Boeing se enfrenta a un futuro un poco parecido al de General Electric
El enfoque en las finanzas hizo que la acción del fabricante llegara a su pico, pero eso se ha esfumado
Boeing no puede tomarse un respiro. Durante el fin de semana, distintos incidentes de fallos en los motores de sus aviones provocaron la inmovilización de las naves y nuevas investigaciones por parte de los reguladores de seguridad de todo el mundo. Esto ocurre justo después de que el fabricante de 127.000 millones de dólares dirigido por David Calhoun, antiguo alumno de General Electric (GE), dejara atrás en gran medida sus problemas con el 737 MAX. Con una gran cantidad de ADN de GE en su sistema, Boeing podría enfrentarse a un largo periodo de desafíos antes de poder dar un giro a su suerte.
Calhoun pasó 26 años en el conglomerado industrial, llegando a dirigir unidades como la de transporte y la de motores de aviación. Se marchó en 2006, cinco años después de que el consejero delegado Jeffrey Immelt heredara el puesto de Jack Welch.
Resultó que los 20 años de euforia de Welch habían creado problemas: negocios pesados que habían crecido enormemente pero sin la suficiente disciplina. Entre ellos se encontraba una división financiera que empezó a desmoronarse a finales de 2007, cuando prendió la crisis mundial.
Immelt pasó otra década tratando de arreglar GE. John Flannery, un veterano de la empresa, asumió el cargo en 2017, pero solo duró poco más de un año. Larry Culp, el actual consejero delegado, todavía está trabajando en los problemas de negocios como la unidad de energía, que los jefes anteriores no lograron abordar durante dos décadas.
Boeing no tenía el gran negocio financiero que en parte hizo tropezar a GE. Pero su trayectoria es similar. El exejecutivo de GE James McNerney llevó el legado de Welch e Immelt a Boeing, donde fue consejero delegado de 2005 a 2015. El enfoque en los resultados financieros ayudó a que el precio de las acciones alcanzara un nuevo pico bajo Dennis Muilenburg, el sucesor de McNerney.
Pero eso se ha esfumado en gran medida después de que las caídas del 737 MAX, iniciadas bajo el mandato de McNerney, llevaran a una paralización mundial a principios de 2019 que interrumpió el avance de Boeing y, a finales de ese año, el mandato de Muilenburg.
Calhoun, antiguo presidente de Boeing, asumió el cargo en enero de 2020, solo para ver cómo la industria de la aviación era aplastada por el coronavirus. El MAX vuelve a volar, pero los últimos problemas con los motores son una distracción más.
El consejero delegado puede tener que dejar de lado cualquier pensamiento al estilo de GE para progresar, todo ello mientras lidia con más de 60.000 millones de dólares de deuda a 31 de diciembre, más del doble de lo que tenía Boeing un año antes. Su antiguo empleador ha tardado 20 años y tres líderes, hasta ahora, en abordar los problemas que comenzaron bajo la dirección de Welch. El reto de Calhoun es mantener ambas cifras bajas en Boeing.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías