decidan en Economía”, como ha sido siempre tanto en Gobiernos socialistas como populares. Durante infinidad de años las decisiones que se han tomado en política laboral han estado supeditadas al plácet de Economía, incluso en tiempos en los que el titular de Trabajo procedía de extracción sindical.

La gran duda que ha rondado durante las 36 horas posteriores a la espantada de Iglesias ha quedado resuelta y se mantendrá el modelo sempiterno para evitar que la política laboral vaya por libre o que sus gestores plantaran dura pugna a los de Economía cuando saltase la diferencia. Calviño pasará a ser vicepresidenta segunda, y Díaz, tercera y titular de Trabajo. Después de un intenso forcejeo, el Gobierno ha logrado que se mantenga el guion, que “no varíe el rumbo”, algo que demandan los agentes económicos para mantener una política económica lo más abierta y flexible posible que devuelva la recuperación de la inversión, el crecimiento y el empleo.

Conviene no olvidar que la titular de Trabajo siempre ha defendido una corrección integral de la reforma Báñez, mientras que la de Economía quiere limitar las modificaciones a los aspectos más lesivos, y que, en los últimos tiempos, con la presión de la crisis de empleo, se habían quedado en la búsqueda de fórmulas para limitar la dualidad laboral. Con Nadia Calviño al mando se puede garantizar el rumbo que Sánchez prometió a los mercados y a los agentes económicos (además de a los electores), cuando la nombró de antemano, en plena campaña, vicepresidenta de Asuntos Económicos, algo que se antoja vital en un Gobierno ideológicamente mixto para mantener la confianza en la economía española.

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