_
_
_
_
Banca

La fusión de Unicaja y Liberbank puede descarrilar por la figura del primer ejecutivo en 2023

El BCE impone la desaparición de la presidencia ejecutiva en dos años

 Montaje de los logos de Unicaja Banco y Liberbank.
Montaje de los logos de Unicaja Banco y Liberbank.EFE

Casi todo estaba listo para aprobar la fusión de Unicaja y Liberbank. La ecuación de canje estaba acordada: Unicaja tendrá el 59,5% de la entidad resultante y Liberbank el 40,5%. De esta forma la Fundación Unicaja, que ahora tiene el 50% del capital de Unicaja Banco, podrá seguir disfrutando de las ventajas fiscales por consolidación, al sumar tras la operación al más del 30% del capital.

La sede estará en Málaga y la marca oficial será Unicaja, aunque en las oficinas podrá sobrevivir la marca Liberbank por debajo de la de Unicaja en las zonas de origen de la entidad que dirige Manuel Menéndez.

Todo está acordado excepto un tema que surgió el 20 de noviembre: quién será el primer ejecutivo en dos años. Inicialmente ya estaba acordado que Manuel Azuaga, presidente ejecutivo de Unicaja, sería presidente también ejecutivo de la futura entidad, puesto que Unicaja absorbe a Liberbank. Y Manuel Menéndez, consejero delegado de Liberbank, mantendría este cargo en la entidad resultante. El problema surgió cuando el pasado 20 de noviembre el supervisor les comunica a Azuaga y a Menéndez que la presidencia ejecutiva no puede durar más de dos años. El Banco Central Europeo (BCE) quiere eliminar por completo esta figura, y da un máximo de dos años para la desaparición en España de este cargo. Y ahí surgen las desavenencias.

Azuaga y algunos consejeros más de Unicaja proponen que si en dos años Unicaja, que es la entidad absorbente, tiene que dejar la presidencia ejecutiva, Menéndez, también tendrá que dejar de ser CEO en las mismas fechas para que sea Unicaja quien designe al nuevo primer ejecutivo.

Liberbank no asume este cambio de rumbo, ya que defiende que ya estaba aprobado entre ambas entidades que Menéndez sería el CEO sin determinar la fecha de su salida. Es la única concesión hecha a Liberbank en la operación.

Azuaga tiene 73 años de edad y Menéndez 64. Unicaja así propone que una vez que no puede contar con la presidencia ejecutiva en dos años, tenía que elegir en esa fecha al primer ejecutivo y entonces Menéndez pasar a ser presidente, pero sin las funciones ejecutivas. Pero la idea tampoco convence al consejo de Liberbank. También se ha puesto sobre la mesa fichar en dos años a un CEO que no sea ni de Liberbank, ni de Unicaja, pero este plan tampoco ha contado con los apoyos suficientes.

Mientras, el tiempo transcurre en contra de la operación de fusión. Si no se ponen de acuerdo antes de cierre de año para celebrar los respectivos consejos de administración para aprobar la fusión, en enero tendrán que empezar de cero. Los números y auditorías hechas hasta ahora no servirán de nada. Los consejos se pueden convocar en 24 horas, e incluso menos, pero antes tienen que ponerse de acuerdo.

Mientras, los principales accionistas de ambas entidades no entienden cómo se puede romper un proyecto de fusión con todas sus ventajas por un problema de gobernanza futura, pero la pelota está en el tejado de los consejos, sobre todo de la entidad financiera de origen malagueño, el más enrocado, según apuntan varias fuentes.

Un ajuste de 2000 empleados y 300 oficinas

Estos días son decisivos para llegar a una solución salomónica. El BCE, de hecho, tiene aprobados, claro que de forma oficiosa todavía, incluso los números de la entidad resultante de la fusión de Unicaja y Liberbank. Contará inicialmente con unas provisiones de 1.000 millones de euros, en las que se incluyen todos los costes estimados de la reestructuración que requiera la operación.

 

Aún no hay cifras cerradas de cierre de oficinas y salidas de plantilla; pero los primeros números manejados apuntan a una clausura de más de 300 oficinas y la salida de unos 2.000 empleados.

Las sinergias de la operación sumarían unos 150 millones de euros anuales.

Archivado En

_
_