El Gobierno no debe minusvalorar la crisis que vive el turismo
Como primera industria del país, el turismo puede convertirse en un motor estratégico de recuperación, pero también en un lastre que ralentice la salida de la crisis
La oscura sombra que se ha cernido sobre la economía española con la pandemia del Covid-19 y que ha golpeado con especial dureza al sector turístico español no ha respetado finalmente a Canarias, que se había convertido en la última esperanza de esta industria para salvar en lo posible un ejercicio nefasto. La llegada de la tercera ola del coronavirus ha frustrado esa posibilidad y ha provocado el cierre de un buen número de establecimientos por parte de las principales cadenas hoteleras que tienen presencia en las islas. La primera en adoptar esa decisión fue RIU, que anunció la semana pasada que cerraba 10 de los 17 hoteles que tiene en el archipiélago; le siguió Barceló, que ha clausurado 7 de los 17 que posee allí y finalmente Meliá, que ya tiene cerrados 8 de los 15 que tiene en las islas.
Desde la patronal de la industria, Exceltur, se da prácticamente por perdido el año y se apunta a 2022 o incluso 2023 como fecha de inicio de la recuperación, ante el panorama de una Europa confinada, hostigada por las restricciones de movimiento y plagada de incógnitas sobre el ritmo de evolución de las campañas de vacunación y los efectos de la nueva cepa del Covid-19. Las cifras de previsión que la patronal presentará esta semana describen un sector sumido en un escenario similar al de una economía en guerra, con pérdidas superiores a los 100.000 millones de euros en 2020 entre actividad directa e indirecta, y más de 750.000 puestos de trabajo en riesgo de desaparecer, de los que algo más de 400.000 están acogidos a ERTE. Al daño causado por la pandemia se ha unido el caos que el temporal Filomena ha creado en Barajas, que ha termina do de dar el golpe de gracia al calvario que vive el turismo español desde el pasado mes de marzo.
Las cadenas hoteleras y otros establecimeintos del sector tienen la posibilidad de acogerse a la prórroga de los ERTE a finales de enero, una opción que algunas empresas valoran rehusar por las restricciones al despido que contempla los expedientes temporales. Desde el sector se ha pedido con inisistencia al Gobierno un plan de ayuda adaptado a las características de esta actividad y que contemple medidas específicas que se ajusten a sus necesidades y vayan más allá de las decretadas para el conjunto del tejido empresarial.
El Gobierno yerra al minusvalorar las consecuencias que puede tener para la economía española el colapso potencial que se cierne sobre la industria turística y en todo caso la prolongación de la crisis en este mercado más allá de 2021. Como primera industria del país, el turismo puede convertirse en un motor estratégico de recuperación, pero también en un lastre que ralentice la salida de la crisis y dañe al conjunto de la actividad.