La transparencia solo existe si huye de la tentación de la propaganda
El problema es confundir la cuantificación de los compromisos cumplidos con la calidad de tal cumplimiento
La rendición de cuentas del Gobierno de España presentada ayer por el presidente sobre el primer año de la legislatura del Ejecutivo de coalición es, en principio, una magnífica iniciativa. Todos los pasos que encaminen a la transparencia y ayuden a fiscalizar la acción de los poderes públicos han de ser bien recibidos. Y muy especialmente si esta es objetivable mediante un análisis independiente que sirva para ratificar la verdad de las afirmaciones expuestas. En esa línea, conviene antes que nada recordar que las exposiciones prolijas, como ha sido una vez más el caso, suelen estar reñidas precisamente con la claridad.
Pedro Sánchez desgranó una retahíla de datos sobre los cuatro pilares de su programa para una España digital, ecológica, feminista y cohesionada social y territorialmente que se puede resumir en que, desde su investidura, en enero de este año, el Gobierno ha asumido 1.238 compromisos, de los cuales ya ha cumplido un 23,4%, un porcentaje que, según su previsión, llegará el 32,6% antes de que finalice el mes de junio del próximo año. Del total, 428 compromisos corresponden al acuerdo con Unidas Podemos, con una tasa de cumplimiento en este caso del 20,3%. El Ejecutivo asegura también que si se suman los compromisos cumplidos a aquellos en los que se está trabajando, ya ha activado un 90,9% del total. El corolario sería que el Gobierno va un semestre por delante de lo que se había fijado inicialmente. Y no solo eso, sino que la pandemia “no ha frenado, sino que ha acelerado la acción del Gobierno”, gracias en gran parte a la reciente aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2021.
Nadie puede dudar que la rendición de cuentas es un saludable ejercicio que mejora la calidad de una democracia. El problema es si se cae en el error de confundir la cuantificación de los compromisos cumplidos con la calidad de tal cumplimiento y, peor aún, si se confunde la puesta en marcha de una medida con haber logrado sus objetivos. Sin dudar de la labor del grupo de expertos académicos de universidades públicas que dan aval metodológico a tales logros, todo indica que un análisis también privado les daría un plus de credibilidad que justificaría el título con el que Moncloa los ha presentado: Cumpliendo.
Cuando la apuesta es por la transparencia es imprescindible separarla de la autocomplacencia y mucho más de la propaganda, una tentación de la que al poder le cuesta sustraerse, algo a lo que podrá colaborar el Foro de Gobierno Abierto para fortalecer el diálogo entre las Administraciones públicas y la sociedad civil. Los datos oficiales sobre la pandemia del Covid y sus terribles efectos y coste en vidas humanas son ejemplo del trabajo que queda por hacer en este campo de la transparencia.